José Manuel García-Margallo (foto) había afirmado que no viajaría a la isla si le prohíben reunirse con opositores. "Nadie lo ha invitado", replicó La Habana, que lo acusó de "injerencista"


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Todo comenzó con una hipótesis. ¿Qué pasaría si lo invitan a visitar Cuba? La respuesta del ministro de Relaciones Exteriores de España fue tajante. "Mi agenda es ver a las Damas de Blanco. Eso no puede ser, pues entonces no hay visita", afirmó en una comparecencia al Senado ibérico el 17 de abril.

La réplica tardó tres semanas en llegar. "A Cuba nadie le ha invitado", sentenció en un comunicado el viceministro de Relaciones Exteriores cubano, Dagoberto Rodríguez Barrera. Y calificó a los dichos del diplomático español como "injerencistas", "irrespetuosos" y "hasta un poco ingenuos".

"Sería de interés para la opinión pública saber si ha recibido alguna invitación verbal u oficial para que visite Cuba o si cree que no le hace falta invitación", insistió Rodríguez Barrera, al tiempo que aclaró que la isla no es una "colonia" ibérica. "Debería ocuparse un poco más de la profunda crisis económica y social que vive España, donde casi el 40% de los jóvenes carece de empleo", achacó.

Pese a la rudeza de la respuesta diplomática, la cancillería cubana no hizo mención a la situación de los disidentes ni a la prohibición que suele hacerse a los invitados de la isla para que no se reúnan con la oposición.

La relación entre Cuba y los gobiernos del conservador Partido Popular en España siempre fueron malas. De hecho, fue el presidente José María Aznar quien promovió en 1996 la denominada "posición común" de la Unión Europea frente a La Habana, que exige cambios en materia de derechos humanos en la isla antes de sentarse a dialogar sobre la relación bilateral.

En este sentido, La Habana aumentó las críticas hacia Madrid desde la asunción del jefe de Gobierno Mariano Rajoy. Por caso, en febrero, el propio Rodríguez Barrera había criticado a García-Margallo por otras declaraciones sobre la isla.