Respuesta: El hombre que fue el cerebro de la paraeconomía SEMANA: ¿Y cuándo empezaron a financiar a las autodefensas?
R.H.: La primera vez que financiamos grupos al margen de la ley, voluntariamente, fue con la incursión del jefe paramilitar Henry Pérez en la zona. La segunda fue con los comandos populares y la tercera, cuando se conformaron las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU). SEMANA: ¿Cómo funcionaron los comandos populares?
R.H.: Muchos eran exmiembros del EPL, eran aliados. Nosotros les dábamos plata y los armamos para pelear contra la guerrilla y los sindicatos porque nos tenían secos. Los comandos populares contaban con el apoyo de Fidel Castaño y después, cuando empiezan las Autodefensas de Córdoba y Urabá (ACCU), absorbimos los comandos. Entramos a una reunión con ellos siendo comandos y salimos de la reunión como autodefensas. SEMANA: ¿Y cuándo hacen la alianza con las ACCU de los Castaño?
R.H.: En el año 94 o 95, no recuerdo exactamente. Fui a donde los Castaño, en representación de los empresarios, a decirles que metieran gente allá. Nos fuimos haciendo muy amigos con los hermanos Castaño; llevábamos como dos años trabajando en eso hasta que en el 96 me dice Vicente Castaño que necesitan que nos organicemos y que yo voy a ser el comandante. SEMANA: ¿Cómo fue el inicio de ese proceso de financiación y expansión de las autodefensas?
R.H.: Nos daban la plata en tulas, siempre en efectivo. Nosotros tuvimos una oficina primero aquí en Medellín que se encargaba de recoger la plata de los empresarios bananeros. SEMANA: ¿Por qué en Medellín?
R.H.: Porque la región era tan violenta que no iba ningún bananero a la zona. Entonces los que pasaban las listas no eran los empresarios, porque no iban a la zona, sino los administradores. SEMANA: ¿Qué listas?
R.H.: El administrador sabía quién era guerrillero o era colaborador y trabajaba en las fincas. Entonces nos daban las famosas listas para que paráramos los buses en retenes en la vía y con lista en mano el comandante del retén iba diciendo "me bajan a fulano y fulana" y mataban a tres o cuatro. Muchas veces dos fincas contrataban a un mismo bus para el personal, entonces en un solo bus había más de dos masacres. SEMANA: ¿Cuándo deciden montar entonces la estrategia de financiación a través de las Convivir?
R.H.: Uno veía todos los días por las noticias la promoción de las Convivir, entonces se nos ocurrió a nosotros (junto con Vicente y Carlos Castaño) que era una buena idea, porque veíamos que podía haber un problema si un hombre se torcía y contaba que las empresas daban la plata en efectivo. SEMANA: ¿Los bananeros sabían de ese plan desde el principio?
R.H.: A mí me preguntaron en el caso de Chiquita, "¿usted concertó con los bananeros para montar las Convivir?", que era lo que averiguaban. "No, concerté con Vicente Castaño, con Maicol y con Doblecero para el tema de las Convivir". Luego fui a la Gobernación y me reuní con Pedro Juan Moreno, Rodrigo Cardona y un doctor Naranjo. Muy formales todos. Nos atendieron a las mil maravillas. SEMANA: ¿Cómo así?
R.H.: Yo fui a montar una Convivir y me dijeron, "vea, hombre, hay unos 14 montañeritos que tienen la misma idea suya, no tienen un peso, ¿usted por qué no se apodera de esas?". SEMANA: ¿La Gobernación sabía que ustedes querían las Convivir para esconder los aportes que hacían los bananeros a las AUC?
R.H.: Yo no le sabría decir si ellos sabían o no sabían, o nos utilizaban. Yo digo que los utilicé, pero quién quita que fueron ellos los que nos utilizaban. SEMANA: ¿Cuántas veces fue a la Gobernación?
R.H.: Por ahí diez veces. SEMANA: ¿Y alguna vez se reunió con el gobernador Álvaro Uribe?
R.H.: Sí, un día el doctor Pedro Juan Moreno me dijo, "venga para que conozca al jefe". Y ese señor estaba allá en la oficina de él, hablando por teléfono. Nos sentamos en una salita de unos muebles blancos y él terminó de hablar y entonces Pedro Juan le dijo, "vea, le presento a Raúl Hasbún, el de las Convivir de Urabá". "Ah, mucho gusto", y se paró y buscó por allá unas calcomanías de 'Denuncie y Apoye' con números de seguridad y papelitos y unos folleticos que sacaban en esa época. Ese señor me dio todo eso y yo duré cinco minutos o tres minutos.
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