Pocos nombres de medios de comunicación están tan bien puestos como El Sirirí, el periódico que dirige Julio Sánchez, un alumno de 42 años que lleva 19 estudiando Ingeniería de Sistemas en la Universidad Distrital, en Bogotá.


A punta de oficios, derechos de petición, acciones de tutela y demandas ha permanecido en ese centro de estudios, a pesar de que lo han sacado varias veces, y ha hecho reintegrar a más de 800 estudiantes.


Poco después de matricularse, en 1993, se dio cuenta de que no solo aprendía de programación de computadores, sino también de "las 'movidas' de la universidad más corrupta del país", cuenta con cara bonachona, mientras se mese inquieto en un pupitre.


Entonces, por altruismo y cierto amor por el Derecho -según él-, empezó a pedir cuentas, no solo a rectores y decanos, sino también a administrativos, estudiantes y hasta trabajadores de base, como conductores y secretarias.


Eso es lo que, sobre todo, se la ha pasado haciendo desde el 2003, año en el que terminó materias y desde el que 'prepara' su trabajo de grado.


"Se volvió un experto en estudiar las normas de la Universidad para interponer toda suerte de demandas que entorpecen las actividades propias de las dependencias", argumenta la vicerrectora, María Elvira Rodríguez.


"El proyecto de vida de Julio está por fuera de la racionalidad universitaria -sentencia Octavio Salcedo, decano de la facultad de Ingeniería-. Y no está solo; lo acolitan algunos profesores y alumnos que, como él, quieren crear imaginarios de corrupción en todas partes".


"El desgaste al que nos somete es gigantesco. Una vez, mediante un derecho de petición, me solicitó copia de todos los contratos que he firmado en aras de desviarme del cumplimiento de mis funciones como decano", agrega enfático Salcedo.


Instalado en lo que para muchos es su oficina (el lugar adjudicado al grupo de investigación al que pertenece), en el sexto piso del edificio Caldas,Sánchez se defiende y cuenta que, aunque este semestre verá solamente una materia (el periodo académico le vale tan solo 13 mil pesos), es candidato al Consejo Académico, que se elegirá en mayo, uno de los órganos más poderosos del alma máter.


"En el 2009 me allanaron la oficina que tenía en el primer piso y se llevaron todos los papeles. Ahora guardo todo el material probatorio en mi casa y en un lugar secreto", agrega, rodeado por un par de computadores, un cuadro del 'Che' Guevara y un par de anaqueles con candado


Sus estadísticas como activista son proporcionales a sus calificaciones: haperdido asignaturas 16 veces, y se ha tomado la rectoría más de 20, en medio de diversos grupos de estudiantes y por periodos de hasta una semana (en carpas y pidiendo comida a domicilio).


Además, interpone unos 200 derechos de petición cada año, ha demandado penal o disciplinariamente a varios funcionarios y el número de tutelas que ha liderado ya casi llega al centenar. Nunca nadie, sin embargo, ha sido encarcelado por eso.


En el momento de atender a EL TIEMPO para este artículo, radicaba sendas denuncias de peculado en la Procuraduría, la Fiscalía y la Contraloría, contra el rector, Inocencio Bahamón.


Sánchez argumenta que, aun cuando graduarse está entre sus objetivos, su meta principal es la defensa de los cerca de 29.000 estudiantes que atiende el plantel en una decena de sedes.

'No soy de izquierda'


Y es que la historia de Julio circula en versiones infinitas por los pasillos. Se especula que algunos profesores de izquierda lo financian; también, que se trata de una especie de 'agente de inteligencia' dentro del plantel.


Él le sale al paso a todo eso aduciendo que lo mueve su amor por la Distrital y el odio que siente por los partidos políticos y, sobre todo, el dinero que obtiene en las mañanas, antes de ir a 'clase', "haciendo mantenimiento de computadores y montando redes


De las acusaciones de este hombre, que empezó a estudiar sistemas cuando ni siquiera existía Internet, no se salva ni la Mane (Mesa Amplia Nacional Estudiantil). "Son todos unos corruptos. Los partidos también son corruptos", vuelve y dice.


Y se nota en su proceder, pues los litigios jurídicos que ha empezado no son exclusivamente contra algún color partidista. Ha denunciado rectores tanto de un lado como del otro. "Mire, yo soy un estudiante activista como cualquier otro. La diferencia es que hago las cosas de frente. Yo no les tiro piedra, les tiro procesos y demandas, y sin capucha. Lo mío es una forma de lucha. Una decisión de vida", remata.