Respuesta: México, Estados Unidos, Colombia. La legalización de la droga Colombia
Colombia no puede ser cómplice de una medida dictada en concordancia con los intereses de ciertas poblaciones y corporaciones ubicadas en su propio territorio y en los Estados Unidos. El impacto político de la producción y comercialización de la droga surge a partir del abordaje del prohibicionismo como política concebida en el orden cultural e histórico estadounidense. Los niveles de consumo de drogas de la ciudadanía estadounidense, británica y española, son los principales motores de la industria delictiva localizada en países de renta baja como Colombia, México, Guatemala, Honduras, Venezuela o Bolivia.
En los últimos días, la Junta Internacional de Estufefacientes de las Naciones Unidas, reportó que aproximadamente el 90% de la cocaína que se consume en los Estados Unidos, es producida en Colombia. En el último decenio, Europa ha duplicado los niveles de consumo de droga (principalmente producida por Bolivia, Colombia y Perú). Mientras que las sociedades estadounidenses y europeas mantienen e incrementan el consumo de marihuana, cocaína, drogas sintéticas y heroína; diariamente países como Colombia, México, Bolivia, Perú, Guatemala y Honduras, hacen esfuerzos ingentes por detener el avance de la criminalidad narcotraficante asociada a la producción de drogas. Mientras que los Estados Unidos y Europa en una cultura de frenetismo convierten la demanda de droga en un componente más de una canasta de consumo capitalista, Latinoamérica pone muertos y desvía sus recursos materiales en una guerra creada artificialmente.
El consumo de droga no es un problema de orden público, es un problema cultural, político y de salud pública. Existen fuertes patrones culturales asociados a la demanda y el consumo de droga. La opulencia y la erosión de mecanismos de construcción de valores como consecuencia de una cultura de consumo han convertido a poblaciones europeas y estadounidenses en victimas fáciles de ese mercado. La droga para muchos sectores poblacionales en estas sociedades es solo un producto más. Mientras tanto la victimización sigue enfocándose en poblaciones, etnias y países periféricos. Latinoamérica no puede ser parte de ese juego.
Urge que exista una discusión internacional frontal respecto al tema, de lo contrario el debate sobre la legalización de la droga tiene que discutirse seriamente solo en el ámbito latinoamericano. Mientras no se encare la situación, sociedades influyentes como la estadounidense tarde o temprano legalizarán la droga con un abordaje corporativista, sin importar las consecuencias sobre las poblaciones de su propio territorio, o la historia que en las últimas décadas en solitario ha afrontado Latinoamérica. El número de muertos, el grado de desinstitucionalización, el monto de los presupuestos destinados a combatir el narcotráfico en Latinoamérica, y la corrupta y creciente industria carcelaria estadounidense destinada a hacer negocio con la miseria de poblaciones marginadas del debate político, son razones de fondo para discutir el equivocado abordaje del problema. Las consecuencias de la elitizada medida liderada por la administración Nixon abruman. Por: Renny Rueda Castañeda El Espectador
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