De mansiones horteras con animales salvajes a contenedores sin servicios sanitarios: según la Marina y la Fiscalía mexicanas, el nivel de vida de los narcotraficantes parece haber perdido todo su posible «glamour» y los capos de los cárteles vivirían ahora como pordioseros para evitar ser capturados por las autoridades o asesinados por las bandas rivales.

Esta alteración en las costumbres afecta singularmente a Los Zetas quienes, como antiguos miembros de las fuerzas especiales del Ejército, sienten menos escrúpulos para «echarse al monte». Las Fuerzas Armadas han constatado que los líderes de esta organización han modificado sus patrones de conducta e instalado sus viviendas en camiones o contenedores.

Según detalla el diario «Excélsior», los narcotraficantes ya no adquieren propiedades, sino que adaptan diversos vehículos para pernoctar y satisfacer sus necesidades físicas básicas, por lo cual muchos de ellos viven en «condiciones deplorables».

Raúl Hernández Lechuga, conocido como «El Z-16» o «El Lucky», uno de los fundadores de Los Zetas, fue capturado en diciembre pasado en Córdoba (Veracruz). En las averiguaciones previas de la Procuraduría General de la República (Fiscalía) se establece que el delincuente vivía en un tráiler sin las mínimas condiciones sanitarias, «por lo que podía pasar meses sin asearse».

La caja de camión habilitada como vivienda estaba escondida en el rincón de un desguace; en su interior apenas había, habilitado para dormir, «un sillón roto, viejo y con profusa suciedad, en condiciones de total insalubridad».

En parecida situación se encontraba Martín Estrada Luna, «El Kilo», jefe zeta en San Fernando (Tamaulipas), quien fue detenido en abril del pasado año en una casa de seguridad que carecía de servicios básicos y en la que apenas había una cama y un sillón. «El Kilo», presunto responsable de haber ordenado la muerte de 72 inmigrantes centroamericanos en agosto de 2010 y de otros 150 asesinatos, cambiaba cada día de residencia y apenas se cambiaba de ropa un par de veces al mes.

Ruptura con el cártel del Golfo
Antes de su ruptura con el cártel del Golfo, del que eran su brazo armado, Los Zetas comprabas casas y disfrutaban de toda clase de lujos. La guerra declarada entre ambos grupos en 2012 y la presión policial y militar los ha forzado a vivir a salto de mata, desplazándose constantemente de un lugar a otro.