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Kaffeetrinker 2 Mi abuela y mi mamá quieren mi leche Calificación: de 5,00

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Mi nombre es Raúl, soy hijo único y por lo tanto he sido el consentido de una familia pequeña de clase media conformada por mi madre y abuela, mi padre falleció cuando tenía pocos meses de nacido pero crecí con todas las atenciones y aunque tengo varias tias y primas y aunque debo confesar que a mis 19 años ya me he cogido a un par de ellas, por desgracia viven lejos de nosotros. Puedo decir que tengo buen cuerpo ya que me gusta hacer deportes, mido 1,75 soy moreno y según mis mediciones tengo una polla de unos 15 cm. Mi madre se llama Carolina tiene unos 40 años y a pesar de la edad, tiene un cuerpo escultural, es morena tiene unas tetas grandes, un culo redondito y unas piernas largas que terminan en unos pies hermosos. Por otra parte, mi abuela es una señora de 60 años pero que le gusta cuidarse mucho, tiene unas tetas paraditas , un culo que quisiera follar cualquiera, unos ojos verdes hermosos con una mirada y una boquita digna de cualquier actriz porno.
Lo que les quiero contar pasó cuando era crío. Era un chaval muy curioso y todavía no comenzaba la típica etapa de pajas, pero en esos momentos de cierta curiosidad recordé que cuando pequeño mi mamá siempre me pedía que le esparciera crema por todo su cuerpo y le hiciera masajes mientras veía una que otra pelicula un tanto erótica de la época, yo lo hacía con gusto pero comencé a sentir sensaciones extrañas mientras recorría su cuerpo, tocaba sus piernas y con inocencia buscaba meter mi mano en su entrepierna pero algo me decía que no estaba bien, luego, al tiempo comprendía un poco más esas sensaciones y de recordarlas me ponían la polla durísima, todavía no sabía que era una paja, pero un día sentí la necesidad de buscar en el cuarto de mamá alguna de esas películas que ella solía poner con el fin de ver de nuevo esas imágenes, y creo que no logré encontrar las creía recordar pero si encontré algo mejor, eran unas 20 peliculas porno de todos los estilos; hardsex, transexuales, gays, lesbianas, zoofilicas, todo un tesoro perdido para un chico de mi edad. Comencé a verlas y realmente eran imágenes nunca vistas para mi, pero que hicieron que desde el primer momento me hiciera mis primeras pajas contra el colchón, tal y como describían mis amigos del cole que se la hacían, ya luego pasé a hacerlo como veía que lo hacían en esas peliculas donde negros con pollas gigantescas se cogian a despanpanantes mujeres, hermosas chicas metiéndose consoladores, hombres lamiendo sus pollas, hermosas maduras dejándose coger por algún animal pero lo que realmente llamó mi atención fue una pelicula en particular que me excitó más de la cuenta, un clásico pornográfico de los años 80 llamado “Taboo” donde el padre follaba con la hermosa hija hasta el cansancio y el hijo no perdía oportunidad para clavarle la polla a su mamá, no podía creer que todo eso perteneciera a mi madre y desde ese momento cambió mi percepción de la vida y el sexo comenzó a ser parte de todos los días. Veía las peliculas una y otra vez y mi mamá y mi abuela comenzaron a ser el motivo de muchas de esas pajas donde no tenía reparo para manchar cada sabana de la casa o las tanguitas sucias de ellas, que me encantaba oler mientras me tocaba y realmente no molestaba en limpiar mis liquidos ya que ellas no se molestaban en reclamarme.
Siempre intentanba espiar a mi madre, cuando orinaba y dejaba la puerta del baño abierta buscaba una excusa para pasar y ver su chochito peludito orinando o cuando ibamos a la playa ver su culito comiendose esos hilitos pequeños que le encantaba usar, no perdía oportunidad para ver sus pezones paraditos que se notaban tras las ajustadas blusas que le encantaba ponerse para andar en casa. Empecé a tener la costumbre de tener sueños mojados y levantarme en horas de la madrugada empalmado, con la edad y las hormonas alborotadas una buena paja y seguir durmiendo como un bebe era la mejor opción. Una noche pensando en el culito de mi mamá llené toda mi mano de leche y al salir al baño a limpiarme escuché gemidos intensos desde el cuarto de ella, al acercarme me di cuenta que veía una pelicula porno, el guevo se me puso duro de nuevo y comencé a buscar la forma de verla, quería ver su cara de placer, pegaba mis oídos contra la pared para escuchar con más claridad del otro lado, me sentía frustado al no poder ver lo que hacía pero al mismo tiempo estaba muuuy caliente y tomé la decisión de abrir la puerta de a poco. Lo hice y lo primero que ví fue a mi madre encima de su cama en cuatro patas, estaba de espaldas a la puerta metiéndose un consolador gigantesco mientras veia una porno que me pareció muy conocida, ya que era una de las cintas que mi máma guardaba y que yo veía una y otra vez en aquellas tardes de pajas. Era una escena realmente excitante donde se mostraba 4 chicos que se cogian a una monja y mientras uno se la metía por culo al mismo tiempo otro metía la polla en el coñito mientras un tercero intentaba colocar el pene en la boca de la religiosa mujer y abría su culo para ser penetrado por otro hombre con una polla realmente descomunal. Esa escena bisexual realmente tenía a mi máma muy caliente y en mi mente solo queria abrir esa puerta y montarla y hacerla mi mujer, veia como se tocaba el culo y metía los dedos salvajemente dentro de el mientras una polla de plástico se incrustaba cada vez con más fuerza en su coño
¡SOOOOY UNA PERRAAAAAAAA!....AAAAAAAAAAHMMM quiero que me cojaaaan lo necesito aaaaaaaah....que riiiiico quiero chuparme un coñito mientras me cojen duro ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! ..... - decía mi madre enloquecida mientras penetraba sus huequitos.
Allí mismo bajé mis pantalones y saqué mi polla y empecé a menearla conforme escuchaba a mi necesitada madre masturbandose con locura tal y como había visto en peliculas. La cuquita de mi mamá era preciosa, la tenía peludita pero su despanante culito hacia que tuviera ganas de correr y perderme entre sus piernas y lamerle el ano, saborearlo con mi boca y recorrer su coño mojadito y sobre todo acabar dentro él. Me acercaba rápidamente al orgasmo cuando de repente escucho en mi oido
¿Te gusta lo que ves jilipollas?, eres un guarro y tu máma es una putica ¿lo sabías? - no lo podía creer, era mi abuela la que me susurraba eso al oido.
Echó a un lado mi mano derecha en ese momento y comenzó ella a hacerme la mejor paja de toda mi vida mientras me decia al oido “mira a tu madre ¡es un perra!, necesita polla, necesita esta polla que tengo en la mano, quiere que la cojan, quiere un macho que la llene de leche, que le acaben adentro y que la preñen”. No daba crédito a lo que veia y mucho menos a lo que escuchaba, no podía creer que mi abuela me estuviera diciendo eso y sobre todo que me estuviera haciendo la paja de tal manera.
Ya estaba apunto de acabar no aguantaba las palabras sucias que mi abuela me decía al oido mientras que mi mamá se metía un consolador por su coñito todo peludito y mojado mientras veía una pelicula pornográfica donde cuatro chavales se cogian a una monja y a su vez se lo metían entre sí y exploté -UUUUUUUf que placer que riiiico- acabé en la mano de mi abuela, llené toda su mano con mi semen especito y caliente
eres un niño bueno Raúl que rico le das lechita a la abuelita, la próxima vez me la das en la boquita pero nunca más la vuelvas a dejar en algunas de mi ropa intima o la de tu máma porque te castigaré – me decia ella al oido mientras se llevaba la mano a la boca y se tragaba toda mi leche.
Esa noche no pude dormir, me hice la paja unas 5 veces pensando en lo acontecido, ahora queria meterle el guevo a mi abuela y a mi mamá también, pero lo mejor era que mi abuela queria mi leche y estaba seguro que queria darsela.
Desperté ese día a las 11 de la mañana y con la polla paradisima y fui a la cocina a tomar un poco de agua cuando me encuentro con mi abuela haciendo el almuerzo, realmente me sentí algo nervioso pero ella se encagaría de quitarme cualquier miedo
Buenos días dormilon
Hola abuela

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