En todos los países del mundo se fabrican perfumes, que se venden por doquier, pero las primeras aguas de colonia fueron elaboradas en Alemania en el siglo xvii
Fue un italiano Johann Maria Farina, quien empezó con esta próspera industria, instalado en la ciudad alemana, fabricaba y vendía un liquido perfumado, conocido inicialmente con el nombre de “agua admirable”.
Toda Europa empezó a usarla rápidamente. Denominada así por su origen en Colonia, en 1794 numerosos establecimientos ya preparaban esta agua de tocador mezclando alcohol y esencia de limón, de bergamota o de espliego en proporciones minuciosamente calculadas y mantenidas en secreto.
En 1840, la familia de los farinácea de colonia contaba ya con cuarenta miembros y su industria rebasó las fronteras, extendiendo por todo el mundo.






En 1792 un comerciante local llamado Wilhelm Mülher, ante el éxito de Farina, creó su propia agua perfumada y utilizó el nombre de Farina, en lo que podría ser el primer caso de piratería comercial de la historia.
Once años después, Mülher tuvo que renunciar a aquel nombre, transformándolo en el “4711″ que era el número de su comercio. Las dos colonias siguen produciéndose hoy.





Pese a la copia la “4711″ es mucho más conocida, y barata, que la de Farina, que desde 1803 firmó sus frascos para defender su marca atestiguando su autenticidad.





Farina inventó su esencia en una época en la que la gente, sencillamente apestaba. Y muchos la usaban por temor a supuestas enfermedades, es de aclarara que ni siquiera los ricos se lavaban por aquel entonces.
En las ciudades, la basura seguía tirándose a la calle por la ventana y en las casas no había baños. Es decir, había lo que ahora se describe como “un excelente nicho de mercado” para este nuevo producto.
Sus clientes fueron aristócratas y nobles, desde Federico el Grande, hasta Göthe, pasando por Napoleón, que sí se bañaba y se embadurnaba de Farina al salir de la bañera.

Fuente: Blog Yalosabes!