Se llegó el 2012 y con él la amenaza de que el mundo, como lo conocemos se termina el 21 de diciembre. Las especulaciones son muchas, pero todo gira en torno a los Mayas y sus predicciones. ¿Una profecía más? Creyentes y escépticos se dividen las opiniones. Pero según los entendidos, ¿qué va a suceder?
Lo primero que se debe aclarar es que nuestro humilde planeta no tiene nada que ver. La culpa de todo la tiene La Vía Láctea que palpita en el centro como un gran corazón, muy fuerte cada 26.000 años dando inicio a un ciclo cósmico y en la mitad del ciclo otro pálpito, pero más suave.
Hace 13.000 años la galaxia experimentó el latido fuerte. En nuestro rincón alborotó el sol provocando más radiación, lo que al final derritió la capa de hielo de los continentes, dando lugar a lo que se llamó el diluvio universal, dando inicio a un ciclo universal que está a punto de terminar.
Pero como todo en el universo anda como un relojito -aunque no lo parezca- las constelaciones, que son como equipos jugando en el gran torneo de la Vía Láctea, giran regresando al mismo sitio cada 26.000 años. Los ancestros de los Mayas los dividieron en cinco ciclos de 5.200 años cada uno y los llamaron “Eras solares”.
Como ellos llegaron a México el 3.113 a.c. este ciclo se cumple el 21 de diciembre de 2012, dándose inicio a uno nuevo. Pero entre uno y otro hay un período de transición, que llamaron “El tiempo del No-Tiempo” que duraría dos Katun Oob, intervalos de 20 años cada uno., el primero de 1992 a 2012 , y el segundo de 2012 a 2032.
¿Pero esto en qué nos afecta?
Veamos. Hasta 1992 el pulso del planeta era de ocho oscilaciones por segundo, pero luego el sol intensificó la irradiación de energía sobre la Tierra, sobrecargando la ionosfera que el planeta descarga aumentando los rayos. Antes de esta fecha sucedían unas 1,200 tormentas eléctricas simultáneas que dejaban caer unos 70 rayos por segundo. Hoy subió a 2.300 y a 130 rayos por segundo.
La frecuencia de la resonancia subió de 8 (ondas Theta) a 13 oscilaciones por segundo (ondas Alpha), que permanecerá durante toda la era. Dicho en otras palabras, nuestro planeta se aceleró. Ahora bien, nuestro cerebro irradia ondas cerebrales de baja frecuencia (entre 0 y 90 oscilaciones por segundo) según como estemos.
Si, por ejemplo, estamos dormidos, nuestras ondas son pocas y éste era el estado en el que nuestro cerebro se sincronizaba con el planeta, pero como se aceleró hoy nos sincronizamos cuando emana ondas alpha de trece oscilaciones por segundo que se producen cuando el cuerpo está despierto pero relajado.
Esto quiere decir que no necesitamos ritos complejos ante altares sofisticados para ponernos en contacto con nosotros mismos, nuestro entorno, el planeta y el universo. Es decir, el nuevo latido del planeta facilita los procesos espirituales, la toma de conciencia, la evaluación diaria y la meditación.
Pero el acelere acortó los tiempos entre lo que pensamos y lo que realizamos. Antes se demoraba meses o años en manifestarse. Desde 1992, el proceso toma días u horas. Esto facilita ver la relación entre nuestros pensamientos y los cambios que produce en la realidad, lo que genera una mayor responsabilidad de nuestra parte.
Pero los cambios van más allá. Antes de 1992, el aura o campo electromagnético que rodea los cuerpos y permite ver a través de sus colores la fuerza vital, el carácter y el estado de ánimo apenas el 3% podía verla. Desde 1992 una de cada 12 mujeres la perciben y en 2032 se habrá triplicado, fecha en la que, según los Mayas, la nueva sociedad se habrá asentado. Los cambios serán trascendentales en una sociedad acostumbrada al juicio, la culpa y el miedo.
Hoy el sol está más activo que nunca. El año pasado las tormentas magnéticas superaron los registros históricos y sus partículas afectan el campo magnético de la Tierra, lo que mueve las placas tectónicas , generando terremotos (aumentaron 420% desde 1992), erupciones volcánicas (aumentaron en 475%) y Tsunamis, al tiempo que la temperatura aumentó en 1.3 grados.
Estos cambios le permiten a la humanidad tomar conciencia de los errores cometidos y aplicar los correctivos necesarios, construyendo un orden más armónico. Lo valioso del “Tiempo No-Tiempo” es que no ocurre afuera sino dentro de nosotros mismos. Ahí está el verdadero cambio.
El mundo, a partir de diciembre 22 de 2012 cuando se inicia el nuevo ciclo no volverá a ser el mismo. Eso dicen los expertos en la cultura Maya. ¿Tendrán razón?