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Antiguo 28-11-2011 , 22:00:49   #2
jandresom
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Predeterminado Respuesta: Porqué la guerra contra iran e irak, la agonía del patrón dolar.

El impacto y la escala de una crisis de estas proporciones serían hoy mucho mayores que las conocidas en 1929. Es inédito el desequilibrio entre la deuda acumulada versus la economía real. Es inédito igualmente el nivel de hipertrofia financiera. Es inédito el grado de interdependencia entre las grandes economías. Es inédita también la mezcla peligrosa de una crisis de sobreproducción de artículos de lujo con una subproducción de productos decisivos para la supervivencia del sistema. De algo debemos estar seguros: esta crisis no se parece a ninguna de las ya conocidas: sería una depresión global que amenaza con desembocar en una crisis sistémica (5).

Megaestafa para salvar el dólar


Hay un temor creciente y cada vez más generalizado de colapso del dólar. La pregunta por la capacidad de Estados Unidos para cancelar su deuda exterior, cada vez más gigantesca, se incrementa sin cesar. Ante ese temor, muchos bancos centrales quieren deshacerse de sus dólares para adquirir monedas menos inseguras. Los países productores de petróleo buscan asimismo negociar su recurso energético en moneda más segura que el dólar. A partir del 13 de julio de 2007, Irán, por ejemplo, obliga al Japón a pagar sus compras de petróleo en yenes. Inmediatamente, el dólar cayó frente a monedas fuertes como el euro y el yen. El euro llegó al máximo histórico de $ 1,38. Con un tipo de cambio ascendente entre euro y dólar, hay motivos para considerar que la desconfianza que despierta el billete verde asciende día tras día, incrementándose la evidencia de que ya entramos en la fase de una crisis financiera de carácter global.

Ante estas circunstancias, el dólar podría colapsar de la noche a la mañana. Los bancos centrales del mundo, en primer lugar China, tienden a ofrecer masivamente sus reservas internacionales representadas en bonos del Tesoro para obtener dinero líquido y refugiarse en monedas más confiables. También se aseguran mediante la adquisición de valores reales como oro y plata, incluso toda clase de materias primas. Una oferta masiva de bonos del Estado Federal de Estados Unidos debería provocar una caída libre del dólar, toda vez que nadie apetecería esos papeles, a menos que fuera por un valor muy inferior al impreso en su cara principal.

Pese a la zozobra que hay en todo el mundo, esta caída del dólar no se ha presentado. Entonces, ¿quiénes han comprado miles de millones de esos bonos? La Reserva Federal identificaba como supuestos compradores a los llamados “Bancos del Caribe”. La prensa financiera mencionaba los Off shore hedge funds como los principales acreedores de los Bonos. Sin embargo, hay cada vez más evidencia de que el Estado norteamericano mismo suele comprar sus propios bonos. La pregunta obvia es: ¿De dónde saca el Estado ese dinero? La respuesta más plausible sugiere que es con dinero recién impreso, es decir, dinero sin respaldo, dinero sin valor real alguno (6).

La impresión descontrolada de dinero causa inflación, lo que constituye la principal preocupación del actual presidente de la Reserva Federal, Bernanke. La inflación que esto implica se produciría dentro de los propios Estados Unidos, a menos que este país logre que tales papeles sin respaldo salgan de su territorio. Por ello, es política expresa de Estados Unidos promover la demanda externa de su moneda, no así la demanda interna. Para ello bloquea que otros países inviertan en grande, con sus reservas, en la economía real del país. La adquisición de riqueza real determinaría la entrada masiva de dólares (sin respaldo) para adquirir grandes empresas, complejos portuarios u otras formas de riqueza real. En 2005, por ejemplo, China intentó adquirir con sus reservas en dólares la compañía petrolera estadounidense Unocal, pero la oferta fue desestimada por el Congreso. Recientemente, Dubai hizo una oferta para invertir en el manejo portuario de Estados Unidos y recibió la misma negativa del Legislativo. El mensaje es claro: Estados Unidos estimula la demanda de dólares sin respaldo en el exterior pero no así su oferta dentro del país.

En otras palabras, Estados Unidos exporta el efecto inflacionario de la impresión cada vez más descontrolada de su divisa, llevándola sobre todo hacia sus principales rivales comerciales, como China. A la vez, el país oriental se prepara contra esta megaestafa mundial: transfiere muchos dólares sin respaldo a terceras naciones para transformarlos en inversiones reales. China está comprando empresas y materias primas en África y América Latina. En esta forma, logra que el efecto inflacionario vaya a terceras naciones. Es por la devaluación del billete verde como la economía de América Latina, en términos de dólares, atraviesa una fase expansiva que no había gozado desde la Guerra de Corea. Los países del Cono Sur y de la Comunidad Andina son los que más crecen. Encabezan el crecimiento Venezuela (9%), Argentina (8,6%), Uruguay (6%), Chile (6%), Perú (6%) y Panamá (6%) (7).

La devaluación del dólar, derivada del déficit fiscal y externo de Estados Unidos, tiene sin embargo un impacto adverso sobre las referencias de precios internacionales medidos usualmente en dólares. Es obvio que si esta moneda se devalúa, por ejemplo, un 20 por ciento con relación al resto del mundo, los medidores en dólares, para ponerlos en términos reales, deben ser ajustados en igual porcentaje. Tenemos así que el precio del cobre en auge, en divisa norteamericana, está relativamente estable en euros, y otro tanto pasa con el índice de la Bolsa de Nueva York. En otras palabras, el reciente crecimiento económico en dólares de los países latinoamericanos revela más la devaluación de esta divisa que una nueva era de prosperidad (.
El colapso del dólar y la quiebra del sistema financiero internacional


Existe desconfianza mundial respecto al dólar como moneda internacional, que se puede acrecentar a menos que las autoridades estadounidenses logren ocultar su impresión masiva y sin respaldo. Para que así sea, desde marzo de 2006 el Estado Federal no ha vuelto a publicar datos sobre impresión de dólares, pues no da a conocer información oficial sobre M3. Sin embargo, otras fuentes, como Global Europe Anticipation Bulletin (9), estiman que desde principios de octubre de 2006 y hasta mediados de diciembre la Reserva Federal aumentó en 320 billones el stock monetario, es decir, cinco veces más que lo impreso en igual período de 2005. No es posible averiguar exactamente la magnitud del dinero impreso, ya que no son datos públicos, pero se estimaba hace un tiempo que es aproximadamente de cuatro a ocho veces la circulación monetaria que guarda relación con el tamaño de la economía de Estados Unidos (con un PIB de más o menos 13 trillones de dólares) (10).

Esta situación menguará tarde o temprano la confianza mundial en las finanzas internacionales. Siendo el dólar la moneda de reserva y de pago internacional, una generalizada pérdida de confianza en su capacidad pone en riesgo la estabilidad financiera de Estados Unidos y el mundo (11). Una desarticulación del sistema financiero internacional implicará la Gran Crisis Global, con una pérdida de credibilidad del Imperio, una crisis profunda no sólo en el modelo neoliberal sino también del propio sistema económico vigente. Japón y China, que manejan las reservas internacionales más grandes en dólares, sufrirían enormes consecuencias en sus economías. También padecerían los países productores de petróleo, así como India, Brasil y los ‘tigres asiáticos’. Los países periféricos reúnen hoy día el 70 por ciento de las reservas internacionales en dólares (12), y por tanto recibirán el impacto más directo.


Amenaza de guerra mundial


David Chapman, director del Millennium Bullion Fund, se atreve a precisar que a partir de 2007 podemos esperar un período de dos años para que se dé el colapso del dólar, cuyo resultado será una profunda crisis bursátil y una recesión de años, que llevará el oro a niveles superiores a 1.000 dólares (13). Podemos afirmar que desde 2001 existe la amenaza concreta de un colapso de la moneda norteamericana, hasta ahora a salvo mientras los países continuaban vendiendo el petróleo en dólares, y los bancos centrales conservaban y extendían sus reservas internacionales en igual moneda. Al ocurrir así, la demanda de la divisa era estable, lo que no hacía necesaria una devaluación aguda de la misma. Pero desde 2001 todo cambió. En ese año, Saddam Hussein vendió el petróleo de Iraq en euros e invitó a los países de la OPEC a hacer lo propio, lo que de concretarse hubiera significado una aceleración del proceso de crisis que está en curso.

Una brusca reducción en la demanda de la divisa estadounidense significaría una fuerte caída de su precio en el mercado del dólar. Esa fue una de las consideraciones estratégicas para emprender la guerra contra Iraq. Y hoy es uno de los argumentos para amenazar con una posible guerra a Irán. Cada vez que este país proceda como lo hizo el 13 de julio de 2007 (exigirle al Japón que cancelara el petróleo con moneda diferente del dólar), crece la amenaza de guerra. La permanente intimidación militar en Oriente Medio mantiene elevados los precios de petróleo, y con ello se sostiene la demanda efectiva de dólares. Es una política de estabilización de la divisa norteamericana a punta de misil. Mediante estas coacciones, Estados Unidos hará hasta lo imposible para que también durante el año en curso la demanda de petróleo, y la de dólares perdure lo máximo posible.

El resultado negativo de las elecciones de noviembre 2006 y los malos resultados políticos y militares en la guerra iraquí constituyen, sin embargo, un serio dilema para esa política. Al complicarse así la perspectiva de una aventura bélica, la amenaza de un colapso del dólar se torna verdadero riesgo. El peligro de guerra continuará siendo por este motivo la política más probable en lo que resta del segundo período de Bush. En este contexto, el exsenador republicano de Pensilvania Rick Santorum y el presidente republicano de Arkansas Dennos Milligan manifestaron la necesidad de un nuevo ataque terrorista a Estados Unidos para poder cambiar la percepción de la ciudadanía norteamericana sobre la guerra, e ir a la confrontación bélica contra Irán (14). Si así fuera, lo que no pudo resolver la Reserva Federal lo intentará solucionar el complejo militar-industrial con su enésima guerra. Opción difícil de concretar por la inmensidad de consecuencias para la humanidad, pero consideración acariciada una y otra vez por los halcones del Pentágono. De llevarse a cabo, su inicial consecuencia sería el incremento del creciente peso de Rusia y China en todo el mundo. Pero muy seguramente, de traducirse en un ataque con armas nucleares, propiciaría el colapso económico mundial, acelerando sin duda alguna un cambio sistémico e incluso civilizatorio en el planeta Tierra.

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