Denunciante Épico
 |  Tras una imagen de ideólogo, Alfonso Cano ocultaba su dureza
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 | Tras una imagen de ideólogo, Alfonso Cano ocultaba su dureza  El periodista Antonio José Caballero narra sus encuentros con el extinto jefe de las Farc. Esa mañana de viernes llegó puntual a la oficina que las Farc habían montado en un costado de la plaza principal de San Vicente del Caguán. Vestía una camiseta gris que tenía pintado en el pecho lo que llamó "el brochazo bolivariano de la libertad", el tricolor patrio atravesado con la efigie de un raro Bolívar que miraba a la derecha.
Eran como las 7:30, se sentó, se quitó los arreos de la guerra -pistola y radios de comunicación- y apoyando el mentón en sus brazos sobre la mesa me dijo: "Arranquemos rápido porque hay poco tiempo para hablar de esto que se inventaron".
La entrevista fue larga, tensa y en directo. Tratamos todos los temas, pero siempre estuvo lejos de allí. Muy pocas veces nos cruzamos la mirada. Clavaba los ojos en el suelo o en su escritorio o se acomodaba los grandes lentes que le daban el aspecto que siempre quiso mostrar, el de un ideólogo, un intelectual que estaba por encima de los troperos, que nunca lo vieron con buenos ojos a pesar de su rango.
Terminada la entrevista, le insistí en un tema que nunca concretó: "¿Es necesario el secuestro de estos muchachos y de otros ciudadanos para el proyecto que ustedes tienen?", pregunté.
Me miró serio, se acomodó su barba y me dijo: "Hermano, esos son los muertos necesarios de esta puta guerra...". Se retiró, yo salí de la casa y me despidió: "Seguimos hablando, si es que esto anda".
Me cuenta mi amigo, el periodista Francisco Tulande, que muchas veces, durante los diálogos de paz en Caracas, él y otros periodistas le llevaron cartas y casetes para los secuestrados, y después de mucha espera decidieron abordarlo. En un pasillo, los enfrentó: "Escuchen bien. Yo en el monte voy con mi equipo, que es la pistola, el fusil y el radioteléfono. El Ejército siempre nos está acosando y vienen los combates y, como comprenderán, no tengo espacio para cargar tanta vaina. Mejor dicho, eso no se pudo hacer". Jamás llegaron esos mensajes familiares a los secuestrados.
El ex ministro Fabio Valencia recordaba alguna vez que hablamos de 'Alfonso Cano' en el Caguán. "Él no anda, levita. Míralo, que va por encima de las nubes", comentó. Y conversamos sobre la bronca que le tenía 'el mono Jojoy'. Tanta, que un día, al verlo pasar, sentenció: "Aquí la guerra no se gana con las ideítas de este, ni con libritos de clase. Aquí la pelea es peleando".
Esa fue una gran diferencia. 'Cano' nunca fue amigo de integrar el narcotráfico a la guerrilla: "No ha sido fácil nuestra lucha por permanecer al margen del narcotráfico, que no es un problema de las Farc, sino un fenómeno nacional", decía, mientras 'Jojoy', aliado con 'el negro Acacio', respondía: "Y, ¿de dónde carajo sacamos la plata para las armas y los uniformes de los muchachos?".
'Cano' siempre tuvo ascendencia sobre 'Marulanda' y, sobre todo, fue protegido de 'Jacobo Arenas'. Una vez, antes del ataque a 'Casa Verde', me lo presentaron. "Es la universidad en la guerrilla, y eso que los guerrilleros todavía no pueden ir a la universidad".
'Cano' andaba con buzo de lana, bluyín y pantaneras la noche en que 'Marulo', como le decían al viejo, le ordenó leer el comunicado de cese el fuego. Me comentó: "Tantos años de lucha y estudio, para salir a leer papelitos güevones, que no terminan en nada".
A Víctor G. Ricardo, comisionado de Paz de Andrés Pastrana, no le habló hasta que un día se encontraron saliendo de un baño. Lo paró y le dijo: "Usted ganó esta pelea, por ahora. Yo me opuse a esta mesa porque ustedes están débiles en el Estado y, con esto, nos dejaron inactivos en operativos que teníamos preparados. Usted va muy rápido, pero tenga cuidado". Por eso nunca estuvo en la mesa de diálogo.
Me cuenta Víctor G. que la idea del viaje a Europa la bombardeó en el último instante, "y a cada rato llamaba a 'Raúl Reyes' y a Olga Marín para prevenirlos de firmar cualquier comunicado sin que él lo viera".
Su gran ficha era 'Iván Ríos', y dicen en la guerrilla que fue para él muy duro su asesinato a manos de 'Rojas', su jefe seguridad. Por eso, ordenó matarlo.
'Cano' también fracasó en el intento de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, a la que invitó a Carlos Pizarro y a Manuel el 'Cura' Pérez. Pero esa es otra historia.
En mi mente, queda como un solitario convencido y presumido de la lucha armada como elemento esencial de presión y camino al poder. Una mezcla de ideólogo y combatiente que creía en la base campesina de las Farc, tanto, que ordenó el reclutamiento de indígenas y campesinos jóvenes para la lucha, "por las buenas o por las malas".
Gustaba de los cigarros Churchill y el buen whisky Al final, el comisionado Víctor G. Ricardo y 'Cano' fueron amigos. A 'Cano' le gustaban los puros Churchill que Ricardo le llevaba "para los mosquitos". Siempre gustó del buen whisky. Una vez, como gran regalo para Marulanda y 'Jacobo', llevamos unas garrafas de aguardiente, y 'Jacobo' me dijo: "Pues eso será pa' los muchachos, porque Manuel toma Curvoisier y este joven y yo le pegamos al whisky". Luego vinieron muchas historias y música cubana y boleros. Aquella vez titulamos: "No secuestraremos más personas", un ofrecimiento que nunca se cumplió.
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