El presidente Juan Manuel Santos ha dicho que muchos padres y madres lo han llamado en tono suplicante a decirle “por favor, esto nos va a costar mucho, con gran esfuerzo nuestro hijo está en la universidad, y es muy injusto que le hagan perder el semestre porque algunas personas no les dejan terminar”, ¿qué padres de familia son esos, que el Presidente les atiende el teléfono? Yo soy madre de familia, que me digan cuál es su número.
En la misma intervención, Santos ha confesado en tono bonachón que su sobrino Federico Rodríguez, que estudia filosofía en la Universidad Nacional, le ha dicho “Tío, por favor, haga algo, todos mis compañeros queremos graduarnos y no nos van a dejar graduar, yo ya tengo la posibilidad de un empleo y lo voy a perder” (Ver declaración sobre el proyecto de reforma de educación superior, del 9 de noviembre).
Mientras los estudiantes se movilizaban el pasado jueves, el ministro del Interior, Germán Vargas, advirtió que si no levantan el paro, el Gobierno avanzará y antes de que termine el semestre aprobará la iniciativa. Para Vargas parece que la situación se volvió un pulso de fuerzas, como si se tratara de una negociación con la Farc. No, Ministro, se equivoca. No son terroristas, son nuestros estudiantes. Con ellos no tiene que hacerse el fuerte, ni mantener esa actitud guerrerista.
A pesar de que el mismo Presidente aseguró estar dispuestos a retirar del Congreso la reforma a la Ley de Educación Superior, los estudiantes perciben la falta de claridad, cuando en el mismo discurso sigue publicitando las supuestas ventajas del proyecto, y dice “es que no han querido entender o no han entendido”
Y no solo porque el Presidente les vaya a poner conejo, cosa que no creo que pase, sino porque él mismo ha dicho – palabras más, palabras menos - que lo retira ahora y lo mete después. ¿Cuándo y cómo?
Lo peor del Gobierno es que ha creído que negocia con niños de preescolar que pueden engañar con ‘tente allí y tente allá’, o con ‘corta pico calla la boca’ para los niñitos preguntones. Lo peor ha sido creer que los estudiantes son como el sobrino Federico, que va a ponerle quejas a su tío porque no lo dejan graduarse, por esa tontería de estar movilizándose por una mejor educación superior, por esa locura de estar entrando en paro para oponerse a una reforma de ley tan absurda que ni los del partido de la U apoyan.
Tal vez el Gobierno cree que el estudiante promedio es como Fede, que tiene trabajo seguro esperándolo, y que no le importa lo que pase con la educación superior en Colombia.
No, Presidente, los estudiantes de este país no son Federico, son jóvenes a los que les importan los proyectos colectivos, son jóvenes que postergan sus sueños para apostar por la construcción de la democracia.
No, no son Federico lloriqueando porque no los dejan graduarse. Son sujetos políticos, que le ponen la cara al país, que saben que la lucha no es solo por ellos, sino por la defensa de la universidad pública y la universidad superior de calidad.
Por Claudia Ayola
EL HERALDO