Este artículo es del 2009, pero es aún vigente y muestra una realidad que muchos creen exclusiva de los sectores pobres o "populares" y que se atribuyen a la falta de oportunidades de tabajo, de educación y a la violencia misma. Simplemente lo posteo porque me parece interesante mirar otra arista de los problemas sociales de este pais que se atribuyen siempre a los "pobres" o al Estado...
Al interior de un Combo de Puppies
Un joven de 20 años que conoce desde adentro a los parches de jóvenes de estratos altos en Cali, nos cuenta qué sucede al interior de esos grupos y analiza las causas de su existencia.
Mientras el gobierno local y nuestras familias se preocupaban por los secuestros, el narcotráfico, el MIO y la delincuencia común, en Cali desde hace más de una década han estado naciendo grupos a los que se les ha llamado “pandillas juveniles”, tildándolos de grupos violentos. Nosotros preferimos que nos llamen puppies, que significa “cachorro” en inglés, ya que somos jóvenes que no pasamos los 20 años. Muchos ni siquiera sabemos las implicaciones que trae el hecho de que nos llamen pandillas pero sí tenemos conciencia de que eso genera repudio social.
Tal vez digan cientos de cosas acerca de los puppies. Dicen que son pandillas de niños ricos desadaptados que deberían estar estudiando. En realidad, quienes pertenecen a estos grupos sí deberían ser tildados, pero de falta de amor sobretodo. Durante mi estadía en uno de estos grupos me di cuenta del rol de la familia en los problemas sicológicos de los jóvenes. Familias de la alta sociedad que simulan ser armónicas, son en realidad disfuncionales. Esto genera que muchos de nosotros busquemos un refugio en amigos que viven situaciones similares. Por eso salimos a la calle a formar grupos en los que todos compartimos un desapego a la familia. En Cali cada día se forman nuevos grupos con ideologías muy marcadas. Sin embargo, mucha gente en la calle no lo nota y mucho menos al interior del núcleo familiar.
Nuestros padres son simples proveedores, así los llamamos nosotros, nos dan lo que queremos sin preguntar por qué o para qué. Por eso, en los grupos de puppies abundan las drogas, el sexo sin control y botellas de alcohol que sacamos de nuestras casas sin que nuestros padres se den cuenta o simplemente no le prestan atención. Como ellos nunca están, muchas veces las empleadas del servicio se vuelven cómplices. Muchos de los puppies valoran más a la empleada que a su propia madre porque en ella encuentran aceptación y compinchería.
Tal vez los padres de familia sean grandes personas y con una buena condición económica, pero el tiempo y la dedicación que le dan a sus hijos es tan solo una mínima parte de lo que se podría esperar. Para nosotros la verdadera familia son nuestros amigos, que en medio de la realidad de la sociedad nos brindan más protección que cualquier otro padre. Es de esperarse que donde no hay amor no hay paz. Así le sucede a algunos jóvenes de colegios de la alta sociedad de Cali como el Colombo Británico, el Bolívar, el Bennet, el Berchmans, el Claret, el Andes, el Sagrado Corazón, el Alemán, el Católico, el Pio XII o el Fray Damián. Ellos no tienen paz y buscan en sus semejantes una respuesta afectiva a sus problemas.
En Cali la gente piensa que el fenómeno de los combos de niños bien ha disminuido o que ha perdido fuerza. Pero lo cierto es que las reuniones de cientos de jóvenes en bares, parques o centros comerciales siguen ocurriendo y en cualquier momento se puede formar otra pelea entre grupos o encuentros para causar daños “gratificantes” como robos, romper vidrios y causar destrozos en los parques, teatros o centros culturales. Todos es daños los hacemos por diversión y no por necesidad como lo harían las pandillas callejeras. Basta que se envíe la invitación a través de Messenger o Facebook para que una legión de jóvenes se encuentren para planear nuevas tareas, drogarse o tener sexo.
La ola sigue extendiéndose. Los pelaos de estrato alto siguen creando parches constantemente y reclutando gente en varios puntos de la ciudad. Organizan rumbas “pro-grupos puppies” y la moda es realizar cosas cada vez más fuera de lo común para figurar en noticieros o en cualquier medio de comunicación que mencione a su grupo. En estas rumbas clandestinas ocurren orgías donde las mujeres tienen sexo con cualquiera del parche. Los asistentes se drogan y beben a montones. Muchas veces llegan a convulsionar o a intoxicarse pero al otro día simplemente alguien los lleva de regreso a casa y el tema finaliza ahí.
Mi llamado es a que los padres les dediquen más tiempo a sus hijos, ya que tal vez sea esta la razón más poderosa por la cual los jóvenes acuden a los parches. Ojalá el gobierno también algún día tome cartas en el asunto, pues si estos grupos son el futuro del país, la Colombia que conocemos nunca mejorará.