Los más exacerbados defensores de las políticas neoliberales que han gobernado a Colombia en los últimos años, a tal punto de considerar que los crímenes contra los líderes sindicales están siendo sobredimensionados por éstos mismos y que todo se trata de una coartada para hacer quedar mal a Colombia y que no sea aprobado el tan defendido Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, una de las causas económicas de este grupo de defensores del libre mercado.
Nuestra realidad alrededor de los sindicatos y los defensores de los derechos de los trabajadores es lamentable. Los crímenes contra estos organismos y sus líderes son numerosos y es un hecho que pone a pensar en qué grado son protegidos o respetados los derechos del trabajador en Colombia. No es de extrañar que por dichos eventos hayan tantas exigencias para Colombia en aras de materia de derechos humanos y específicamente derechos laborales.
Personajes como Saúl Hernández, José Obdulio Gaviria y Ernesto Yamhure, entre otros, no ahorran calificativos para deslegitimar y descalificar a los sindicatos y acusarlos de "mostrar una imagen negativa falsa del país". Puede que tengan razón en decir que algunas cifras son exageradas, pero la realidad no cambia, los crímenes contra la actividad sindical no cesan y cada vez más pasan frente a la vista anuente de los colombianos ya habituados a la violencia.
¿Pero realmente la molestia de estas personas es porque los sindicales estén empañando el nombre de Colombia?, ¿o la molestia real es porque estos hechos reales han afectado sus expectativas neoliberales? La verdadera frustración de estos nostálgicos del gobierno anterior es el hecho de que aún no se hayan aprobado los Tratado de Libre Comercio, especialmente el que se espera concretar con Estados Unidos, una de las luchas del gobierno del ex-presidente Uribe en materia económica. Estas personas, defensores del libre mercado y de los grandes empresarios, no ocultan su frustración al ver que después de casi seis años de negociaciones el TLC aún no se aprueba.
Así quieran negarlo, la realidad de nuestro país en materia de derechos humanos es horrenda. Independientemente de lo que digan personajes odiados por un gran consenso popular como Iván Cepeda y Piedad Córdoba o las denuncias de los líderes sindicales, en Colombia los derechos humanos son violados y son hechos que pasan frente a nosotros. Y es algo que no se puede negar ni mucho menos ocultar sólo para mantener políticas económicas que sirvan a los intereses de unos pocos, como el libre mercado.