Ver Mensaje Individual
Antiguo 30-08-2011 , 21:41:44   #3
javier5000
Denunciante Popular
 
Avatar de javier5000
Me Gusta
Estadisticas
Mensajes: 1.129
Me Gusta Recibidos: 863
Me Gustas Dados: 270
Ingreso: 23 jul 2006

Temas Nominados a TDM
Temas Nominados Temas Nominados 2
Nominated Temas Ganadores: 0
Reputacion Poder de Credibilidad: 38
Puntos: 40032
javier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del foro
  
Predeterminado Respuesta: El Coronel que confesó 57 falsos positivos



En las áreas rurales de todo Colombia se dieron asesinatos extrajudiciales por algunos miembros de las fuerzas militares.

En la medida que avanzaban los resultados, la empresa criminal operaba como un sedante, y a veces como un juego.

Borja reemplazó a Javier Céspedes Escalona cuando éste tomó vacaciones, y luego de manera permanente. Pudo percatarse de cómo funcionaba la empresa criminal que producía los supuestos éxitos militares. En vez de denunciar decidió callar y se fue hundiendo en ese espiral de sangre caliente. La cadena de la muerte era casi perfecta. Julio Chávez, un civil que en Sincelejo llamaban ‘la Mosca’ cazaba sus víctimas, el soldado Iván Darío Contreras las transportaba y entregaba al cabo Gamboa, quien las daba de baja. Operaban como un clúster empresarial de alianzas estratégicas.

Las víctimas, la mayoría reinsertados, jóvenes desempleados o delincuentes de poca monta, siempre viajaban conscientes de que iban a delinquir y que algo les podía pasar. A veces viajaban tres en una moto a través de caminos escabrosos. Si la escena variaba en algo, no importaba, el coronel Borja era capaz de inventarse un libreto de cine. Decidía quién había disparado primero, cuántos tiros se habían escuchado, la posición de los cadáveres, la hora, el clima y la distancia del objetivo. Lo del juez era lo de menos, por lo regular las declaraciones se hacían en las instalaciones de la Fuerza de Tarea Conjunta. Todo lo manejaban en familia. Quien recibía las declaraciones no sospechaba que el libreto era planeado, con diálogos, colores y olores preparados, como un mote de queso en la Cuaresma.

Las escenas son patéticas. Los nombres no importan. A cualquier muchacho pobre podía pasarle. Por lo regular la cita se daba en una tienda o en una cantina de pobres, en medio de una canción de moda a todo timbal y varias cervezas heladas servidas sobre la mesa. Previamente los ganaderos habían informado de la presencia de personas extrañas en cercanías de su finca. Podía ser Baraya, tierra transitada por los comentarios radiales de Juan Severiche Vergara, el hombre del ‘Troyano de la Sabana’ y ‘Sorayita Villamil’, o en las tierras de los algodonares de San Pedro. Con la información del ganadero, se montaba el libreto y con urgencia se contrataban uno o dos muchachos para brindarle protección a éste contra las bandas emergentes. Era una oferta laboral tentadora para cualquiera de los cinco mil desmovilizados inconformes de las AUC.

Entonces entraban en escena Juan Carlos Santos Vergara o Fabio Alberto Sandoval Feria, dos de las víctimas reales. Uno de ellos se había despedido para siempre de su madre a las 2 de la tarde a inicios de noviembre de 2007, en un barrio pobre de Sincelejo. Su madre desconfió cuando el muchacho tomó la cedula de ciudadanía de ella y salió sin mayores explicaciones. La señora se lamentó, pues pensó que su hijo iba a empeñar el documento. Cuando salió a reclamarle, sólo vio el visaje del humo del mototaxista en que iba. Se lo tragó la esquina para siempre.

A las 5 de la tarde una motocicleta irrumpe en un paraje agreste de Galeras, donde la tierra parece vomitar sangre y aún se escuchan los acordes de la gaita de Nacho Luna atravesando el Pelinkú, un inmenso árbol convertido en notas musicales. El cuadro vivo es inigualable. El arte efímero de Ciro Iriarte le queda pequeño a la macabra escena que va a suceder. El soldado Iván Contreras maneja la moto, la victima va en el centro, y atrás, casi encaramado en la parrilla, aprieta el cabo Gamboa. El nombre del muchacho, Juan Carlos Santos, no les importa a sus verdugos. Sólo saben que va rumbo al cadalso. En las declaraciones su nombre les dice poco. Se cuenta que va en abarcas y mal trajeado. Lleva un arma que le acaban de entregar. Se pone nervioso en el momento en que la moto irrumpe en un camino menos ancho y se enrumba a la finca señalada. La moto se pega en el barro colorado. Allí se pone más nervioso. En la entrada de la finca hay tres soldados imberbes que ya saben lo que pasará. El muchacho no sabe si correr o disparar. Ve escenas de película. Avivado por sus compinches, dispara al aire. Los soldados se tiran al piso y lanzan ráfagas que hieren la tarde. El cabo Gamboa desenfunda su arma y le da dos tiros al muchacho. La escena ha salido perfecta.



javier5000 no está en línea   Responder Citando
 
Page generated in 0,05169 seconds with 11 queries