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armando2007
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Predeterminado Respuesta: Chaín, 'El Mago'

Chaín no ha llorado a nadie. Su trabajo es profesional. Sólo recuerda con afecto a quien nombra la Bella Bumanguesa, una mujer de las que llaman en la región chochaleña, que es el nombre de las gallinas que por viejas ya no ponen huevos. Había llegado de rebusque al pueblo de Olaya, llamado Italia porque muchas mujeres de la vida dicen en su casa que viajan a ese país y aparecen en la zona de tolerancia o chochales.

La bonanza estaba en su clímax, no había cosa que costara menos de 50 pesos porque sólo corrían billetes de esa denominación; había 50 bares, y de los 35 aserríos que hubo cuando se abrió el canal sólo quedaban cinco. Las guerrillas, que se habían tomado el pueblo en 2001, fueron sacadas por el Ejército en 2002 y desde entonces mandaban los paramilitares. Entró El Tío, comandante del bloque Libertadores del Sur, una semana después del Ejército, y no volvió a salir cuando lo hizo la Fuerza Pública. El Tío despachaba desde una oficina, sentado en un escritorio, a la vista de todo el mundo. Su oficio era recibir lo que sus hombres requisaban en los muchos retenes que mandó poner en el río, caños, manglares y caminos secos. Requisaba comida y remesa. Cobraba impuestos a los cultivadores de coca, a los comerciantes, a los empleados públicos y hasta a la Policía extorsionaba.

No fueron pocas las órdenes de mandar raspar a tal o cual persona. Su poder se basaba en el terror. De entrada mató a tres hombres, que Chaín también enterró, uno de los cuales dejó un hijo, llamado El Chivo, que desde ese día juró matar dos paramilitares semanales. Cumplió su promesa al pie de la letra. Cada semana saldaba su cuota. Terminó ingresando a la guerrilla cuando le cerraron todos los caminos, y un día lo mataron.

La autoridad de los ‘paras’ era total, sobre todo en las zonas comerciales y en discotecas, bares y casas de cita. Una de sus unidades se enamoró de la muchacha de Bucaramanga al punto de que le prohibió acercarse a cualquier hombre o mujer. Ella se burló de la orden y se acostaba con quien le pagara o con quien le gustara.


El paramilitar cobró su honor, la cosió a cuchillo y la botó desde un segundo piso. Le destrozó la cabeza contra el suelo y el “cabello, tan largo que sobre él ella se sentaba —afirma Chaín— le quedó lleno de huesitos”. Tuvo que cortárselo a ras para poder coserle el cráneo. Como es sastre de profesión no tiene dificultades en zurcir. Conoce muy detalladamente la anatomía del cuerpo humano. Dice que incluso a los pocos médicos legistas que han venido los descresta mostrándoles “el camino que existe entre el escapulario y el remate del esternón”: un cartílago que se debe cortar para hacer registros legales. En esas estaba con la bumanguesa cuando llegó el paramilitar dizque a ayudarle con una linterna, porque estaba oscuro. Chaín trabajaba con atención. A la izquierda el asesino alumbrando, aprovechaba cualquier descuido del enterrador para tocar a la mujer. Chaín le mandaba el cuchillazo para cortarle la mano. No contó el desenlace del hecho.

Chaín me cuenta, con la niña sobre las piernas, un problema que lo amarga día y noche: el alcalde prohibió pescar muertos en el río, porque las estadísticas de NN “estaban convirtiendo el pueblo en un municipio rojo, y eso no conviene”. Hace unos días, y pese a la orden oficial, Chaín llevó un cadáver a la morgue. Le mandó preguntar al alcalde qué hacer con el difunto. Contestó: “Pues que se lo lleve para su casa”.


Chaín se indignó, se echó al hombro al muerto y lo descargó en la puerta de la Alcaldía. “Al rato —agrega—, la gusanera le bullía debajo de la camiseta y el olor era del infierno. Los empleados salían corriendo por las puertas y saltaban por las ventanas; el pueblo se inundó de hediondez, hasta que el alcalde tuvo que humillarse y pedirme que hiciera mi oficio. Lo hice porque nadie sabe hacer lo que yo hago y si lo sabe, tampoco se atreve. Todo finado tiene derecho a su casa, el cementerio”.

El día que dejé el pueblo, la Cruz Roja había construido 50 placas en cemento para señalar los lugares donde están enterrados los muertos a los que ha dado cristiana sepultura Chaín, El Mago, acompañado de su secretario y, muchas veces, ayudado por Chaína, como se conoce a Isnavely. La niña fue al puerto a despedirnos.


Enlace: http://www.elespectador.com/impreso/...-chain-el-mago

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