Nueve meses de cárcel por hurto de 4 cuadernos
El caso ocurrió el primero de agosto del 2008. Ese día, Héctor Fabio Suárez y Martha Helena Álvarez ingresaron a una papelería del barrio La Marichuela, en Ciudad Bolívar, sur de Bogotá. El establecimiento está ubicado en la calle 77 sur, por la vía a Usme.
"¿En qué les puedo ayudar?", preguntó el dependiente que en ese momento atendía la papelería. Sin embargo, Héctor Fabio y Martha Helena guardaron silencio y se concentraron en observar la mercancía exhibida en las vitrinas del establecimiento.
Minutos después, Martha Helena salió apresuradamente del local. Bajo su ropa llevaba escondidos los cuatro cuadernos, avaluados en 31.800 pesos, y los cinco cuentos infantiles que había sustraído de una de las vitrinas. Sin embargo, el dependiente la descubrió y le exigió que devolviera la mercancía. En ese momento, Héctor Fabio sacó un cuchillo y amenazó con el arma al empleado de la papelería. Luego, la pareja de ladrones huyó apresuradamente por las calles del barrio.
Tras el robo, el dependiente avisó a la Policía. De inmediato una patrulla buscó a los responsables del hurto y los capturó a unas cuadras del local donde funciona la papelería. Ante la justicia, Martha Helena Álvarez y Héctor Fabio Suárez aceptaron cargos por robo a mano armada. El Juez 55 penal del Circuito, con funciones de conocimiento, acaba de dictar sentencia: "Culpables", bajo cargos de hurto agravado y calificado, un juez los condenó a nueve meses de prisión.
Sentencia por 'guerra del centavo'
La Corte Suprema condenó el 3 de diciembre del 2007 a seis años y medio de cárcel al conductor de una buseta que lesionó a uno de sus colegas durante una pelea por recoger pasajeros en la carrera 13 con calle 50. En enero de 1998, Jairo R. Monroy atropelló con su buseta a Pedro A. Reyes Ríos, conductor de un bus.
El escándalo por tocarle la cola a una mujer
El 31 de octubre del 2006, Víctor García, mensajero, fue condenado a cuatro años de prisión por tocarle la cola a Diana Marcela Díaz, bajo el delito de acto sexual violento. La condena causó revuelo por su severidad y aunque muchos pedían sanciones ejemplares, los cuatro años de cárcel parecían muchos en este caso.
Sin embargo, después tiempo después, los nueve magistrados que estudiaron el caso determinaron que la conducta de García no se puede calificar como un delito sexual y ordenaron su libertad inmediata.
En el último capítulo del caso de la tocada de cola, que precipitó una condena de cuatro años de prisión al mensajero Víctor Alfonso García, la Corte Suprema de Justicia le abrió las puertas de la prisión al protagonista.
"La Corte llegó a la conclusión de que ese hecho, tal como sucedió, es decir, el tocamiento sorpresivo de partes íntimas de la dama, no aparecía definido en la ley penal colombiana como delictivo.
"Sin embargo, encuentra que la conducta sí es delictiva, no como delito sexual, sino como un delito contra la integridad moral", explicó el magistrado Álvaro Orlando Pérez.
Para los nueve magistrados que revisaron el caso, el mensajero incurrió en injuria de hecho, delito castigado con una pena de entre uno y tres años de prisión. La Corte Suprema de Justicia anuló el proceso y ordenó que la Fiscalía lo reinicie.
El debate
A parte de las consideraciones, no se trata de castigar a unos y absolver a otros. Todo el que infrinja la ley debe responder ante la Justicia y pagar una pena proporcional. No se entendería que un hombre que agredió a una mujer, al tocarla de manera abusiva, sea exonerado del todo o que el tendero observe cómo quien intentó estafarlo con un billete falso es perdonado.
La discusión es la proporcionalidad de la pena. En ese sentido, el nuevo ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, ya dio las primeras puntadas de hacia dónde va el debate: "La justicia tiene que ser más eficiente y más dura con quienes han tenido más oportunidades y más responsabilidades".
Esguerra anunció que el Gobierno tendrá que entrar a revisar estos temas, lo que implicaría una reforma al Código Penal, para que no se vuelvan a presentar casos , como los del comprador del billete falso y el defraudador del Distrito, quienes terminaron con penas muy similares.