De pequeño, vi que habían unas monedas sobre la mesa, y bueno, todos somos débiles a la tentación de comprarnos una golosina, las tome aunque sabía que estaba mal robar. Resulta que mi hermana estaba viendo, ella siempre ha sido una contradictora de mi democrático proceder, le iba a regalar un chicle mascado, pero este mundo esta lleno de desagradecidos, así que sin mediar palabra ni mordida ella gritó:
MAMA!
Rápidamente puse el dinero sobre la mesa, mi madre sorprendida pedía explicaciones, me sentía como declarando ante la comisión de acusaciones, y es que seamos sinceros, las madres prefieren a los hijos varones, yo le aclare que mi hermana siempre me ha visto con malos ojos, que me estaba diciendo que nos fueramos por mitades pero yo, probo como el que más, arroje las monedas en claro gesto patriotico, de lealtad hacia mi madre.
Mi hermana iba a defenderse, conociendo su sagacidad hubiera dicho algo que me pudo haber inculpado, así que no le dí la palabra y finalicé mi discurso como el prohombre que soy, exclamé señalando con el dedo:
TERRORISTA!
La tunda que le dieron a esa pobre niña