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Antiguo 12-08-2011 , 18:50:43   #6
javier5000
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javier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del forojavier5000 Es un dios del foro
  
Predeterminado Respuesta: Los escalofriantes datos de la iglesia catolica

Por ejemplo, el desorden causado por la Fundación Canónica Caja Vocacional obligó a la Iglesia a pagar más de 6.400 millones de pesos a principios de los años noventa a quienes confiaron en su director, monseñor Abraham Gaitán Mahecha. La institución, una especie de DMG religiosa que funcionaba hace casi treinta años y que duró más de un lustro, recibió aportes de miles de ciudadanos incautos bajo la promesa de entregar intereses mucho mejores que los de cualquier banco; el momento en el que se descubrió la estafa coincidió con la visita a Colombia de Juan Pablo II y para evitar que cancelara el viaje, las autoridades decidieron aplazar la investigación, lo que agravó más la situación.

La estafa incluyó un complicadísimo proceso en el que, al final, a Gaitán se le comprobaron delitos como captación ilegal de dinero, especulación de dólares y finca raíz y evasión de impuestos, pero el obispo nunca recibió una pena civil, por negligencia de la justicia. Corrió el rumor de que el jerarca fue encubierto por el Vaticano; sin embargo, monseñor Ramírez explica que "yo no digo que el padre Gaitán se embolsillara plata, pero sí se tomó atribuciones que no le correspondían. En lo eclesiástico, se pidieron cuentas y él salió del puesto en el que estaba. Nosotros pagamos hasta el último centavo a la gente que se sintiera maltratada por esos negocios que habían hecho con bastante confianza en la Iglesia. A él se le llamó la atención y, si tiene alguna vergüenza, allá él con su conciencia".

Y tal vez fue la conciencia la que llevó al padre José Francey Díaz a confesar que, después de golpear a su mujer y a su hija hasta matarlas en la casa cural, con la ayuda de un ciudadano las llevó a un paraje en la carretera que une a los departamentos de Caldas y Risaralda, las roció con gasolina y las incineró junto con varias fotografías y pruebas del parentesco entre las víctimas y él. El motivo del crimen, al parecer, fue la amenaza por parte de la mujer de denunciarlo ante las autoridades eclesiásticas por sus constantes violaciones al celibato: no sólo tenía esposa e hija, sino que sostenía romances con otras mujeres del pueblo. Díaz pasará 23 años en la cárcel, sólo la mitad del tiempo que tiene realmente la sentencia porque, gracias a la flexibilidad del sistema penal colombiano, al admitir lo que hizo ganó varios beneficios. Pero por ser sacerdote no tendrá ninguno.

Aunque los clérigos se han visto involucrados en otros delitos, las denuncias de pederastia son las que más han llamado la atención de los medios y, ahora, se les están sumando acusaciones de encubrimiento contra los jerarcas. Los señalamientos incluyen al actual Papa, a quien algunos grupos de víctimas están pensando en llevar a la Corte Penal Internacional al considerar que ocultar los abusos sistemáticos a menores puede ser un delito de lesa humanidad.

Jurídicamente resulta poco probable que estas denuncias prosperen, pero la indignación pública es inevitable cuando se revelan pruebas como una carta del año 2001 en la que el cardenal colombiano Darío Castrillón le decía al obispo francés Pierre Pican: "Os felicito por no haber denunciado a un sacerdote ante la administración civil. Lo has hecho bien y estoy encantado de tener un compañero en el episcopado que, a los ojos de la historia y de todos los obispos del mundo, habría preferido la cárcel antes que denunciar a su hijo sacerdote".

Para monseñor Ramírez la motivación de esa carta es muy simple: "El obispo es juez y es padre. Como juez busca la explicación y exige lo que haya que exigir, pero como padre es benigno con sus hijos", declara.

"Hay una cosa importante relacionada con detalles íntimos de la Iglesia: si se defiende el secreto de las personas, mucho más se debe defender el de las entidades que están trabajando con algo tan sagrado, que no es plata, sino la conciencia. Si a mí viene cualquier criminal y en confesión me cuenta lo que hizo, eso se queda como un secreto de confesión y le doy los consejos del caso, pero yo no sé nada ante cualquier autoridad, primero me matan pero yo no violo el secreto de la confesión.

Además existe el secreto de oficio, como el de un abogado o el de un médico. Si me dicen que el padre tal, que es de mi diócesis, cometió este abuso, yo les digo que recibo la queja y adelanto un proceso basado en el Código de Derecho Canónico, pero ese proceso es ante la Iglesia. Si un juez me cita, yo no le puedo entregar nada porque eso es custodia sagrada. Si quieren que haya justicia, pongan la demanda ante lo civil, para el bien de la comunidad".

Así como un ciudadano tiene derecho a no declarar contra sus parientes cercanos, monseñor insiste en que "un obispo no está obligado a entregar los documentos que son secretos en su investigación. Que declaren todos los testigos o los afectados. Yo les digo que no es pecado acusar a un padre, el pecado es no acusarlo, pero yo no puedo violar los secretos que tengo. Eso no es encubrimiento". Sin embargo, el mismo Papa lo contradice: "Hoy vemos que no se trata de amor, cuando se toleran comportamientos indignos de la vida sacerdotal".

No porque un delito sea cometido por un cura es más grave que uno cometido por un militar, por un político o por un civil, pero para la gente queda la impresión de que la curia está perdiendo su autoridad moral al permitir que casos como el de José Francey Díaz y el de otros cincuenta sacerdotes colombianos lleguen a un extremo tan brutal por el solo hecho de ocultar una relación de pareja bajo el celibato.

Y si ante los hombres su pena de 23 años no se trata de la más dura, ante el Todopoderoso parece un pañito de agua tibia: la conclusión de monseñor Ramírez es que "en la Iglesia no hay penas de dinero, estrictamente no hay penas de prisión, pero sí está la pena del ejercicio. Si a un político lo tumban y no lo dejan volver a ejercer, es una vergüenza. En cambio para nosotros el sacerdocio es la vida misma, es casi preferible morirse uno antes que recibir una sentencia de esas porque es una muerte espiritual.

Los que no estiman la misión sacerdotal dicen que eso no es nada, pero la peor de las desgracias es ser un sacerdote fracasado". Y según las cifras, en Colombia y en el mundo hay toda una legión de fracasados.

FUENTE: http://www.revistadonjuan.com/intere...mbiana/7793744[/SIZE]

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