Así comenzó el narco en pueblo de Veracruz…
*Narcotráfico se ha traducido en levantones, secuestros, desapariciones, rescates millonarios, tiroteo, crímenes, extorsiones, cuotas al comercio y policías corruptos, alcaldes amenazados y pueblos semidesiertos
Un ciudadano de Veracruz cuenta la historia de cómo, de qué manera inició el narcotráfico en su pueblo:
‘’Hace un año llegaron al rancho unas personas extrañas, pero con mucho dinero. La gente decía que no eran buenas personas. Ellos iban mucho a una tienda cerca de donde vivo y la encargada, una señora, decía que compraban sin medida. De pronto, también comenzaron a llegar unos gringos.
El jefe de ellos compró un rancho cuyo valor calculo en unos dos millones, pero de dólares. Ahí metieron caballos pura sangre, ganado de la mejor calidad, borregos, venados y hasta un leopardo y dos tigres.
Con las semanas, se aparecían en un restaurante, todos juntos, en montón. Un día, después de comer, pidieron unas barajas para jugar, pero como el jefe de meseros no tenía baraja, les ofreció una lotería y la aceptaron.
Al ratito, uno de ellos se levantó de la mesa y fue a su carro, una Lobo del año, con placas de Michoacán. Sacó un maletín blanco y cuando lo abrió en la mesa estaba repleto de billetes de mil pesos. Jugaron hasta perder. La mera verdad, fue genial verlos jugar, y más, porque somos un pueblo pobre y marginado.
A cada rato iban al restaurante, comían y bebían y jugaban. Su presencia se convirtió en familiar para el pueblo.
Un día, el chofer de un camión de pasajeros llegó muy asustado al pueblo y pidió un trago en el restaurante para calmarse. Luego, dijo a uno de los meseros:
‘Fíjate, venía en mi ruta y al llegar al rancho donde están los narcos el camino estaba tapado. Un encapuchado se subió a mi carro y otros se quedaron abajo y el que se trepó al autobús dijo que todos se botaran al suelo. En su chamarra tenía el logotipo de la Marina, pero cuando empezaba llegaron otros malosos y se armó la balacera. Fue algo horrible.
Después, así nomás, desaparecieron. Pero a las tres, cuatro semanas, regresaron. Y ahora, con más gente, en carros de lujo, con placas de Michoacán.
Un fin de semana apareció un señor a quien apodaban ‘Don Chito’. Y el señor decía que ellos eran buenas personas, trabajadoras, dedicadas al campo, y anduvieron tranquilos y calmados.
Un día, desapareció una muchacha. Se llamaba Monse. La secuestraron. Y si la familia pagaba el rescate, un millón de pesos, la soltaban, y si no, ni modo, la mataban. Así de simple y sencillo.
LA AMANTE DE UN NARCO
Yo, por desgracia, me enrolé con uno de ellos. Le dicen ‘El mayor’. Me tiene amenazada. Dice que si lo dejo, me pasará lo mismo que a la antigua mujer de mi suegro, quien de pronto se fue y jamás volvimos a saber de ella. La mataron.
Y por eso mismo tengo que aguantar que ‘El mayor’ ande con viejas y que me golpee. Pero ya no aguanto.
‘El mayor’, mi amante, tiene dos hijos. Uno de 15 años, estuvo preso en Estados Unidos por asesinato. Y el otro, duró preso un año por secuestro.
Mucha gente del pueblo se ha ido… por miedo y temor. Y en sus nuevos pueblos se esconden. Mi tía, por ejemplo, vive lejos del rancho por miedo a que la busquen. ‘El mayor’ me ha platicado que ellos secuestran por dinero para crecer en lo económico. Dice que cuando secuestran a una persona la vigilan durante una semana, dos semanas, o más tiempo, para saber quiénes son, cómo viven, qué hacen, y así, planean el secuestro y deciden el monto del rescate.
Los malosos tienen todo. Dinero, lujos, autos, mujeres, etcétera. Pero al mismo tiempo, andan con miedo de que los atrapen. Es más, conozco a unos malosos que andan todo pordioseros para demostrar que son otras personas. Andan siempre cuidándose unos a otro.
Ellos han comprado casa en muchos lugares, pues no pueden vivir en una sola. Por miedo. Los malosos que conozco tienen seis, siete, ocho casas, en distintos lugares. La mayoría son casas feas, muy feas, y en el rancho tienen una casa de lujo, pero ahí nadie entra sin permiso, porque quien entra y no lo conocen… lo matan, sin preguntar.
Yo pienso que los gobernadores deberían poner la pena de muerte a los secuestradores, porque no conforme con el daño sicológico que dejan al secuestrado, muchas veces los matan, aun pagando el rescate millonario’’.