Don Quijote se va y yo me quedo hasta el final de la cerveza. Ya ha pasado mucha gente. Dejo el envase y me sumerjo en la romería de gente. Camino despacio, respirando el aire inundado de humo. Las sombras de los árboles hacen más llevadero el intenso calor y el recorrido. Llevo puestos mis lentes de sol estilo Andrés Calamaro y un morral. Camino solo entre la multitud, pero la alegría de la marcha me contagia rápidamente. Me provoca acercarme a mis vecinos, un par de sujetos con pinta de jugadores de golf, y pedirles una calada de un porro morrocotudo que se fuman y de esa manera cogerle a la fiesta. Pero no, me contengo. La cuestión hoy es de trabajo. Veo a un grupo de tipos con chalecos y gorras color gris. Uno de ellos tiene una Motorola. Se dispersan y el de la Motorola queda solo. Saco mi libretica, el lapicero, salgo de la corriente humana. Voy de cacería y me le acerco.
Me dice que sí, que trabaja para la Alcaldía, para La Personería más exactamente y está vigilando cómo se comporta La Policía frente a los manifestantes.
?¡Ah, ¿sí?! ?le digo? o sea usted vigila a los vigilantes.
?Básicamente defendemos los Derechos Humanos y la gente hoy está ejerciendo un derecho de opinión y eso se debe hacer respetar.
?La Policía le deben tener a usted en aprecio ?digo entre dientes.
?¡Oiga! ?me dice y me mira a los ojos?, y usted ¿para quién trabaja?
?¿Yo? Pues para… para mí…, para nadie…, para Hoja Blanca.
Entonces me mira con suspicacia.
Le voy a preguntar otras cosas pero me da la espalda y sigue caminando como si tuviera mucho afán.
?Métase a la web de la personería ?me dice y le veo el chaleco gris por la espalda? allí consulta lo que necesita.
¡Carajo! ?pienso? la desconfianza de la gente. Mejor me quito estos lentes oscuros.
En el informe anual de 2010 de La Personería de Medellín, organismo que se encarga de la defensa de los derechos de los ciudadanos, hay una breve pero contundente referencia: “de todas las manifestaciones, protestas y marchas que se realizaron en Medellín a lo largo del año, la marcha en pro de la legalización de la marihuana fue la más pacífica y organizada.”
Flotando sobre la manifestación, hay una pancarta: “Somos amor, somos respeto”. Ya sin los lentes vuelvo a caminar metido entre la gente. Hay un grupo raperos con camisetas hasta las rodillas y pantalones como globos. Unos de ellos con la teja de su gorra sombreándole la oreja, sostiene una manzana verde que hace de pipa. Para fabricarla, el rapero taladró la manzana de un extremo a otro con la punta y el diámetro de un lapicero. Luego insertó el porro en una de las perforaciones y por el otro lado quedó lista la boquilla. Con cada calada, o plón o calvazo, la vena de humo caliente se desplaza por el conducto interior de la manzana, dejándolo negro como el interior de una chimenea. La manzana sirve como pipa, pero después se come. La parte más apetecida es precisamente ese cilindro tiznado en el interior de la manzana, pues en él ha quedado parte del espíritu sicoactivo de la marihuana. Por eso, más adelante, cuando el rapero y sus amigos le den mate al bareto, de la misma manera que se rotó la manzana para fumar, se la rotará para morder.
Sigo bajando al lado de la gente. Un mancito con un porro en la boca saluda a un policía bachiller. ¡Entonces qué hermano, va a fumar! Y se chocan la mano. ¡Venga, venga, no importa que tenga uniforme, qué va, venga! Cuando me puse en contacto con los organizadores esto me dijeron: “Quienes salieron a las calles exigen de manera pacífica y alegre: Cortar el nexo de la marihuana y sus usuarios, con el narcotráfico. Acceder a información real, científica y actualizada, dejando de lado los mitos sobre la marihuana.”
La marcha ahora llega al cruce entre la Avenida La Playa y la avenida Oriental. El tráfico está detenido. Agentes de Tránsito detienen los carros y dejan pasar la manifestación. El evento fue apoyado por la Presidencia de la República y la Alcaldía de Medellín. Otros apoyos vinieron de parte de la Revista Cáñamo de Chile, Revista T H C de Argentina y Fundación Ojos Rojos de Medellín.
En el semáforo hay un taxista con los brazos cruzados. Sin previo aviso quedó estancado en el semáforo. La longitud de la manifestación es una boa gigante, larga y gruesa de varios cientos de personas. No tengo idea de la cantidad de gente. Pero hay mucha mucha mucha. Uno de los grupos que convocó es The weed brothers. En el Facebook cuenta 3666 contactos. Al evento público, convocado por la misma red, 5320 personas aceptaron la invitación y otras 1800 dijeron que “tal vez” asistirían.
¿Pero cuantas personas hay hoy? No sé, mire las fotos y vea la multitud.
Continúa...