Cuando la mayoría de la opinión pública está constatada por aquellas personas que están de acuerdo con la mayoría de políticas de quien gobierna, puede tornarse difícil para quienes deciden oponerse emitir alguna opinión.
Bueno, eso depende del país. Porque si hablamos de los países europeos, que en su mayoría son democracias fuertes y bien constituidas, la labor de la oposición es vista como un sector participativo que tiene la función de regular las iniciativas de quienes están de parte del gobierno de turno, aunque en otras iniciativas el consenso entre oficialistas y opositores es general. En España, por ejemplo, la mayoría de partidos que tienen representación de algún tipo se oponen a las acciones criminales de ETA.
En los países latinoamericanos es muy difícil encontrar este panorama de equilibrio. Podríamos hacer excepciones como Chile, Uruguay o Costa Rica, países políticamente muy estables. Pero otros casos muestran escenarios donde ser parte de la oposición acarrea una difícil posición con la sociedad, siendo Colombia uno de estos países donde la labor de la oposición es sumamente difícil.
En un país históricamente gobernado por la derecha, la izquierda ha enfrentado muchas dificultades por su posición. Sin embargo, en el gobierno de Álvaro Uribe la oposición fue blanco de críticas mordaces y señalamientos pasados de tono.
Desde el inicio de su gobierno en 2002, el principal grupo de oposición fue el Polo Independiente (hoy Polo Democrático Alternativo), liderado entonces por 'Lucho' Garzón. Durante los primeros años no habían mayores conflictos, seguramente debido a que la posición del Polo entonces era más moderada. La posterior salida de Lucho del Polo en 2005 produjo cambios internos dentro del partido opositor, tornándose más radical la posición.
Fue entonces cuando muchas diferencias entre el Uribismo y la oposición, a la que se sumaba el Partido Liberal, empezaron a profundizarse, especialmente en el asunto del conflicto armado, ya que Uribe sostenía la idea de que en Colombia no existía conflicto armado sino una amenaza terrorista que había que acabar por la fuerza, mientras que el Polo sostenía que en Colombia había un conflicto armado y que debía pensarse en una salida política a la guerra, algo con lo que Uribe no estaba de acuerdo. Fue quizá a raíz de esto que el Uribismo comenzó una campaña sistemática de propaganda negra contra la oposición y especialmente contra el Polo, del que dedujo (aunque de modo discreto) que algunos militantes del PDA tenían nexos con las FARC. Teniendo en cuenta que algunos integrantes del Polo alguna vez fueron subversivos, fue lo que llevó a muchos uribistas a hacer esta deducción.
Pero si bien no se tratara de una campaña de estigmatización, lo que sí es cierto es que la oposición, principalmente la que proviene de la izquierda, ha estado bajo la presión del oficialismo y la opinión pública a favor del gobierno actual en cuanto al hecho de que deben condenar enérgicamente las acciones criminales de grupos como las FARC y el ELN y que además deben considerarlos terroristas. En muchas ocasiones se han condenado dichas acciones criminales y muchos militantes de la izquierda consideran que estos grupos son criminales, pero parece que para la mayoría de la opinión pública, uribista, no es suficiente.
Lo que sí es cierto es que la mayoría de colombianos rechazamos los crímenes de estos grupos, aunque algunos lo expresemos de una manera distinta. Entonces, si el rechazo es general, ¿qué es lo que hace falta para convencer a la mayoría que la oposición no "está en el bando enemigo"?