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Predeterminado Entrevista: 'Lo peor que puede pasar es que Uribe y yo nos agarremos': Santos Calificación: de 5,00

Los mejores licores
El presidente de la República, Juan Manuel Santos, habló con María Isabel Rueda.

El presidente afirma que Chávez está cumpliendo con su palabra.

¿Quién iba a pensar que se le instalaría encima de su gobierno este oscuro nubarrón del invierno?
Pues créame que el día de mi posesión, cuando me fui a la sierra nevada de Santa Marta a saludar a los mamos, ellos me advirtieron que la naturaleza se vengaría de los abusos del hombre y que el país se vería enfrentado a grandes inundaciones en su territorio.

Pues sí que tenían razón. La madre Tierra está furiosa.
Y con razón. Hemos maltratado demasiado el medio ambiente. Hay que hacer muchísima pedagogía para que la gente entienda la magnitud de semejante tragedia, que nos desbordó a todos. Lo que quisiera es que todos colaboremos para salir adelante lo mejor posible. En estas tragedias, la unión es fundamental.

Algunos sectores sostienen que la ayuda a los damnificados es lenta y la reconstrucción, mucho peor...
Esas críticas son injustas y contrarias a la verdad. Todos los veedores internacionales que hemos llamado a que nos supervisen y nos aconsejen cómo podemos hacer las cosas mejor nos dicen que estamos haciendo lo que toca y hasta más. Lógicamente hay problemas, cuellos de botella, pero en la inmensa mayoría de los casos esto se ha resuelto rápidamente. La ayuda está llegando, más de 900 obras pequeñas han sido autorizadas y están en ejecución, pero las obras grandes no pueden iniciarse sino hasta que el invierno pase. Y el invierno no ha cesado en un año. Eso es lo que la gente tiene que entender.

¿Hasta cuándo se pronostica que se va a extender?
Dice el Ideam que hasta finales de junio.

¿Es cierto que la Cruz Roja no ha dado el ancho en su responsabilidad de construir albergues?
Con la Cruz Roja y los organismos de socorro no tenemos sino gratitud. Lo que pasa es que en el caso de los albergues se cometió un error, y fue contratar con diferentes proveedores, y estos están entregando el material sin coordinación. Pero esos albergues se van a hacer; el problema es que se retrasaron. Fue un error de logística.

¿Qué tan cierto es que los alcaldes y gobernadores, aterrados por los escándalos de corrupción, están congelados y no se atreven a contratar?
Algunos sí. Y hay que explicarles cómo proceder, porque hay cierto miedo a tomar decisiones y en esto no puede uno titubear. Aquí, sin duda, hay un cuello de botella.

¿La robadera está controlada?
Yo creo que sí. Hay casos, como siempre sucede, pero en términos generales la ayuda está llegando en forma ordenada y a quienes debe llegarles.

¿Qué tan grave fue para usted la decisión de la Corte de tumbar la segunda emergencia?
Fue grave. Pero no quiero ni mucho menos cobijarme con el fallo para justificar que el Estado no entre con toda su fuerza a resolver los problemas de los damnificados. Esto hay que solucionarlo, lo estamos solucionando y vamos a salir adelante.

¿Esa actitud tan comprensiva con la Corte es sincera o es para establecer un contraste de manejo con el anterior gobierno?
Es sincera. Le leí un artículo a Rodrigo Uprimny que me hizo entender muy bien la actitud de la Corte. A ella no le gusta que el Ejecutivo asuma poderes que no tiene, por filosofía. Y si encuentra la posibilidad de controlar esa eventualidad, lo hace. Eso es sano para la democracia en general, aunque crea problemas como el que estamos sufriendo, pero no tengo ningún reparo. La verdad es que la Corte, a pesar de haber tumbado la segunda emergencia, ha sido bastante colaboradora.

¿No es un poquito insólito que a los magistrados les parezca más grave una fisura en la teoría de la separación de poderes que las del Canal del Dique?
Ellos argumentaron que no justificamos bien la segunda emergencia. Lo que pasa es que este desastre va in crescendo, y la declaratoria de esa primera emergencia no nos dio el suficiente tiempo para detectar todo lo que necesitamos actuar con la diligencia del caso. Esto que estamos afrontando nunca lo ha vivido el país. Nuestra institucionalidad frente a la prevención y control de desastres es muy pequeña ante la magnitud de esta tragedia. Y aquí, como dice la canción, hemos tenido que hacer camino al andar.

Si todo era posible solucionarlo sin la segunda emergencia, ¿por qué se fueron por esa vía, exponiéndose a que la Corte declarara su inexequibilidad?
Sin la primera emergencia estaríamos en problemas gravísimos. Nos complicaron la vida con la segunda emergencia, porque muchos de los procedimientos que habíamos previsto para facilitar el funcionamiento del Estado hay que hacerlos ahora por la vía ordinaria, y eso se demora más. El Congreso ha colaborado mucho. En general, el Estado está funcionando. No es sino ver a las Fuerzas Militares, a los organismos de socorro y de control y a la mayoría de alcaldes y gobernadores jugándosela de una forma impresionante, otros no tanto, pero en términos generales vamos bien. Mi preocupación es que esta emergencia está creciendo a unas velocidades impresionantes. ¿Qué posibilidades tiene el Estado para afrontar esta tragedia si esto sigue empeorándose día tras día y no sabemos dónde va a parar?

Pues eso es exactamente lo que me preocupa. Que usted termine estrellándose contra la muralla de la ineficiencia del Estado y, al final del día, esta caiga con todo su peso sobre las buenas intenciones del Gobierno. ¿Está preparado para esa realidad?
Toda mi vida he estudiado lo que he llamado la filosofía del buen gobierno, que es precisamente lograr que el Estado funcione. Estamos haciendo todo lo inimaginable para que lo haga, y en cierta medida está funcionando. Tengo un gran sentimiento de gratitud hacia los miles de personas que están ayudando y siendo solidarias. De esto vamos a salir. Por supuesto que el Estado es paquidérmico, como un elefante blanco que no camina al ritmo que uno quisiera, pero tenga la seguridad de que lo vamos a hacer funcionar. Esta noche le hablaré al país para explicarle la magnitud de la situación, qué estamos haciendo y por qué debemos unirnos para salir adelante.

Los oscuros nubarrones internos no existen sobre Colombia a nivel internacional. La revista 'Semana' lo acaba de graduar de líder regional. ¿Cómo se siente con ese título?
No me siento líder de nada. Estoy, simplemente, haciendo una política exterior con una canciller y un equipo maravillosos, para que Colombia vuelva a ser relevante en el escenario internacional. Y creo que lo estamos logrando.

¿Cree justificada la crítica de que en el caso del TLC con EE. UU. aceptamos unas imposiciones en el tema laboral, que si son tan favorables para nuestros trabajadores debieron venir de nuestra propia iniciativa?
Nada de lo que está ahí es diferente de lo que habíamos prometido en la campaña. ¿Qué hicimos? Sentarnos, hacer la lista de lo que habíamos prometido, lo ordenamos y le pusimos fechas. Eso nos ayuda incluso a cumplir con nosotros mismos. Nada de lo que está en ese plan de acción con EE. UU. es algo que nos moleste o nos cause una dificultad.

Si eran promesas de gobierno, ¿por qué esperar a destaparlas frente a Obama, lo que hace que parezcan exigencias suyas?
Por decirlo así, fue una carambola a varias bandas. El presidente Obama también necesitaba mostrar avances que le permitieran impulsar el acuerdo, después de tanto tiempo de haber estado estancado.

Por cuenta de la presidencia de Unasur, algunos de esos países comienzan a hacernos exigencias contrarias a la forma de pensar de Colombia, como la condena de la guerra contra Gadafi en Libia. ¿Darles gusto será el precio que tendremos que pagar porque nos permitieron presidirla?
Lo que Unasur debe hacer, y desde un principio así se estableció, es encontrar los comunes denominadores entre sus distintos miembros y trabajar sobre ellos. Hay diferencias entre países que son irreconciliables. Por ejemplo, le dije al presidente Chávez, sentado ahí donde usted está sentada: no hablemos de Libia porque nunca nos vamos a poner de acuerdo. No debemos meter a Unasur en eso. Hay unas cosas que se pueden hacer, y otras que no.

Que Unasur no se meta en Libia es entendible. ¿Pero que no apoye a Ecuador, a pedido del presidente Correa, por los problemas diplomáticos que tiene con EEUU...?
Eso no recoge el consenso y Unasur se estableció para que fuera todo por consenso.

Volviendo al plano nacional, ¿por qué se dio de baja al general Matamoros?
Me dolió mucho porque le tengo un gran aprecio. Pero no tenía alternativa, era lo correcto y lo conveniente. Él viene de una gran familia con una gran tradición militar y espero que salga por la puerta grande.

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