Tema: College Inc
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Antiguo 14-04-2011 , 11:14:40   #2
Diego San
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Predeterminado Respuesta: College Inc

Las razones que se esgrimen a favor de las universidades con ánimo de lucro están ligadas a la precaria situación económica de los Estados Unidos en tiempos de globalización y lucha de mercados. "En la práctica debemos pagar por las cosas, y cuando los recursos son escasos, como ahora, debemos tomar decisiones acerca de dónde invertirlos", dice DeFusco. "En las universidades tradicionales hay un decano adjunto por cada tres profesores. Para el americano promedio, que vive en una estructura organizativa diferente, resulta ilógica la manera en que las estructuras organizativas funcionan en el mundo académico". Las universidades con ánimo de lucro, por su parte, recortan gastos al eliminar tanto los contratos de tiempo completo como la carrera docente, al disolver los sindicatos y prescindir de las asociaciones de estudiantes. También se excluye de las políticas académicas el ámbito de la investigación pura, se cierran las carreras poco rentables y se sacan del currículo las asignaturas que no estén directamente orientadas a la formación profesional. Y es que, según DeFusco, la investigación en la universidad tradicional "no produce ideas revolucionarias que cambiarían el mundo" sino "ideas que se ubican en un ámbito muy estrecho que sólo serán leídas por los amigos y gente que piensa lo mismo". Pero DeFusco -quien es Ph. D. en Educación de la Universidad del Sur de California- espera no ser malinterpretado: en su vida como estudiante en una universidad tradicional, las clases que tomó y que no tenían ningún propósito profesional definido han estado entre las más importantes. "Reconozco su valor", dice. "Pero en la medida en que los recursos se hacen más escasos, ¿puede todo el mundo darse el lujo de aprender más de lo que necesita aprender?".

Tanto el documental de Frontline como los escándalos y las demandas recientes no sólo de ex alumnos insatisfechos, sino también del Estado Federal, muestran que los inversionistas de Wall Street no arriesgarían su preciado capital en un sector tan poco atractivo como la educación superior, si no estuvieran atraídos por una fuente segura de rentabilidad: el dinero público, que fluye a las universidades a través del sistema de subsidios y préstamos educativos que ofrece el Estado. Según Daniel Golden -editor de Bloomberg News y experto en el tema-, en los años noventa el mercado de las instituciones con ánimo de lucro estaba concentrado en adultos que querían mejorar su situación laboral y estaban dispuestos a pagar por ello. Sin embargo, la presión por la expansión económica que impuso la capitalización en la bolsa de valores condujo a una ampliación del mercado a través de campañas agresivas de reclutamiento de nuevos estudiantes, es decir, lo que Michael Clifford llama "marketing". A través de intensas campañas de publicidad a menudo engañosa, de call-centers y de ejércitos de "consejeros profesionales", las universidades con ánimo de lucro han logrado atraer a cientos de miles de jóvenes, en especial inmigrantes y miembros de grupos sociales que habían sido tradicionalmente excluidos de la formación profesional. La estrategia consiste en ofrecerles un futuro brillante y unos ingresos holgados gracias a la obtención del título, con los que los estudiantes podrán pagar los créditos educativos del Gobierno Federal. Hace diez años, el 48% de los ingresos de la Universidad de Phoenix provenía del gobierno a través de los préstamos y los subsidios a los estudiantes; en 2010, esta proporción llega al 86%. Esto hace que el negocio sea muy rentable. A comienzos de la década, "la ayuda federal a las universidades con ánimo de lucro, en subsidios y préstamos a los estudiantes, sumaba unos 4.500 millones de dólares", explica Golden. "En 2009 llegaba a los 26.500 millones, es decir, un incremento del 600 por ciento, seis veces, en nueve años".

De acuerdo con el senador Harkin, el 10 % del total de estudiantes matriculados en Estados Unidos están en las universidades con ánimo de lucro; sin embargo, ellas reciben el 23% de los créditos y subsidios educativos que otorga el estado. A pesar de la eficiencia en la orientación de sus recursos, la educación en estas universidades es costosa, y no sólo porque sus gerentes deben recompensar el esfuerzo de los inversionistas en el competitivo mundo de la bolsa de valores. Mientras que la Universidad de Phoenix, por ejemplo, gasta el 20% de su presupuesto en los docentes, ha invertido hasta el 25% en publicidad para atraer nuevos clientes. Estos costos se traducen, efectivamente, en los altos precios de las matrículas: una formación técnica de dos años cuesta cinco o seis veces más que en los community colleges, y una carrera de cuatro años cuesta el doble de una universidad pública. Por eso, la deuda de los estudiantes de las universidades con ánimo de lucro puede llegar a duplicar la de los de las universidades tradicionales. El documental presenta algunos casos como el de Sherry Haferkam, quien estaba buscando un programa de maestría en psicología cuando habló con un consejero profesional de la Universidad de Argosy, en Dallas. El consejero le recomendó presentarse de una vez al programa de doctorado de la Universidad, que acababa de abrirse, y que pronto obtendría la acreditación de la Asociación Norteamericana de Psicología. Sherry obtuvo el diploma de Ph. D. pero la acreditación nunca llegó, así que ahora no puede trabajar en el área con el título que ha obtenido; tiene una deuda de 100.000 dólares que no puede pagar, y ha decidido, junto a otros 17 compañeros, demandar a la universidad por fraude.

Estas situaciones se repiten sin cesar y, a juzgar por las noticias recientes, el sistema de préstamos y subsidios educativos está a punto de colapsar, como sucedió con la burbuja especulativa de la finca raíz hace un par de años. Las universidades con ánimo de lucro no pueden cumplir sus promesas por dos razones fundamentales. Por un lado, los estudiantes que son enganchados y comprometidos en préstamos estatales carecen a menudo de las competencias necesarias para sacarle provecho a la formación. Se trata en muchos casos de inmigrantes cuyos familiares jamás han ido a la universidad -y por eso tienen menos elementos de juicio para calificar la calidad de un programa académico universitario-, que han cursado un bachillerato mediocre y que, a menudo, ni siquiera hablan correctamente el inglés, pues es su segunda lengua. Por eso, muchos de ellos ni siquiera pueden obtener el título profesional: en las 16 universidades con ánimo de lucro más importantes, la tasa de deserción es del 43 %, y entre 2008 y 2010, sostiene Harkin, "aproximadamente 1 millón 900 mil estudiante abandonaron estas universidades, la mayoría de ellos sin nada más que mostrar que la deuda del crédito estudiantil." Por otro lado, cuando obtienen el título, estos estudiantes están indefensos frente a un mercado laboral altamente competitivo y especializado, pues la formación que reciben, reducida a la adquisición de competencias básicas para desempeñar una profesión, tampoco los habilita para competir seriamente en el mercado de trabajo. Tal es el caso de Martha, Susan y Nora, tres jóvenes que obtuvieron su diploma en Enfermería en el Everest College. "Nos dijeron que [con el título] íbamos a hacer de 25 a 35 dólares por hora", relatan en el documental. "Y que nos iban a dar puestos de trabajo porque [en la universidad] tienen muchos contactos". Convencidas por estos argumentos, aceptaron endeudarse con el Estado por casi 30.000 dólares cada una para pagar un curso de un año. Pero en su formación nunca pusieron pie en un hospital -"Fuimos a un museo de cientología para una rotación psiquiátrica", aclara una de ellas-. Al no tener ninguna experiencia real y no haber recibido el entrenamiento adecuado, no han podido conseguir empleo como enfermeras.

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"We are not enemies, but friends. We must not be enemies. Though passion may have strained, it must not break our bonds of affection. The mystic chords of memory, stretching from every battle-field, and patriot grave, to every living heart and hearth-stone, all over this broad land, will yet swell the chorus of the Union, when again touched, as surely they will be, by the better angels of our nature."

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