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TskTsk Emoticon Colombianas siguen cayendo en redes de trata de blancas Calificación: de 5,00

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de La Oca, en el segundo piso de un edificio de apartamentos viven siete mujeres, entre ellas dos colombianas. Una llegó al ‘piso’ hace tres semanas, la otra lleva dos meses. Es un refugio para mujeres que han sido rescatadas de la prostitución y quien lo dirige es una mujer que hace muchos años perdió a su hija en este mundo de la venta de sexo y trata de blancas.

“Tenía una pequeña fortuna -dijo una mujer de unos 56 años mientras se hunde en los recuerdos- y toda la he dedicado a esto, a darle asilo a las mujeres que han sido liberadas de las redes de la prostitución. Cuando a mi hija se la llevaron, la fui a buscar por toda España y un año y cuatro meses después, la encontré en Milán, en Italia. Era muy bonita, tenía 27 años, estaba en lo mejor de la vida, y acabó en la drogadicción. Murió enferma. Algunos dicen que de sida, ella nunca me lo dijo, pero le dio un infarto hace seis años y murió”.

A su puerta tocan cada semana una o dos mujeres que no saben a dónde ir, que no tienen nada, que quieren regresar a sus países o cambiar de vida pero que temen por una venganza. Como Leila, una tulueña que en 2004 fue contactada en una heladería del barrio Albernia de su ciudad.

Ilusiones y engaños

“Estaba con una amiga comprando un helado, cuando llegaron un hombre y una mujer en un Toyota último modelo. Ellos insistieron en pagar y nos sentamos a conversar. Venían de Cali, nos dijeron que estaban llevando gente a España, para trabajar en una cadena de restaurantes y que luego de seis meses, en los que se pagaba 300 euros cada mes, se saldaba la deuda. Que nos daban todo, pasajes y estadía en España. Yo les di el teléfono y se fueron”.

Ya Leila había picado. La pareja le había sacado el número de su celular. Una semana más tarde llamaron. Estaban en Buga y pasarían por Tuluá para reunirse con las candidatas a irse de Buga y Bugalagrande.

“Fueron tan convincentes que de una les dije que sí, que yo arrancaba. Nadie sospechaba. Nos mostraron fotos de otros colombianos que ya estaban trabajando en España. Recuerdo que había una foto de dos meseros, una chica y un chico, en un restaurante de un centro comercial. Y atrás tenían una dedicatoria, les agradecían por haberlos llevado”.

La pareja se encargó de los pasaportes y las visas y en menos de un mes, en mayo de 2004, se los entregaron en el aeropuerto de Cali. Eran cuatro mujeres, dos de Tuluá, una de Buga y una de Pereira.

“Nos dijeron- explicó Leila- que toda la semana habían salido chicas para Madrid y Barcelona. Hasta el último momento pensamos que nos iban a mandar con droga, pero no. Fueron muy amables. En Barajas nos estaban esperando dos españoles, uno que le decían ‘Paco’, de unos 60 años y otro de unos 45. Nos recibieron bien y nos llevaron a una furgoneta. No hablaron mucho. Ya en el coche, el chofer, que era colombiano, nos dijo que no estuviéramos nerviosas, que entregáramos los pasaportes, que ellos se hacían cargo de todo”.

Leila agregó que “llegamos de noche a un hotel a orilla de la carretera y ahí fue cuando todo se complicó. Nos recibieron los pasaportes, salió el dueño, un español y nos dijo que esta noche no íbamos a trabajar por el cansancio del viaje, pero que al otro día ya estábamos disponibles. Nos dejaron llamar sólo del aeropuerto y nada más. Entonces en el hotel, fue cuando nos revelaron la verdad”.

“¿En un restaurante? ¿Trabajar de meseras en un restaurante?”, les dijo el encargado y continuó: “¿De dónde habéis sacado ese cuento? Aquí venís a trabajar de putas. Tenéis una deuda y la tenéis que pagar o si no, la pagarán vuestras familias. Lo que decidáis... Ninguna dijo que no”.

La luz al final del túnel

Esa noche lloraron hasta el amanecer. El resto de la historia de Leila fue ir de un motel a otro, sin dinero, sin papeles, sin teléfono, sin esperanza de salir en dos años cuando hubiera cancelado la deuda, siempre bajo la amenaza de que si no pagaba, se la cobraban a la familia, porque sabían cuántos eran, dónde vivían su madre o sus hermanos. Tenían direcciones, teléfonos, todo. A los dos meses las separaron. No volvieron a encontrarse.

Hace cinco meses que la rescataron en una operación de la Policía cerca de Murcia, en un burdel de carretera, uno de los pocos negocios que han escapado de la grave crisis económica. El año pasado la cifra de prostíbulos en España se acercó a los 1.900, sin contar los de Madrid. En ellos el 97% de las chicas, son extranjeras.

“Las más buscadas -manifestó un oficial de la Policía de la Unidad de delincuencia Especializada y Violenta, Udev- son las brasileñas, y le siguen las colombianas, rumanas, paraguayas, nigerianas y rusas. Las colombianas son buena moneda de cambio. Se pagan deudas con ellas, las apuestan, las venden como si se tratara de mercancía. No hay una cifra exacta, porque como sabéis, cambian de local de manera frecuente, las redes que las explotan y manejan suelen cambiarlas para que los clientes vean caras nuevas en los locales”.

Los métodos de reclutamiento han cambiado. Ahora hay ‘chulos’ o proxenetas que se dedican a revisar los perfiles de Facebook o de otras redes sociales, buscando la manera de hacer contacto con las chicas, es de allí donde parten.

De acuerdo con datos de la Guardia Civil, en España hay entre 18.000 y 25.000 prostitutas, en clubes de pie de carretera (el 80%), pero no se cuentan las que trabajan en las grandes ciudades en apartamentos alquilados, hoteles, centros de masaje, saunas y bares, y las que ejercen la prostitución en las calles y en los polígonos industriales, es decir la cifra podrían llegar a las 50.000.

“Un 90% de las chicas -explicó Rocío Nieto, de la Asociación para la Reinserción de Mujeres Prostituidas (Apramp)- han llegado engañadas y coaccionadas y sobre todo, las mafias están trayendo cada vez chicas más jóvenes, entre los 16 y 17 años, sobre todo de países del este como rumanas, lituanas y búlgaras. Todos son crueles, pero los nigerianos amenazan a la chicas con hacerles vudú para someterlas o si no las someten a palizas”.

Se cree que los clubes nocturnos generan cerca de 1.000 millones de euros al año, aunque los precios han bajado de manera notoria.

“Ya no es como antes -dice una paraguaya de la casa de acogida- si uno cobraba 300 euros por un servicio, ahora cuesta 70 euros o menos. Y si una cobra 70, hasta 50 se los queda el club. En el club donde trabajaba cerca de Girona, éramos 23, pero ese es el promedio, aunque algunos, llegan a tener hasta 40 mujeres, con un promedio de cinco servicios en la noche. Es decir, yo me ganaba por cada servicio hasta 40 euros, 200 la noche, a veces 250. En un mes, pues multiplique, 200 por 25 días. Pero pregunten cómo me los ganaba, de la forma más dura del mundo, no saben lo que es aguantar todas las obscenidades y perversiones de los clientes”.

Prostituían y drogaban mujeres

Dos colombianas fueron detenidas hace dos semanas porque al parecer obligaron a varias jóvenes extranjeras a ejercer la prostitución, a consumir drogas y a tomar medicamentos para adelgazar.

Las colombianas que tenían una cómplice brasilera fueron arrestadas en la ciudad de Elche, Alicante. Las capturadas tenían 30, 31 y 32 años.

Las presuntas proxenetas, que fueron enviadas a prisión, amenazaban y violentaban a las mujeres para obligarlas a prostituirse en un chalé de esa ciudad ubicada al este de España. Las mujeres también vendían estupefacientes a los clientes.

Las víctimas eran obligadas a permanecer en el lugar bajo amenazas de muerte. Las autoridades señalaron que por el consumo de estupefacientes las mujeres sufrieron daños irreversibles.

Operativos

Esta semana fue detenida por la Policía la directora de un Centro de Educación Infantil en Formentera, un colegio de monjas, que utilizaba a prostitutas de bares de alterne para distribuir cocaína entre los clientes.
En Sevilla la Policía detuvo a una banda de nigerianos que retenía a un bebé de 2 años a cuya madre obligaban a prostituirse para pagar una deuda de 50.000 euros.
La Policía desmanteló en Alicante y Murcia una red de explotación sexual de hombres y transexuales, que explotaba a los trabajadores del sexo, que habían contactado por Internet donde anunciaban sus servicios.
Los jefes se quedaban con parte de las ganancias o toda, y los amenazaban hasta con la muerte en caso de negarse a mantener relacione sexuales con los clientes.
En Barcelona la Policía multa a los clientes que se hacen con los servicios de prostitutas en la vía pública .
El Gobierno español está tratando de acabar con los anuncios de prostitución en los periódicos.


http://www.elpais.com.co/elpais/judi...-trata-blancas

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