un día de entrenamiento

Una mañana temprano, poco antes del amanecer, los comandos de la policía colombiana gritaban órdenes a seis policías mexicanos y dos soldados mexicanos durante un simulacro de ataque aquí fuera de Cajicá, un pueblo en una montaña fría en el centro de Colombia. El objetivo en el ejercicio de entrenamiento: un campamento de rebeldes fuertemente defendido.

Fue el final de la cola de cuatro meses de entrenamiento que incluye lecciones sobre cómo llevar a cabo operaciones en la selva, saltar desde helicópteros, desactivar bombas y ataques de lucha urbana.
Uno de los policías, César Mejía, había sido un abogado, pero se convirtió en un detective, nunca pensando que sería necesario la formación de comandos para su trabajo.

"Los criminales se hacen más fuertes todo el tiempo, y con esto nos estamos preparando también," dijo Mejía, vestían de camuflaje y un casco y llevando un rifle de asalto. "Uno nunca sabe cuando va a estar en situaciones de alto riesgo, en las zonas rurales o en la ciudad."

Carlos Nieves, otro policía de México, forma parte de un equipo de Ciudad de México que se eleva en algunos de los puntos calientes del país. Dijo que los traficantes suelen tener mucho más poder de fuego de la policía.

"Ellos usan todo tipo de armas de fuego, calibre .50 ametralladoras", dijo.

Pero el entrenamiento aquí en la cordillera con comandos colombianos del Jungla de la policía, o el equipo de la selva, dijo Nieves para cumplir con la potencia de fuego pesado con gran poder de fuego.

Cuando la operación había terminado, los instructores exigieron más: una larga marcha, con los paquetes de 50 libras, que terminó con un arrastre de 100 metros por el barro. Durante sus cuatro meses aquí en Colombia, Nieves perdido 30 libras.

Pero "nos ayudará a ser mejores policías", dijo, "nos enseña cómo sobrevivir."

fuente: The washingtonpost http://wapo.st/gfH8mw