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“35.000 no éramos los miembros de las autodefensas, ¡jamás!”
Itagüí, Febrero 7 del 2011

El pasado 7 de febrero el ex jefe político de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) Iván Roberto Duque Gaviria, alias Ernesto Báez, recibió durante dos horas en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí al director de Un Pasquín, con quien no sólo habló de las irregularidades en el proceso de desmovilización, sino también de las fallas de la Ley de justicia y paz, el incumplimiento del gobierno Uribe y la guerra fratricida entre los hermanos Castaño.

En la entrevista, cuenta además cómo el ex guerrillero del M-19 y ex congresista Carlos Alonso Lucio estuvo a punto de ser ejecutado y se refiere a las acusaciones que en su contra ha hecho desde Estados Unidos Juan Carlos Sierra, alias el ‘Tuso’, y de las bandas emergentes.

Un Pasquín: ¿En qué año ingresó usted a las autodefensas?
Ernesto Báez: Yo fui el primer parapolítico condenado en este país. Llegué a Puerto Boyacá en 1989 y desde un comienzo me dediqué a una intensa actividad política. Al año siguiente era candidato al Congreso, en una lista que había avalado Jorge Perico Cárdenas, entonces jefe máximo del liberalismo en Boyacá, y también aspirante al concejo de Puerto Boyacá. La aspiración al Senado se hundió y asumí la presidencia del Concejo de Puerto Boyacá, hasta enero de 1992, cuando fui nombrado secretario general de la gobernación de Boyacá, bajo el gobierno de Alfonso Salamanca.

Dos años más tarde me acusaron de recibir apoyo de las autodefensas, hecho absolutamente cierto. Yo le decía entonces a la Corte: “No puedo entender cómo un político que desarrolla una intensa actividad proselitista en un territorio infestado de paramilitares o de guerrilla exprese que no tuvo nada que ver con quienes mandaban en la zona; que su triunfo electoral haya sido logrado de manera inmune e impune, eso no es posible”.

Cuando yo llegué a Puerto Boyacá, allá estaban todas las autoridades: el DAS, el Batallón Bárbula, la Policía, la Fiscalía, el gobierno municipal, las autoridades civiles. En Puerto Boyacá nada ocurría sin la voluntad del jefe máximo de las autodefensas en esa época: Henry Pérez.


U.P.: En una entrevista con Un Pasquín, en el 2007, Salvatore Mancuso dijo que en un momento dado ustedes vetaron al Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo (LCR), porque les decía mentiras todo el tiempo. ¿Es cierto que la relación de ustedes con Luis Carlos Restrepo iba un poco más allá de lo que oficialmente se conoce?

E.B.: El papel del doctor LCR –con quien tuve enormes diferencias– yo puedo juzgarlo como muy honesto; muy compleja fue la tarea que cumplió. Se trataba de ponerse en contacto por primera vez von una organización compuesta por una cantidad de jefes regionales dotados de un enorme empoderamiento militar y político en sus regiones. Restrepo aclaraba que no había una mesa con los paramilitares, sino 25 mesas; aquí no había unidad. Esto, más allá de llamarse Autodefensas Unidas de Colombia, era una especie de asociación nacional de ejércitos particulares que enfrentaban desde muchos años atrás el desafío de las guerrillas marxistas, utilizando las metodologías y las estrategias propias de la guerra irregular, con toda una suma de violaciones a los derechos humanos. Restrepo prácticamente invirtió los dos primeros años de sus gestiones ante las autodefensas buscando unirnos. […] Cada bloque actuaba con una enorme independencia militar, política y financiera. Fueron dos años estériles para LCR.

En medio de las negociaciones preliminares sucedieron hechos insólitos que develaban el estado de división interna de las autodefensas. En ese proceso de paz, sentados frente al gobierno nacional, se presentaron dos guerras internas, la primera de las cuales borró del mapa el Bloque Metro, comandado por ‘Doble Cero’, quien en pleno proceso de paz fue asesinado; al igual que el comandante de los Llanos, Miguel Arroyave; el comandante del Putumayo, Antonio Londoño Jaramillo, además de Carlos Castaño.

U.P.: Pero entonces, como decía Mancuso, ¿Luis Carlos Restrepo sí les decía mentiras?
E. B.: Yo no sé si calificar los incumplimientos como mentiras. Aquí hubo una serie de compromisos del Gobierno –unos verbales y otros escritos–, el 95% de los cuales fueron flagrantemente violados. Es uno de los graves antecedentes que tiene este proceso. Para mí, ese precedente debe estar muy presente en las FARC, en los grupos que aún persisten en la opción armada. Una vez un guerrillero nos decía que si habíamos sido engañados nosotros, que éramos los primos hermanos del Estado, qué podrían esperar las FARC.

U.P.: ¿Usted cree que, de alguna manera, Luis Carlos Restrepo propició o permitió ese engaño?

E.B.:
Luis Carlos Restrepo era el agente del gobierno en la mesa de negociación. Detrás de él estaban, desde luego, el presidente de la República, el ministro del Interior. Restrepo procedió de acuerdo a como su leal saber y entender se lo indicaban, con las instrucciones que sus superiores trazaban y de acuerdo con el sentido de lealtad –que fue tal vez de los rasgos más sobresalientes en la gestión que cumplió.


U.P.: Con las cosas que el ‘Tuso’ Sierra está diciendo en Estados Unidos, y conociendo la gran importancia que en ese país le dan a la delación, más el riesgo que usted corre de que lo saquen del programa de Justicia y Paz, ¿usted
no le teme a la extradición?

E.B.: Todo ser humano por naturaleza tiende a sentir temor satánico por la pérdida de la libertad, cualesquiera que sean las circunstancias. Lo del señor Sierra es la consecuencia de una cantidad de sucesos que desconoce el país y que ocurrieron alrededor de este narcotraficante. En el año 2002 por primera vez se escuchó el nombre del señor Sierra, al que mencionaron los medios de comunicación al lado de Mancuso y de Carlos Castaño como los narcotraficantes dueños de un embarque muy grande de droga incautado por la DEA y que motivó la solicitud de extradición de estos tres señores.

Un día cualquiera, en agosto o septiembre del 2004, dos años después de ese suceso, apareció un personaje en Santa Fe Ralito. Ese personaje, que rápidamente trascendió, era el señor Juan Carlos Sierra. El mismo que hacía dos años había perseguido a muerte Carlos Castaño, que lo había declarado objetivo militar. Sierra empezó a asistir a las reuniones nuestras con el gobierno nacional.

U.P.: ¿Con el aval de quién llegó él a Santa Fe Ralito?
E.B.: Se decía que era el encargado de finanzas del bloque Héroes de Granada, del señor ‘Don Berna’; fue lo que se nos dijo a los 25 que asistíamos a la mesa de negociación con el Gobierno.

U.P.: Pero alguien le tenía que dar el beneplácito, el aval…
E.B.: Debo pensar que fue el mismo ‘Don Berna’ el que lo llevó. Él decía que era financiero de ‘Don Berna’. Lo cierto del caso es que un día cualquiera de septiembre u octubre del 2004, en Santa Fe Ralito en una reunión con el gobierno nacional, Luis Carlos Restrepo tomó la palabra y se refirió concretamente a ese señor y le dijo que no hacía parte de los miembros de la organización con los cuales el Gobierno negociaba. Hubo una escaramuza y finalmente Restrepo lo expulsó de las reuniones y el Presidente públicamente ordenó que lo capturaran.

Nosotros estábamos convencidos de que era un comandante de ‘Don Berna’. Entre los más cercanos a Carlos Castaño nos conocíamos todos, pero en una organización de 18.000 combatientes conocerlos a todos es una cosa imposible. De hecho, a muchos comandantes de bloque los conocimos en Santa Fe Ralito. Yo no conocía a Chepe Barrera, ni a Rafa Putumayo, ni a alias ‘Cadena’… Teníamos el convencimiento de que Sierra era uno de los hombres del bloque de ‘Don Berna’. Sin embargo, no fue aceptado en esa mesa y fue expulsado por el doctor LCR y se fue a la clandestinidad.

Unos ocho meses después de estar en Santa Fe Ralito, nosotros organizamos un punto de encuentro en Villa de la Esperanza en Copacabana, Antioquia, y allá estuvimos y continuamos el proceso de desmovilizaciones, que ya se había puesto en marcha y nunca volví a saber del ‘Tuso’ Sierra, pues él se quedó allá (en Santa Fe Ralito), tenía que esconderse.


CONTINÚA.......................

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