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Antiguo 27-01-2011 , 21:35:42   #2
le magu
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le magu el Usuariox ya es un nombre que todos conocenle magu el Usuariox ya es un nombre que todos conocenle magu el Usuariox ya es un nombre que todos conocenle magu el Usuariox ya es un nombre que todos conocenle magu el Usuariox ya es un nombre que todos conocenle magu el Usuariox ya es un nombre que todos conocenle magu el Usuariox ya es un nombre que todos conocenle magu el Usuariox ya es un nombre que todos conocenle magu el Usuariox ya es un nombre que todos conocen
  
Predeterminado Respuesta: cn la ex cuñada

- ¿En esta situación?- Se rió de buena gana, -no hijo no, ningún hombre se me acerca, salvo algún que otro mierdas que viene en busca de un polvo y cama fácil, y para eso prefiero seguir habiéndome pajas.
- ¡Mujer alguno habrá que te eche un polvo de vez en cuando
-! Que no Enrique, más quisiera pero no hay forma de trincar un hombre que me merezca la pena, aunque solo sea para quitarme ya las telarañas del chumino, tú como eres guapo y con dinero te acostarás casi con la que quieras, como siempre… - y lo dejó caer como con cierta envidia mientras se levantaba a servir la tercera copa ya de ginebra con tónica, yo la verdad estaba a gusto, extrañamente a gusto hablando con ella, tumbado en un sofá escuchando sus quejas.

Después de poner esas terceras copas se disculpó un segundo con la excusa de ver si la niña dormía bien, tardó varios minutos en aparecer, el tiempo suficiente para que mi cabeza empezase a pensar en marcharme en busca de alguna amiga, hablar de sexo con Susana me había despertado las ganas de acabar la velada con alguna mujer que me hiciese una mamada, pero al verla entrar de nuevo en el salón, esta vez con un pijama blanco que marcaban sus formas de mujer, incluyendo su raja y los pedazo de pechos que había liberado del sujetador me dejó impactado, anonadado, se había soltado la melena lisa color cobrizo y eso la embellecía sin duda

- ¿De qué hablábamos?- Me preguntó, y yo que no sé por qué me puse calentón enseguida le contesté
- de lo raro que me parecía que una mujer como ella no tuviese pretendientes en condiciones, Susana me miró de forma curiosa mientras se sentaba cruzando las piernas como los indios
-¡Cuñado! ¿Qué me dices? ¿Piensas que tengo un buen polvo?- Aquellas palabras me dejaron sin habla, solo miraba la forma que dibujaba su raja en el pantalón del pijama, deseé follarla de inmediato pero mi cuerpo permaneció inmóvil y sin decir palabra, mi entrepierna dejaba ver un bulto que no escondía mi erección de burro y simplemente me recosté en el sofá mirando a Susana que me sonreía pícaramente, ¡Qué situación más tonta!

Ella tomó la alternativa, se levantó y apagó la luz del salón dejando solo un par de velas que daban a la estancia un aire perfecto para lo que sucedería después.

- Veo que estas cachondo Enrique, la verdad es que no lo esperaba pero si me permites, y diciendo esto se fue acercando a mí, se puso de rodillas delante mía y yo que permanecía atolondrado por los acontecimientos la dejé hacer.

Me bajó la bragueta liberando mi pene que estallaba por culpa de la erección, me pajeó unos momentos como para comprobar si estaba ya lo suficientemente lubricada y le debió parecer que sí porque sin más se lo llevó a su boca, al notar la calentura de sus labios dejé escapar un suspiro y mi cuerpo activó todo el protocolo para recibir placer, el corazón bombeaba sangre más rápido, la respiración se hizo más evidente y mi punto G empezó a emitir señales inequívocas de que aquello iba bien, tenía el culo a punto de estallar en pedazos por las oleadas de placer.

Susana siguió a lo suyo, cada vez más rápido y ya sin la parte de arriba de su pijama, eso me dejaba ver sus enormes tetas y que las ganas de follar con ella aumentasen. Como una experta supo ver el momento justo de parar la mamada antes de que me corriera en su boca, como una gata en celo ascendió hasta alcanzar mi boca y penetró su lengua adentro buscando la mía, noté el sabor a mi propio sexo y los dos nos deleitamos en chuparnos, lamernos y restregarnos a conciencia, para entonces ya había conseguido que mis manos amasasen aquellas ubres blancas como la leche.

Susana jadeaba como una loca, se notaba que necesitaba aquel polvo como el respirar, se separó de mí un instante para quitarse toda la ropa que le quedaba, la parte de abajo del pijama y las bragas, yo hice lo propio con la mía, se tumbó boca arriba sobre el sofá de tres piezas abriendo bien sus piernas, la invitación era evidente ya que con sus manos separaba los labios vaginales para que tomase aquel coño al asalto, tenía una mata de vello púbico inmensa, lo que me encendió aún más, ya que mis primeras veces fueron con una sirvienta que teníamos en casa, una Cubana que tenía un coño todo rodeado de pelo negro y la muy puta me hacía que se lo comiese hasta que se corría en mi boca, un coño peludo era mi perdición, así que lamí, chupé, succioné y masajeé el chumino de Susana a degüello y sin rendición, ella me aplastaba contra su chocho apoyando sus manos en mi cabeza y yo le respondía dejando mi lengua sobre su clítoris para menear la cabeza a derecha e izquierda a toda velocidad, ahí se retorcía toda y levantaba las caderas en busca de más, mis manos estrujaban sus tetas y poco a poco todo el salón fue oliendo a sexo y sudor.

Al contrario que ella me había hecho a mí, yo si dejé que se corriese en mi boca, lo hizo arqueando todo su cuerpo y soltando un chillido ahogado en medio de convulsiones, además, sin dejarla reposar ni pensar y mientras aún temblaba de placer, me levanté rápidamente y le clavé mi polla en su coño penetrándola hasta el fondo con un solo movimiento de caderas, ahí la maté...

- ¡SÍ,SÍ,SÍ! Dame más cabrón hijo de puta y me rodeó con sus patorras, yo me situé a mi gusto, estaba bombeando a buen ritmo mientras podía a su vez lamerle o estrujarle las tetas, sus pezones apuntando al cielo sufrieron mis envites de furia sexual, creo incluso que llegué a hacerle algo de sangre pero Susana estaba en un éxtasis más allá de todo dolor.

Reconozco que soy un tío viril, con aguante, pero vale más la experiencia, por eso, cuando noté que estaba a punto de correrme decidí frenar casi en seco las acometidas de mi polla en su coño, ella me chilló que no, que no parase ¡Joder sigue cabrón! Ahora no pares, pero la tranquilicé besándole el lóbulo de la oreja derecha y reclamándole paciencia, lo que hice después no falla nunca, saqué mi polla de su coño y ayudado de mi mano dirigí la punta a su clítoris, así empecé a masturbarla, siempre en círculos y presionando bien para que lo sintiera..

- ¡Cabrón, como lo haces, sigue, me corro…! Y a este otro orgasmo le volví a clavar la polla dentro con virulencia, empecé un mete y saca rapidísimo pues sabía que ya me quedaba poco para correrme, y así, entre los jadeos de ambos alcancé el éxtasis, me faltó poco para introducirle las pelotas dentro.

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El Mägo de Oz
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