Aunque sabía que su estado de salud era delicado, Enrique Rubio decidió no perder oportunidades para compartir con sus hijos los que serían sus últimos recuerdos. Junto a Susana Dosamantes vio cómo su hija, Paulina Rubio, triunfaba en lo profesional al llenar el Auditorio Nacional de México y en lo personal, al traer al mundo al pequeño Andrea Nicolás.

En diciembre celebraron la primera Navidad del heredero de “La Chica Dorada” y Nicolás Vallejo-Nágera, Colate, pero también la última del orgulloso abuelo que días después sería internado en un hospital de la Ciudad de México.

Al recordar esos difíciles y contrastantes momentos, Paulina le dijo a la revista ¡Hola!: “Dentro del dolor diario de ver a mi padre apagarse poco a poco y de tener que ir aceptando el triste desenlace de su enfermedad, yo volvía del hospital cada noche con ansiedad y llena de amor y esperanzas para ver a mi pequeño, a Andrea Nicolás.”

Para la intérprete de Yo no soy esa mujer uno de los pilares para sobreponerse a los tristes momentos fue sin duda, su pequeño hijo, “en cuya inocencia no hay más que dulzura, que ya conoce mi olor al tenerle en mis brazos, que me mira fijamente a los ojos mientras come y me hace entender que no hay amor más inteso que éste, a un hijo”.

Y es el amor de madre lo que Paulina ha conocido al tener en sus brazos a su bebé, pero también lo que ha conocido gracias a la figura de su madre, Susana Dosamantes. “Miro la actitud que ha tenido mi madre en torno a la enfermedad de mi padre y siento por ella aún más admiración si cabe, porque me ha demostrado que sus enseñanzas no eran sólo palabras, que está llena de compasión, de saber perdonar y de hacer el bien sin mirar a quién”.

El último adiós…

En los momentos más difíciles Paulina tomó la iniciativa y llamó a su media hermana. La hija de Enrique Rubio vivió alejada de él en las últimas dos décadas, pero horas después de recibir la llamada y escuchar “Habla tu hermana Paulina”, llegó al hospital, y junto a la cantante y su hermano unieron las manos con las de su padre para hacerle saber que allí estaban sus tres hijos y se podía ir en paz.

Llegó el martes 11 de enero y el abuelo de Andrea Nicolás dejó de existir físicamente en este mundo. Mientras la noticia corría por todos los medios, Paulina lloraba en silencio mientras amamantaba a su hijo.

Hoy, “La Chica Dorada” recuerda con orgullo al hombre que le dio la vida y le dejó enseñanzas de vida: “Ver a mi padre en esos momentos en los que peleaba con la muerte, porque en esa fragilidad y debilidad se quería aferrar a la vida, fue también una lección que iba viviendo al observarle.