Respuesta: ¿Por qué los colombianos nos aguantamos todo? Pero no solo no protestamos, sino que terminamos reeligiendo a los políticos que nos han robado,
a los alcaldes que se han enriquecido con el erario y a los que en los últimos 20 años se han aliado con los narcoparamilitares.
Y como siempre, los pocos que sí protestan terminan como esos líderes de Córdoba
que han sido asesinados por los paras en estos últimos meses luchando por su tierra.
Lo más seguro es que en ese departamento se seguirá imponiendo la familia López Cabrales, y en Sucre los familiares de Álvaro García
así como en el Valle lo harán los títeres de Juan Carlos Martínez.
Esas tres familias, a pesar de que han cohabitado a su manera con el narcoparamilitarismo siguen detentando el poder en sus regiones.
Son los hombres de acero de la política colombiana: a ninguno le hace mella ni sus alianzas con el diablo,
ni la precaria situación social que viven sus departamentos, ni el aumento de la violencia. Protestar en Colombia no solo desafía la cultura establecida, sino que lo convierte a uno en un perro a cuadros. Uno no encuentra ni los lugares precisos, ni las instituciones que reciban esa protesta y la tomen en serio. |