En la fatídica zona de distensión fueron como musulmanes a la Meca, muchos políticos colombianos, que dudaban en expresas sus simpatías con la guerrilla, otros por pura conveniencia. También vinieron nefastos personajes extranjeros como Daniel Ortega o el peligroso senador McGovern, amigo de Raul Reyes. Era un concilio ecuménico de negociacionistas, cobardes, oportunistas, a lo que ahora, se les puede llamar "caguaneros", un grupo que no distingue de Partido político. Claro que existieron políticos que expresaron su descontento con esa cesión de soberanía, con esa genuflexión al terrorismo.

Y para desarticular, desarmar a Teodora y su cofradía, no es necesario asesinarlos, ni mucho menos. El primer paso , su tardía destitución, ya esta hecho. Su encarcelamiento sería cuestión de meses, si contaramos con entes judiciales correctos e imparciales. La cantidad de pruebas es abrumadora. Su condición de "negociadora" no es más que una fachada para sus verdaderas labores. No se necesita todo esos shows mediaticos para liberar a esos pobres colombianos.