Llegó diciembre y con este, las negociaciones del Salario Mínimo para el próximo año. La CUT, en la supuesta procura de los intereses de los trabajadores del país, quienes realmente vienen a ser sus sindicalizados, algo menos del 1% de la fuerza laboral colombiana -pero aún así, se abrogan su representación - llegó con la propuesta de un incremento salarial del 12%, algo así como 60.000 pesos de incremento.

La cifra es considerable, muchos dirán que justa, equitativa, pero el problema de la concertación del Salario Mínimo nunca va a ser el porcentaje que se acuerde, ni la suma final que este arroje; el problema es que no importa el incremento que se acuerde, si no que este nunca va a representar nada.

El Ministro de Protección, con el aval del Presidente, puede mañana mismo decirle a los representantes de los trabajadores: "Vamos a concertar un incremento del 20%, no, que sea del 25%" y saldrá en brazos de los sindicalistas, será portada del diario VOZ, vitoreado por la izquierda y muy bien recibido en las universidades públicas, habrá una propuesta de erigirle un busto en la sede del PDA y otras muestras del afecto de los "representantes" del trabajador colombiano (incluyendo una mención de honor en el próximo Aló Presidente)

¿Y cuáles serán las consecuencias de tan magnánima concertación?

Si a los trabajadores que ganan un salario mínimo se les dará un incremento del 25% el próximo año, ¿cuánto creen ustedes que pedirán de incremento los trabajadores oficiales de carrera administrativa? No menos del 28%; ¿cuánto creen ustedes que incrementará el pasaje de transporte público el próximo año? no menos de 500 pesos; ¿cuánto creen ustedes que subirán los precios de la canasta familiar? basta con decir que más del 25%, y así sucesivamente.

Ahora bien, aquellos trabajadores colombianos que ganan más de dos mínimos (no tengo cifras exactas, pero debe ser algo así como el 60-70% del total de trabajadores formales) y aquellos que devengan sus ingresos del trabajo informal (el 50% de la población laboralmente activa) no van a recibir ese aumento tan magnánimo del 25%. A lo más, el formal que gana dos o más mínimos, recibirá un aumento del 5%; del informal ni hablar, a el no hay quién le aumente.

Luego, aún cuando la propuesta de subir el salario mínimo a un porcentaje generoso suene y parezca justa, equitativa, con sentido social y otras arengas, no es adecuada, porque termina por JODER a la gran mayoría de trabajadores colombianos, tanto formales como informales.

La inflación tiende a seguir los pasos del incremento del salario mínimo (digo tiende, porque el meollo de un buen gobierno económico es que el salario suba, pero la inflación no lo siga) por lo que el salario puede subir, PERO EL PODER ADQUISITIVO DEL PERSONAJE NO LO HACE, y aquellos cuyo salario no subió en iguales o similares proporciones, se verá severamente empobrecido en su poder adquisitivo.

De ahí deriva la responsabilidad del Gobierno en la concertación, y la respuesta a la inquietud que quizás muchos tengan sobre porqué no subirlo a un porcentaje generoso.

Igualmente, reproduce lo ridículo que llega a ser el acuerdo sobre el incremento del salario, porque realmente lo que se está negociando no es el aumento del poder adquisitivo de los trabajadores colombianos (qué cómodo sería que eso se pudiera hacer) si no lo que se concerta realmente es cuánto va a ser la inflación esperada del próximo año.