Si algo pareciera unirnos a la mayoría de los colombianos es el deseo de que las FARC no sean más una amenaza para la sociedad, en que los colombianos podamos pasar esta oscura página de nuestra historia para poder ver un futuro mejor y, posiblemente, ser una de las generaciones que podrá decir que tuvo ál menos un día de paz en su país. Pero la estrategia de combate no debe restringirse al campo militar. Si estas acciones no van de la mano con iniciativas que puedan mejorar la calidad de vida de muchos colombianos y los alejen de caer en el hampa y demás actividades ilícitas, todos los años de combate frentero y abierto a estos grupos serán en vano.
Aún estando en desacuerdo con muchas iniciativas de Uribe y ahora de Santos, no se puede negar que en cierto modo los resultados en materia de seguridad han sido aceptables. Se ha logrado recuperar en gran parte el control del Estado en el territorio nacional y se ha mejorado la seguridad en las carreteras y zonas más productivas del país. Pero si bien esta iniciativa que se denomina "seguridad democrática" ha dado resultados como éstos y las bajas de importantes y peligrosos cabecillas de las FARC y otros grupos ilegales, ha hecho que se hayan replegado en otras áreas del país y que siguen abandonadas por el Estado, como los Llanos Orientales, la Amazonía y las fronteras selváticas.
No obstante, estos resultados en manera de seguridad no han sopesado dificultades agravadas como la inseguridad urbana, el surgimiento de bandas criminales herederas del paramilitarismo, la corrupción en altos niveles del gobierno y la politiquería. No basta conformarse con los resultados de seguridad en carreteras, la reducciónde secuestros, la reducción de 'pescas milagrosas', esos sólo son la punta del iceberg del problema de la inseguridad y la violencia en Colombia, inseguridad y violencia cuya matriz común es el abandono, la falta de oportunidades y la falta de apoyo a las iniciativas que buscan generar estas oportunidades de un mejor vivir.
Sin esta mano que pueda darse, se seguirán condenando muchos jóvenes a recurrir a métodos siniestros para llevar el pan a la mesa. Aparecerán nuevos narcotraficantes, nuevos ladrones, nuevos pandilleros y nuevos guerrilleros, si se sigue condenando al total abandono a estas generaciones. De nada servirá el sólo dar de baja guerrilleros en las montañas, el sólo retener cargamentos de droga, el sólo arrestar pandilleros...nada servirá si no hay herramientas para alcanzar el desarrollo humano y conseguir un sustento de manera digna.
La estrategia no sólo debe ser militar.