Denunciante Novato
 |  Las hidroeléctricas no siempre son desarrollo
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 | Las hidroeléctricas no siempre son desarrollo
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Un arqueólogo remueve la tierra para buscar fósiles que le ofrezcan pistas sobre el pasado de la humanidad, su modo de vida, sus herramientas, sus costumbres, su evolución y de esta manera reflexionar sobre nuestro futuro; un agricultor ara el suelo para depositar la semilla y germinarla, de tal manera que el cultivo prospere y entregue los frutos que se requieren para la supervivencia de la especie; hasta aquí pareciera que el acto de mover la superficie siempre nos daría algún beneficio, sin embargo, por cuenta de la necesidad del capital de multiplicarse, remover grandes volúmenes de tierra resulta una actividad negativa para el sostenimiento del medio ambiente, como la apertura de minas a cielo abierto de carbón, oro, u otros minerales, que ya han generado repercusiones negativas en departamentos como la Guajira y Cesar en donde el área próxima a las minas de carbón ha perdido fuentes de agua y la fertilidad de sus suelos se ha visto reducida; de igual forma, en materia de salubridad la proliferación del polvillo negro de carbón, ha incrementado exponencialmente las afecciones cardio-respiratorias de la población y otras patologías asociadas a la explotación de ese mineral.
La construcción de Hidroeléctricas para la generación de energía, es otra actividad que requiere de la modificación drástica del paisaje, porque se inundan grandes extensiones de territorio y bajo el agua sucumben especies florales y faunísticas, que cuando son escasas, representan una pérdida irremediable para la humanidad; pero no solo esto naufraga, también lo hace el conjunto de elementos que los moradores han construido por décadas para desarrollar actividades económicas y sociales que garanticen la continuidad de la especie y que se constituyen en innumerables manifestaciones de cultura y costumbres, que por efecto de la obra se pierden para siempre.
Con el propósito de armar un pingüe negocio para el capital extranjero, el gobierno de Santos, acaba de alterar mediante una resolución del Ministerio del Ambiente la licencia que permite a la multinacional EMGESA iniciar las obras de construcción de la represa del Quimbo, a pesar de la existencia de un fallo, del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que ordena mantener las condiciones iniciales de la licencia, salvo un proceso de concertación con las autoridades locales y la población, en la que se contempla el compromiso de la empresa a realizar unas inversiones que procuran atenuar los efectos negativos que sobre la población y el medio ambiente resultan de la obra.
Es claro que el gobierno cedió unilateralmente a las exigencias de la multinacional extranjera, a la que ya le había aceptado una concesión indefinida y el manejo privado del caudal de agua del lecho del río Magdalena, ahora le reduce sustancialmente sus costos e incrementa su rentabilidad en el mediano plazo mientras que la nación y sus gentes aumentan las desventajas que el proyecto les significa: reducción del área de vega para la producción agrícola, pérdida de una fuente hídrica para irrigación o consumo humano, destrucción de las viviendas e infraestructura de servicios y vial presentes y fractura de un engranaje económico regional que genera riqueza e ingresos para sus habitantes. Así la hidroeléctrica traerá fortuna al capital extranjero y más pobreza para los colombianos.
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