Todo ocurrió en Cincinnati, Ohio (EE.UU.). Se celebraba el tercer cumpleaños de una adorable niña con una fiesta a la que acudieron un total de, atentos, 150 personas.
Sin saber cómo la fiesta se alargó hasta la madrugada. Fue por esas horas cuando todo ocurrió: la inocente celebración se convirtió en a la que la autoridad pertinitente tuvo que acudir.
No pudo, sin embargo, actual inmediatamente. La lluvia de botellas de cerveza era tal que los agentes tuvieron que esperar un buen rato a que la cosa se calmara. Cuando finalmente ocurrió procedieron a entrar en la casa. Se encontraron con 75 personas peleadas (sí, 75 personas, la mitad de los invitados) y las paredes manchadas de sangre.
No se saben las causas exactas de la pelea aunque sabiendo que los principales implicados son Ramón Marcela-Hernandez, que es el padre de la niña que celebraba el cumpleaños, y el actual novio de la madre de la cumpleañera (cuyo nombre se desconoce) uno puede imaginarse por dónde van los tiros… bueno… los botellazos.
La batalla se saldó con cuatro personas hospitalizas, una de ellas con un profundo corte en un ojo que requirió cirugía.
Como suele pasar en estos casos los vecinos están sorprendidísimos. Ellos cuentan que toda la gente estaba muy contenta y que, hasta lo de los botellazos, todo transcurría de la mejor de las maneras.
Eso sí, el trauma para la niña ha debido ser mayúsculo. Seguro que no vuelve a celebrar su cumpleaños hasta que la tarta vaya con 40 velas.