por: Francisco Thoumi

Por Internet circulan documentos que exaltan lo mejor de la “colombianidad”. El autor desmenuza uno de estos documentos para mostrar que las razones de supuesto orgullo en realidad deben ser motivo de preocupación.

La política del avestruz

Muchos analistas de la situación colombiana coinciden en la necesidad de cambiar comportamientos y fortalecer el tejido social. Sin embargo, en el imaginario de la mayoría de los colombianos esta necesidad no se ha interiorizado sino, por el contrario, se ha racionalizado y exculpado en un proceso que curiosamente sigue por lo general el mismo patrón:

-Se lamenta la discriminación a la que son sometidos los colombianos en el exterior;

-Se racionalizan los hechos y se justifican los comportamientos apelando a comparaciones con terceros;

-Se refuerza el estado de las cosas en Colombia apelando a sentimientos de orgullo por aquellas cosas en las que el país o algunos compatriotas han sobresalido en el exterior.

Lo que esto muestra es que el colombiano común omite reconocer los problemas de la sociedad porque los considera justificados o “normales” y desvía la atención hacia variables que no tienen que ver con ellos.

Con los ojos cerrados

Un ejemplo de lo anterior lo proporcionan documentos que circulan en internet en los que se señala por qué debemos sentirnos orgullosos de ser colombianos. Se puede utilizar uno reciente para analizar dicha situación. En él, un colombiano anónimo residente en Estados Unidos expresa sus razones.

Al comentar este documento no pretendo negar la importancia y necesidad de cada persona de sentir pertenencia a un grupo, ni desdeñar los problemas de los emigrantes colombianos en el exterior. Simplemente quiero ilustrar posiciones, valores y comportamientos que obstaculizan la búsqueda de soluciones a los graves problemas que enfrenta el país.

La mirada del sapo

En las primeras dos diapositivas del documento mencionado se expresa la satisfacción de ser colombiano y las injusticias cometidas contra los colombianos en el exterior:


“¡QUE CHÉVERE SER COLOMBIANO!
Cada vez que menciono que soy colombiano, los ojos de los presentes, se soplan como sapo, mientras me miran con sospecha.

Si lo digo en un aeropuerto me revisan una y otra vez mis maletas, me decomisan los encargos de la abuela, me preguntan por la caída de los narcos.

Quieren saber de la fortuna de los Orejuela, y aún se atreven a preguntarme por "el patrón", como si se les hubiese olvidado que van a hacer varios años que le dieron de baja en un tejado de Medellín.
También me preguntan si es verdad que en los solares de las casas hay sembrados de amapola y marihuana.

Recién llegado a este país me daba mucha rabia.
...Pero ahora, antes de enojarme pienso en los problemas que tiene el país de donde viene el ofensor...”

Los tamales de la abuela

Sin duda a los pasajeros procedentes de Colombia y a los colombianos se los requisa más que a otros en los aeropuertos internacionales. Esto es simplemente porque Colombia es el mayor productor de cocaína del mundo.

Supongo que quienes se quejan de este tratamiento quisieran que se requisara de igual manera a todos los pasajeros. Infortunadamente ningún país, incluyendo a Colombia, está dispuesto a desperdiciar recursos de esa manera. Es importante aclarar además que en las aduanas de todos los países prevalecen normas diferentes a las del resto del mundo que tienen por objeto proteger entre otras cosas, la seguridad y la salud de sus nacionales.

Muchos países no permiten importar material vegetal vivo, carnes y otros alimentos por razones tanto sanitarias como de protección del medio ambiente. Esto explica el decomiso de los encargos de la abuela. Lamentablemente “es injusto” que la abuela no pueda enviar tamales envueltos en hojas de plátano a sus nietos en el extranjero.

Las habas de algunas partes

Las siguientes ocho diapositivas pretenden demostrar que todos somos iguales:

“De tal manera que si son:
ESTADOUNIDENSES, no les pregunto por el famoso alcalde de Washington, Marion Barry, arrestado por el FBI mientras tupía su nariz, ni por el coronel Oliver North −el de los canjes de cocaína por armas para los contras nicaragüenses. Ni del presidente Ronald Reagan, y mucho menos de las MILLONES de personas que mueren de hambre por culpa de su FMI.
Si son BRASILEROS, no les hablo del SIDA que abunda en su país.
Si son de ARGENTINA, ¡Che! ni loco yo pienso en comentar los rollos de Carlitos Menen, y ni menos los del vicioso de Maradona (y otros futbolistas), su confesión de drogadicto empedernido, y sus fenomenales despedidas.
¡Chico! si son CUBANOS, prefiero evadir el eterno, agobiante, trillado tema Castro. Los de acá dicen que es un tirano y los de allá ¡aseguran que es un bacano!
Si son los vecinos MEXICANOS ni modo de platicarles del ex-presidente Carlos Asaltinas de Gastari y su ejemplar familia, disfrutando hoy de su bien tumbada fortuna.
Si de PANAMÁ son oriundos no les amargo el rato recordándoles las payasadas del General Noriega, hoy tras las rejas.
Si son ALEMANES, mucho me cuido de no mencionarles al bárbaro Hitler y sus despiadados holocaustos."

Bueno como ven, les podría citar al resto del mundo, porque como reza el dicho popular: En todas partes se cuecen habas. Jesús diría: Quien esté libre de culpa, que arroje la primera piedra.

La verdad es mi verdad

En estas afirmaciones se sigue una estrategia simple: la mejor defensa es el ataque. Sin embargo, las comparaciones no son válidas. Marion Barry era un adicto a la cocaína que pagó 4 años de cárcel por consumirla, no por traficarla, y su carrera política quedó destruida.

Es cierto que el caso de Oliver North, como muchos otros relacionados con la política exterior de Estados Unidos ha sido funesto. Sin embargo, amplios sectores de la sociedad estadounidense los han repudiado lo que los convirtió en difíciles de repetir.

La acusación a Ronald Reagan no es clara. Uno puede criticar muchas de las políticas promovidas por Reagan pero él es considerado por muchos norteamericanos como un gran presidente. En Colombia el caso de Álvaro Uribe es semejante. Se podría suponer que la acusación es un rechazo a las políticas neoliberales de Reagan, que sin duda son debatibles.

El problema es que es imposible hacer una evaluación sin tener una perspectiva ideológica, en cuyo caso la acusación se reduce a afirmar: “Reagan fue malo porque su ideología difiere de la mía”, es decir, la “verdad neoliberal” no es la “mía que es la verdadera”.

Lugares comunes

La acusación de genocidio causado por el Fondo Monetario Internacional “de Estados Unidos” simplemente refleja un lugar común de la izquierda que niega la importancia del apoyo de los países a elementos básicos del sistema monetario internacional.

Sobra decir que el FMI es una agencia afiliada a las Naciones Unidas, y que no “es” de Estados Unidos. Posiblemente el país que tiene hoy mayor influencia sobre la organización sea China.

De otra parte, no es claro si los críticos quisieran que el Fondo prestara dinero sin exigir reformas que garantizaran que el país pueda devolver el préstamo. Si es así estarían planteando un imposible.

Finalmente, se critican los efectos negativos de los ajustes macroeconómicos pero no se dan opciones viables diferentes. Se puede alegar que los préstamos del Fondo deberían ser un regalo, o que el organismo debería controlar al país para que el ajuste recayera solamente sobre los ricos, pero algo así no es viable dentro del marco institucional del mundo en la actualidad.

Latinoamérica, la olla podrida

La referencia a Brasil es particularmente importante porque refleja el peligro de creer en lugares comunes. El último informe de la Organización de las Naciones Unidas para el Sida, ONUSIDA, proporciona datos diferentes.

La situación en el sur del África es horrible y sobrepasa varias veces las cifras de otras regiones.

En América Latina y el Caribe los países con mayor presencia de la enfermedad son Haití (2,2 por ciento), Belice (2,1 por ciento) otros caribeños y algunos centroamericanos. Curiosamente Brasil y Colombia tienen una prevalencia de (0,6 por ciento) de la población adulta, cifra que coincide con el promedio de la región y es superior a la de Perú, Argentina, Chile, Ecuador y México.

Las menciones a Argentina, Cuba, México y Panamá se dirigen a la corrupción de algunos gobiernos, el autoritarismo de otros, y al consumo de drogas de Maradona. No es claro cómo todo esto pueda compararse con Colombia, en donde la corrupción ha llegado a niveles preocupantes y en donde el vínculo del narcotráfico y el paramilitarismo con el estamento político ha sido al menos semejante al de México.

Y, claro, los nazis

La referencia al nazismo alemán es interesante porque si bien es cierto el episodio nazi fue horrible, la respuesta de la sociedad ha sido muy fuerte. Hoy Alemania se avergüenza de su pasado nazi y esa vergüenza contribuyó a generar una democracia fuerte y estable.