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Predeterminado Respuesta: Luis Carlos Galán: una vida y una historia irrepetibles

08 de Agosto de 2006
Santofimio Botero y la nueva muerte de Luis Carlos Galán
La historia de cómo se devora entre sí la vieja clase política, y de cómo le ayuda la mafia paramilitar
Por: Fosca
En esta Colombia adolorida y ensangrentada por las políticas que desde siempre le vienen aplicando los viejos y nuevos caciques de su clase dirigente, "donde todo lo que sucede es grave, muy grave, pero donde nunca sucede nada", según la sabiduría popular, acaba de estallar por enésima vez el mismo escándalo alrededor del asesinato del ex candidato a la Presidencia de la República, Luis Carlos Galán, y de la intervención en él del también ex candidato Alberto Santofimio Botero.

Ahora, como si se tratara de algo nuevo, el país político se hace el escandalizado y asombrado porque una vieja diva de la farándula nacional, Virginia Vallejo, cuyos méritos residen en un delicioso cuerpo que disfrutó el capo de los capos mafiosos Pablo Escobar, "resucita" en los escenarios políticos nacionales formulando una esperada declaración: a Luis Carlos Galán lo mandó asesinar el ex ministro Alberto Santofimio Botero, para proteger a Escobar de la extradición.
Desde 1978 hasta 1990, bajo las presidencias de Julio Cesar Turbay Ayala, Belisario Betancur y Virgilio Barco Vargas, el primero y el tercero liberales, se iniciaba a sangre y fuego en Colombia el proceso de asalto al poder de las emergentes mafias paramilitares que habría de concluir exitosamente en 2002 con el contundente triunfo electoral de Uribe Vélez y toda su estrategia de democracia totalitaria y de legitimación social y política de los "paras".
En los comienzos de esta sangrienta saga que está relevando a la vieja y desprestigiada clase política por los mafiosos que habrán de ser sus sucesores, dos "jóvenes y prometedores" políticos, al decir del lenguaje oficial de los "escribidores" del Sistema, se disputaban en las plazas públicas, el parlamento y los salones de la burguesía, la dirección de la futura Colombia: ellos eran Luis Carlos Galán y Alberto Santofimio Botero, que era el Alvaro Uribe Vélez de hoy.

A su alrededor pululaban los políticos de siempre, muchos de los cuales todavía hoy mantienen su presencia en los escenarios públicos: ellos son los López Michelsen, los Samper, los Ospina Pérez, los Lleras (de todos los pelambres), los Turbay, los Pastrana, los Serpa Uribe y, desde luego, los Uribe Vélez, los Santofimio Botero, los Pablo Escobar, etc. Es decir, la nómina de lideres, todos ellos multimillonarios, que representan a la vieja y a la emergente clase dirigente.
"Curiosamente", para emplear el lenguaje señorero bogotano, hace alrededor de 6 meses, y sorpresivamente después de casi 20 años, la Fiscalía General de la Nación dictó auto de detención contra el otrora prometedor Santofimio Botero, acusándolo, nada más ni nada menos, que de ser el autor intelectual del asesinato del otro prometedor, Luis Carlos Galán, a manos de sus pupilos, mafiosos paramilitares con fuertes aspiraciones políticas.

Lo grave es que según marcha el proceso, se corre el riesgo de que Santofimio resulte absuelto por la justicia, con lo cual, según la familia de Luis Carlos Galán, "se le estaría asesinando por segunda vez". Y lo increíble es que no obstante las serias acusaciones de la Vallejo contra Santofimio, el Juez de la causa se negó a recibirle en indagatoria su valioso testimonio, "por extemporáneo", lo que en otro país hubiera bastado para pudrirlo en la cárcel.
Todo éste circo de los políticos expresa nueva y tozudamente lo que todos los colombianos conocen de memoria, y comentan soto voce: que después de 30 años de haberse iniciado la sangrienta guerra por la dirección de la Colombia que está naciendo de las cenizas dejadas por las mafias narco-paramilitares, no ha habido aún un claro bando ganador y que esto habrá de definirse probablemente bajo el régimen uribista, cuyo jefe propicia y auspicia el necesario escenario.

Ahora, con la teatral y efectista reaparición de la diva de la farándula de los tiempos gloriosos de Pablo Escobar, cuando políticos avezados y electores ingenuos se apiñaban a su alrededor bien fuera para recibir dávidas económicas o para untarse de su carisma y de su caudal electoral, obtenido a base de regalar vivienda popular y campos deportivos, se prendió nuevamente el ventilador, y las declaraciones de Virginia Vallejo tienen paralizado de terror al país político.

¿Por qué? Porque sabe mucho de los vínculos de los políticos con las mafias narco-paramilitares y sus orígenes, ya que por algo estuvo metida, literalmente, entre las sábanas y en la más íntima y sensual de las relaciones con el jefe de ese oscuro mundo, Pablo Escobar, quien no sólo disfrutaba de su provocativo cuerpo, sino que además de utilizarla para sus relaciones públicas, le contaba al oído sus más perversos secretos políticos, mafiosos y sociales.

Durante el prolongado reinado del capo Pablo Escobar (cerca de dos décadas), quien llegó hasta el mismo Parlamento colombiano acaballado en sectores del "glorioso" partido liberal, uno de cuyos caudillos era precisamente Santofimio Botero y los "jefes naturales" de esa colectividad (léase expresidentes de la República), desató una sangrienta guerra so pretexto de luchar contra la extradición de colombianos para que fueran juzgados y castigados por la justicia gringa.
El poder social, económico, político y desde luego mafioso de Escobar llegó a ser tan impresionante, que literalmente arrodilló al Estado colombiano, al punto de que, cuando se dejó "capturar" voluntariamente, tuvo suficiente fuerza para imponerle al ******o de justicia una "cárcel", especialmente diseñada por él mismo, pomposamente llamada "La Catedral", donde en medio de sibaritismos extremos continuó dirigiendo el narcotráfico y parte de la política colombiana.

Su inmenso poder, ejercido personalmente o a través de terceros (como los otros mafiosos, hermanos Rodríguez Orejuela), llegó al extremo de imponer un Presidente de la República, Ernesto Samper, quien gracias a los jugosos aportes de la mafia a su campaña electoral logró derrotar al conservador Andrés Pastrana, quien hoy le cobró la afrenta impidiéndole que se posesionara como embajador en Paris, con cuyo nombramiento Uribe Vélez aspiró a zanjar las diferencias entre ellos.

La triste y patética historia de Colombia en los últimos 40 años, infestada de mafia y paramilitarismo es de tal magnitud, que está sembrada de cadáveres de excandidatos presidenciales, de políticos de izquierda, revolucionarios o simplemente progresistas, de sindicalistas, periodistas, magistrados, y millares de gentes del común, sin contar con el trágico genocidio de la Unión Patriótica, partido que fue literalmente sacado a bala de la política nacional.

Virginia Vallejo, la hoy patética diva de las noches felices de Pablo Escobar, conoce desde debajo de las sábanas las intimidades de todo este amargo período. Y sabe que la clase dirigente colombiana, sin excepción, está untada hasta los tuétanos de esos crímenes y de toda esa suciedad. Y porque conoce sus nombres y sus actuaciones, es que la puso a temblar. Es el precio que paga una dirigencia corrupta y venal que llevó a Colombia al conflicto social armado en que se debate el país.

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