El carro bomba de esta semana redobla la controversia de si el diálogo con las Farc debe entreabrirse, o hay que "arreciar, arreciar y arreciar" la ofensiva militar en su contra. Y a la discusión se suma un nuevo libro del politólogo León Valencia, que llega a la feria del libro con sus profundas reflexiones acerca del conflicto colombiano, con el pretexto de analizar a una protagonista inesperada: Tanja, la holandesa que ingresó hace siete años a las filas de las Farc.
Difícil misión la que emprende León en su libro. Descifrar la incógnita de las razones que motivaron a esta joven holandesa de clase media, estudiante de lenguas romances en la Rijksuniversiteit de Groningen, a romper sus moldes para ingresar a una de las pocas guerrillas que sobreviven en el mundo.
De Tanja sabemos porque su diario fue incautado por el Ejército, en un asalto al campamento del guerrillero Carlos Antonio Losada, su jefe y protector, hace tres años. En el curso de sus cuatro viajes a Colombia en intercambio estudiantil, Tanja es reclutada por una célula urbana de las Farc y encargada de atentados incendiarios contra TransMilenio, en uno de los cuales muere un niño y 16 personas resultan heridas. Las Farc la infiltran como profesora de inglés en el Wall Street Institute, de donde salta a la Universidad del Rosario con el encargo de "hacerle inteligencia a la burguesía bogotana".
Pero ella quiere acción. Tiene la visión romántica de portar un fusil y disparar contra nuestros soldados. "¿Será que me van a tratar siempre como una bobita?" Además, quiere sexo. "A mi indiecito, que era virgen, lo he convertido en un dios del sexo... Aquí se jode tanto, y sin preservativos, que el sida podría destruir toda la unidad".
Sus impresiones de esos primeros cuatro años en la selva registran altibajos. "Las Farc son mi vida, mi familia", escribe. Pero a la larga son más las expresiones de desilusión que obligan a preguntarse si hoy la europeíta está retenida en contra de su voluntad. Al parecer, se salvó de que la fusilaran después de sus diarios, porque como sucedió con Íngrid y Francia, Tanja les garantiza a las Farc que Holanda no caerá en el desinterés absoluto mientras una de las suyas permanezca desaparecida en las entrañas de las selvas colombianas.
Tanja se siente decepcionada de que Losada, de 45 años, tenga una novia de 16. "¿Cómo será cuando estemos en el poder? ¿Las mujeres de los comandantes en sus Ferrari Testa Rossa, con tetas de silicona, comiendo caviar"?
Más adelante se cuestiona en su diario: "Estoy cansada de las Farc. Esto valdría la pena si se sabe por qué se lucha. ¿Qué tipo de organización es esta donde algunos tienen plata, cigarrillos, dulces, y donde los demás tenemos que mendigar? ¿Una organización donde una muchacha con tetas grandes y cara bonita puede desestabilizar un mando? ¿Donde nosotros tenemos que trabajar todo el día, mientras los comandantes hablan mierda? No quiero escuchar más la bla-bla-bla de ser comunista, honesta, obediente y mientras tanto ver cómo son de hipócritas, chismosos y traicioneros los comandantes".
El lector juzgará si son convincentes las explicaciones que el autor de Tanja le atribuye a su decisión de abandonarlo todo, familia, amigos, estudios, para venirse a disparar al lado de la guerrilla colombiana. Yo tengo mi propia interpretación. Y ella es que Tanja no era ningún espíritu altruista que cruzó el océano tras una causa social, sino solamente una tonta niña rebelde, con ganas de desafiar a la autoridad y de romper el orden y la tradición de una sociedad vieja y tediosa.
De todas las posibilidades existentes en el mundo, Tanja, la holandesa, escogió a las Farc para desaburrirse.
¡SE ME OLVIDA! Ojalá como nueva Contralor General sea elegida Sandra Morelli. No por ser mujer, sino, además de todo, por ser mujer.
María Isabel Rueda