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chorfan
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chorfan Entro a la batalla de los Dioseschorfan Entro a la batalla de los Dioseschorfan Entro a la batalla de los Dioseschorfan Entro a la batalla de los Dioseschorfan Entro a la batalla de los Dioseschorfan Entro a la batalla de los Dioseschorfan Entro a la batalla de los Dioseschorfan Entro a la batalla de los Dioseschorfan Entro a la batalla de los Dioseschorfan Entro a la batalla de los Dioseschorfan Entro a la batalla de los Dioses
  
Predeterminado Respuesta: Cuba: El fracaso de su revolución de 50 años

II Justicia Social
Frecuentemente los defensores del régimen castrista argumentan el modelo cubano destacando sus logros sociales (Ciem, 1999; González, 1999). Ellos señalan que “los indicadores sociales han permitido alcanzar un grado de equidad mediante la aplicación de la planificación económica centralizada y la intervención estatal en todos los sectores relacionados con la política social” (Ciem, 1999: 54). Destacando que las tasas de esperanza de vida, de mortalidad infantil así como la de desempleo están a la cabeza de América latina.
Sin embargo, se debe tener cuidado al extraer conclusiones con respecto a las bondades del modelo. Los indicadores sociales muestran que Cuba en 1958 era una de las sociedades más prósperas e igualitarias de América. De acuerdo con los indicadores sociodemográficos sólo era superada por Argentina y Uruguay. Mientras que los indicadores sociales y económicos se asemejaban de manera notable a las de los países menos desarrollados de Europa en ese entonces, como España y Portugal (Noriega, 2007).
Entre 122 países analizados Cuba ocupaba el rango 22 en materia sanitaria, con 128,6 médicos y dentistas por 100.000 habitantes, por delante de países como Francia, Reino Unido y Bélgica. Además la tasa de mortalidad de Cuba era de las más reducidas del mundo (5,8 anuales por 1.000 habitantes; Estados Unidos 9,5) y el nivel de alfabetización de la Isla era del 80%, semejante al de Chile y Costa Rica, y superior al de Portugal.
En tal sentido, resulta equivocado pensar que Cuba antes de la revolución era un país de fuertes contrastes y de bajo nivel de desarrollo, sino que en la década de las cincuenta era una nación con índices crecientes de progreso económico y social: ocupando lugares de avanzada dentro del concierto latinoamericano, junto a Argentina, Chile, Uruguay y Venezuela.
Es así como las condiciones previas a la revolución eran propicias para un avance sostenido en materia social. Ello no ocurrió como se puede apreciar en el siguiente cuadro:
Los indicadores demuestran cambios tras cinco décadas de revolución. La baja tasa de desempleo se ha logrado con empleo artificial en el gobierno. En tanto los salarios y las pensiones han disminuido.
El salario real en 2007 estaba 76% por debajo del nivel de 1989 (Mesa-Lago, 2008: 1. Raúl Castro reconoció en su discurso del 26 de julio que “el salario es claramente insuficiente para satisfacer las necesidades” y prácticamente ha dejado de cumplir su papel de asegurar el principio socialista de que cada cual aporta según su capacidad y reciba según su trabajo, por lo tanto, abogó por un mejor ajuste de los salarios a los precios.
Desde 1962, mediante decreto, se asigna una cuota mensual fija de productos alimentarios de la canasta. Cada cubano recibe una canasta que contiene comida (excluyendo carnes rojas), útiles de aseo y limpieza, pero que sólo les alcanza para unos 15 días del mes. Para lo cual deben comprar en el mercado negro, porque en el mercado subvencionado no podrán adquirir nada suplementario, porque además de asistido, es racionado y no venden productos adicionales.
Entre los resultados favorables destaca la disminución de la mortalidad infantil, que es la más baja del hemisferios después de Canadá. Pero ese logro hay que clarificarlo, ya que esa tasa ya era muy baja en 1958 cuando alcanzaba a 40,0 por cada mil niños nacidos vivos. En este año poseía índices en este indicador superiores a Francia (41,9), Japón (48,9), e Italia (52,. Sin embargo, en 2007, Cuba había reducido este indicador a 5,3. Siendo superior a las registradas por esas mismas naciones (Francia 4,2; Japón 3,2 e Italia 5,0).
Aún cuando es positivo, requiere la asignación cuantiosa de recursos muy escasos a un problema ya resuelto, mientras que hay necesidades mucho más urgentes y severas, como mejorar la infraestructura de agua potable, la alimentación, las bajas pensiones y la vivienda (Mesa-Lago, 2005: 197).
Esta última es una de las realidades más dramáticas. Mientras que la población se duplicó entre 1959-2007, el número de viviendas construidas fue menor que las destruidas por falta de reparaciones y mantenimiento. La edificación no ha compensado estas pérdidas y las producidas por cinco huracanes y tormentas en los últimos años (Mesa-Lago, 2008:19-20). Así las viviendas por 1.000 habitantes cayeron en 25 por ciento entre 1989 y 2007.
Por otra parte, el proceso de nivelación social que ha sido utilizado como bandera de lucha por la dirigencia castrista, en la práctica tampoco se ha cumplido. No hay estadísticas oficiales de distribución del ingreso, pero estimaciones cubanas y extranjeras indican que esa distribución se ha vuelto más desigual (Noguera, 2005; Mesa-Lago, 2005; Espina, 200. Los mercados segmentados y la recepción de remesas por parte de la población han ayudado a aumentar la desigualdad.
Como se indica en el cuadro, la desigualdad subsistió y se ha ido acentuando con el transcurso del tiempo. El coeficiente de Gini aumentó de 0,22 en 1986 a 0,407 en 1999 y que la razón entre el quintil más rico y el quintil más pobre de ingreso creció de 3,8 a 13,5 en 1989-1999. Mientras que en ese mismo periodo en América latina la razón entre el quintil más rico y el quintil más pobre de ingreso creció de 11,90 a 19,91.
En la práctica, el índice no es muy diferente del existente en el resto de América Latina. Sin embargo, entre 1986-1999, en Cuba la razón entre el quintil más rico y el quintil más pobre creció 3,85 veces, mientras que América latina lo hizo 1,67 veces.4
Finalmente, otra elocuente demostración de la vulnerable situación que sufren los cubanos es la emigración. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), Cuba cerró el año 2006 con 3.000 habitantes menos que el año precedente. Las dos causas citadas por los demógrafos para explicar ese fenómeno son la baja tasa de natalidad y la emigración.
Como señala Montaner (1999:16) desde el inicio de la República en 1902, y hasta la llegada al poder de Castro, Cuba fue una tierra receptora de trabajadores del mundo entero —especialmente de España—, pero a partir de la mítica revolución el fenómeno se ha invertido: más de un millón de cubanos ha escapado de ese país por cualquier medio disponible, mientras prácticamente nadie —ni siquiera los más fervientes nostálgicos del comunismo avecindados en Europa Oriental y Rusia— se anima a instalarse en la Isla.
III Bienestar individual y colectivo
En pos del desarrollo bajo una concepción socialista Cuba puso en práctica un modelo de economía altamente centralizado, en donde el Estado es el propietario de prácticamente todos los medios de producción y dirige el proceso productivo y de distribución en forma centralmente planificada.
Cuba se fue transformando gradualmente en una economía totalmente dependiente de la Unión Soviética y basada en la monoproducción de azúcar. El fracaso y colapso de la URSS la obligó a buscar una mayor diversificación de su economía pero las ineficiencias de su modelo, que desconoce el derecho de propiedad privada y las bondades en una economía de mercado libre y abierta no le han permitido el progreso. El siguiente cuadro muestra indicadores más recientes5 y confiables sobre la economía cubana:
Como se puede apreciar el PIB de Cuba aumentó entre 1981-1989 a una tasa anual de 2,9%. Sin embargo, el crecimiento disminuyó en el periodo 1991-20036 donde estimó una tasa media anual de –0,5%. El bajo crecimiento ha provocado que el PIB por habitante en el 2003 estaba 17% por debajo del nivel de 1989 (Mesa-Lago, 2005: 186).
Desde una perspectiva de más largo plazo se puede comprobar el fracaso del modelo cubano para producir bienestar, al ver el cuadro 6. Este muestra la posición relativa del ingreso por habitante de 7 países: Cuba, Venezuela, Argentina, España, Portugal, México y Chile. Cuba era el tercer país de este ranking en 1957 y cayó al último lugar el año pasado.
Las modestas reformas orientadas al mercado en 1993-1996 lograron una recuperación parcial, pero luego se paralizaron y se han revertido a partir del 2003. Los indicadores sociales mejoraron después de 1994, pero en 2003 varios de ellos no recuperaban aún el nivel de 1989 y la pobreza y la desigualdad habían aumentado (Mesa-Lago, 2005).


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