Habla 'Antonio Salas', el periodista que se infiltró durante seis años en las redes terroristas
Primero se llamó 'Tiger88', luego asumió una nueva personalidad como traficante de mujeres. Después se llamó 'Muhammad Abadallah', durante seis años. Hoy, se autodenomina 'Antonio Salas'. Ese es el seudónimo que utiliza un reportero español para presentar sus trabajos de periodismo investigativo, que le dan la vuelta al mundo.
Salas se dio a conocer con 'El diario de un skin', que publicó en el 2003. Durante casi un año, se infiltró en los movimientos neonazis españoles para contar su funcionamiento desde adentro. Luego logró infiltrarse otro año en las redes internacionales de prostitución, cuya experiencia la plasmó en 'El año en que trafiqué con mujeres'.
Cómo él mismo lo comenta, estas dos investigaciones fueron un "juego de niños", al lado de la que siguió y que relata en su nuevo libro 'El palestino', que por estos días llega a las librerías colombianas.
Durante seis años, Salas logró infiltrarse en lo más profundo de las redes terroristas internacionales. Lo que comenzó como un trabajo periodístico para seguir la manera como funcionaba la ETA, luego de los atentados del 11M de Madrid (11 de marzo de 2004), lo llevó a iniciar uno de las investigaciones más riesgosos de su vida.
Con una cámara escondida y bajo la identidad de 'Muhammad Abadallah', un musulmán nacido en Venezuela, con raíces palestinas, 'Salas' se convirtió en hombre de confianza de Ilich Ramírez Sánchez, alias 'Carlos el Chacal', vivió de cerca los adiestramientos en los campos de las Farc, los atentados de Jordania o Casablanca y los lazos de hermandad entre el yihad y esvástica.
Para infiltrarse, Salas debió convertirse al Islam, aprender árabe (para lo que transcribió todo el Corán con el fin de familiarizarse con el idioma) y hasta debió circuncidarse. Un trabajo que lo llevó por Palestina, Israel, Marruecos, Túnez, Siria, Venezuela, Egipto y Suecia, entre otros países.
Desde algún lugar del mundo, 'Salas' le contó a EL TIEMPO detalles de esta increíble hazaña investigativa.
¿Qué busca al infiltrarse?
Comprender que piensan, cuales son sus motivaciones, que temen, y porque hacen lo que hacen los grupos criminales que investigo. Creo que la mejor forma que existe de comprender los porqués de esos submundos, es conociéndolos desde dentro. Y la única forma de conseguir una cierta autoridad moral, para que después puedas dialogar con ellos y convencerles de su error.
¿Cómo lo logra?
Antes de comenzar el trabajo de campo es muy importante formarte teóricamente. Leer, estudiar mucho. Debes familiarizarte con todo el cuerpo doctrinal, teórico e intelectual del grupo en el que vas a infiltrarte, antes de tomar contacto físico con ellos. Porque cuando llevas una cámara oculta encima, solo puedes cometer un error. No hay una segunda oportunidad.
¿Cómo hizo para no ser descubierto?
En el fondo es sencillo. No se trata de disfrazarte, de aparentar, de actuar, sino que debes buscar en tu propia personalidad los puntos en común que puedan existir con el grupo en que te vas a infiltrar. Si buscas siempre encuentras algo. Los nazis por ejemplo odian las drogas, por su absurdo sentido de la superioridad racial adoran el deporte, la vida natural... Sobre esos pilares "reales" construyes tu personaje. Lo importante es no mentir, o hacerlo sólo si es imprescindible.
Luego de haber estado en sus entrañas ¿Qué intereses reales cree que hay detrás del terrorismo?
Muchos. Y todos bastardos. Yo no sabía nada de terrorismo, ni de política, ni del Islam antes de iniciar esta investigación, por eso me sorprendió mucho descubrir cuantos intereses políticos, económicos, geoestratégicos, etc., instrumentalizan impunemente eso que llaman "terrorismo". Un término que, sorprendentemente, todavía no ha sido definido de forma consensuada. Por desgracia "terrorista" se ha convertido más en un calificativo que en un sustantivo.
¿Cómo operan los tentáculos del terrorismo a nivel mundial? ¿Qué tan interconectados están los diferentes grupos?
Más de lo que yo imaginaba. Es fácil comprender la camaradería y colaboración entre grupos de ideologías afines, como los libaneses de Hizbullah y los palestinos de Hamas, o los colombianos de las Farc y los españoles de ETA. Pero a mi me sorprendió mucho más descubrir las amistades y colaboración, por ejemplo de Ilich Ramírez Sánchez, alias 'Carlos el Chacal', icono de la extrema izquierda, con veteranos oficiales nazis del III Reich. O la colaboración de los islamistas iraníes, con los revisionistas racistas de la extrema derecha europea o americana. Las ideologías son una justificación para el negocio de la violencia. Lo único que tienen en común todos los grupos terroristas en que creen que la violencia es una forma legítima de defender una ideología o una religión, y sobre esa premisa colaboran entre sí.