Dos vías ferroviarias pasarán por debajo de los Alpes para conectar a Zúrich (Suiza) con Milán (Italia) en solo 2 horas y 40 minutos. Bajar verticalmente 800 metros hacia el corazón de los Alpes en una jaula completamente a oscuras puede intimidar a cualquiera, pero para los dos mil mineros que realizan el trayecto a diario no es más que el camino al trabajo.
Estos experimentados "topos", provenientes de muchos países, están construyendo el túnel más ambicioso de la historia. Dos vías de ferrocarril, de 57 km cada una, atravesarán el macizo del San Gotardo para unir Zurich (Suiza) y Milán (Italia) en 2 horas 40 minutos, hora y media menos de lo que se tarda hoy.
Estas montañas se atraviesan en el camino de uno de los ejes comerciales más importantes de Europa por el que transitan 1,27 millones de camiones al año. El túnel será una vía más directa y menos contaminante.
Aunque el proyecto tiene un beneficio comercial para Europa, Suiza no sólo lo financiará por su economía, también para preservar sus parajes sin contaminación. Por medio de un plebiscito, los suizos decidieron asumir un alza de impuestos para poder sacar los camiones de las carreteras y hacerlos transitar en tren. Así, el túnel, que costará 5,7 mil millones de euros (casi cuatro billones de pesos), será inaugurado en 2017 y sin ninguna deuda.
Nuevas soluciones
El geólogo Yves Bonanomi cataloga la obra como una hazaña económica y de la ingeniería. "Todo lo que implica su construcción es nuevo, desde la forma de excavar hasta el cemento", explica. "Por el peso de la montaña, la altísima humedad, las filtraciones de agua y el intenso calor tuvimos que crear un cemento", cuenta Bonanomi para ejemplificar la complejidad del trabajo. La perforación es otro dolor de cabeza. La montaña reserva sorpresas a cada metro con distintos tipos de roca, lo que les permite avanzar diariamente sólo 1 metro y hasta 20 en el mejor de los casos. Las dimensiones del túnel sobrecogen.
Cuando se inicia el descenso en el montacargas parece que el estómago sube hasta la garganta, pero el peso del equipo de seguridad que se lleva encima vuelve el cuerpo a su centro. Para bajar es obligación ataviarse con ropa e implementos especiales, entre los que se incluyen una mochila con un pesado set de oxígeno en caso de incendio, el principal peligro en las entrañas del macizo.
"El diseño del túnel ha contemplado la mayor cantidad de vías de evacuación y ventilación posibles. Si se produce un incendio, los pasajeros que no están cerca del fuego también pueden morir asfixiados, por lo que deben poder escapar lo antes posible", asegura.
Aunque el 96 por ciento del túnel ya está excavado, aún las medidas de seguridad son extremas. "En 15 años de trabajo hemos tenido sólo 11 fallecidos, una cifra muy baja para este tipo de obras", dice.
Son 2 mil mineros, en turnos de 8 horas, los que circulan en los túneles a medio terminar. Es tan compleja la organización de esa masa de trabajadores que el más mínimo detalle puede convertirse en un problema. "Decidimos hacer los turnos de noche para evitar accidentes fuera del trabajo", cuenta Bonanomi. Cuando trabajaban durante el día, corrían a ver sus familias en la noche. "Después de ciclos de 7 días de trabajo la incidencia de accidentes camino a casa era alta", explica. Y aún quedan siete años de trabajo por delante.
Así se financia la megaobra
Un tercio del proyecto, que costará más de 5 mil millones de euros, es financiado con un aumento de 1 por ciento de los impuestos a los suizos y con un recargo a la gasolina. El resto, con los peajes de los camiones que transitan por el país.