Últimamente la campaña de Juan Manuel Santos ha lanzado una propuesta que pretende, según el candidato Santos, acabar con la polarización que ha aquejado al país en los últimos años y busca darle cabida a las ideas inclusive de la oposición. Por lo menos eso es lo que se entiende con este llamado a buscar una unidad dentro de la clase dirigente. Pero me temo que esta propuesta, que suena esperanzadora para muchos, es en realidad la búsqueda de apoyo a cambio de favores, en un intento de Santos por persuadir a su posible oposición.
El presidente tiene en su facultad designar múltiples cargos, que van desde ministerios hasta embajadas, en lo que se conoce como "cuotas burocráticas", y si se tratara de un gobierno decente y honesto, estos puestos se repartirían entre gente capacitada e idónea para estos cargos, independientemente de qué ideología profesen o qué diferencias puedan tener con el gobierno de turno. Ése, por desgracia, no es el caso de Colombia, y se ha visto cómo en los últimos años se maneja la burocracia con fines propios. Por eso no es de extrañar que actualmente veamos de embajador a Sabas Pretelt (Italia), no más por mencionar un caso de la manera tan descarada como se ha manejado la burocracia en este país. ¿Cómo se explica que Pretelt, con investigaciones de yidispolítica y corrupción encima, se encuentre como representante diplomático?
El problema de las embajadas es poco comparado con el de los ministerios, entidades que trabajan en temas específicos de una nación, también se han visto afectadas por la ineptitud y corrupción de algunos de los ministros. Uno de los casos más llamativos es el de Gabriel Silva, actual ministro de defensa y previamente presidente de la asociación de cafeteros, ¿cómo se puede explicar que una persona que medianamente tiene idea de cómo operan las fuerzas militares se coloque para dicho cargo? Si bien, recientemente obtuvo un gran logro con las recientes liberaciones, su elección como ministro deja en claro lo viciado que ha estado el gobierno en cuanto a repartición de cuotas burocráticas se refiere. Ni qué hablar de Andrés Fernández, actual ministro de agricultura, quién reemplazó al infame Andrés Felipe Arias después del escándalo de Agro Ingreso Seguro, que también ha demostrado torpeza al frente de los asuntos agrícolas de la nación.
La pregunta es: en una eventual elección de Juan Manuel Santos como presidente, ¿se mantendrá esta tendencia de clientelismo burocrático?, ¿o, por el contrario, tendremos personas dignas y calificadas en los ministerios y las embajadas? Ojalá me equivoque y la propuesta que hace Santos sea un cambio significativo, pero me temo por ahora que Santos heredará de Uribe también el clientelismo.