Además de las armas, la violencia se demuestra con el fastidio que la paz genera. Por mi casa hay un colegio (femenino) y, antes del medio día, un grupo de hombres y mujeres adolescentes se convocó en círculo para ver cómo dos jovencitas se iban a pelear. Alguien apartó a una y le dijo a la muchedumbre que dejaran de ser descarados. Todos se burlaron de ella mientras se disolvía el grupo de gente.
Al poco tiempo llegó la policía en una patrulla. No se bajaron. Hablaron con los estudiantes y se marcharon. La gente se volvió a reunir animando el "bonche". No sé cómo terminó porque me alejé del lugar.
Es impresionante ver cómo las generaciones jóvenes empiezan a sentir y a promover el morbo por lo salvaje y lo violento. En ese momento pensé si tal vez se trataba de seguir un ejemplo de los adultos, pero ese tipo de prácticas no es que sea muy común. Otro pensamiento que me surgía era este: "Qué lástima creer que la violencia en Colombia la representen los grupos armados y no las actuaciones cotidianas que buscan la división y el resentimiento".