Hoy, en Colombia, a los contendores de Santos no les nació seguir el ejemplo de Bolívar y Morillo. El 30 de mayo, el profesor Mockus actuó como un maestro en ejemplo negativo. Todavía no nos reponemos los colombianos de las agresiones que esparcieron él y sus seguidores contra todos y contra todo. Lo curioso es que ese elemento irracional de odio y rencor lo aconsejen y prediquen, principalmente, quienes debieran encarnar la moderación, puesto que son detentadores del conocimiento teórico: algunos dirigentes de los partidos, escritores públicos y figuras de la academia.
Se han vertido en columnas de prensa cantidades inagotables de injurias contra Uribe, Santos e, incluso, contra este modesto servidor. El pasado domingo, por ejemplo, quedará marcado como el día de los agravios. Fueron tantos, que ni se sabe a cuál columnista reseñar como ejemplo. Escojo al azar a María Jimena Duzán: previene contra los peligros del fanatismo uribista; dice que los fanáticos uribistas no razonan ni son capaces de respetar a quienes piensan de otra manera; que los uribistas no aceptan argumentos ni son tolerantes con las minorías. Al final, le pone picante intelectual: "Norberto Bobbio decía que la democracia es el sistema que se destaca por respetar a las minorías y en donde el consenso y el disenso forman parte del régimen político. Pero ni Uribe ni Santos han leído a Bobbio. Sólo a José Obdulio".
Un común denominador del discurso contra Uribe es que impide, coarta, persigue el disenso; que en Colombia no hay debate político; que miles están en las cárceles por sus opiniones; que es tal la tiranía que tuvo que constituirse una asociación de víctimas de la policía y el ejército... ¿Esa afirmación no va en contravía de los hechos? ¿No creen, más bien, que Duzán se autodescribe y describe a sus compañeros?

Si vieron el ridículo show mediático de saltos, brincos, consignas de odio y de revancha
(y a Garzón borracho, así ahora lo nieguen) , esta es una verdad que no se puede ocultar