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Antiguo 01-06-2010 , 07:59:51   #2
e-che
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e-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Dioses
  
Kaffeetrinker 2 Respuesta: Riquezas a cambio de espejitos

Se está entregando gratis el mercado interno


El Tratado contiene un aspecto del que se habla poco. Uno de los líos que afrontamos en este debate es que son 1.300 páginas y uno dispone aquí de 60 minutos para explicarlo todo, cuando hay aspectos tan tremendamente negativos. Por ejemplo, en el Capítulo de Inversiones, Colombia les abre las puertas a Estados Unidos y Europa para que inviertan aquí como se les dé la gana. No me opongo a que haya inversión extranjera, pero sí creo que esa inversión debe reglamentarse de acuerdo con los intereses nacionales. Pero como estos acuerdos les dan trato nacional a los inversionistas norteamericanos y europeos, no podemos diferenciarlos de los inversionistas colombianos ni puede haber requisitos de desempeño. No puede decírsele a un europeo que viene a poner una empresa, usted me tiene que integrar la producción nacional de esta manera. No se les pueden poner impuestos especiales como ocurría antes de los TLC. No se les puede decir que se asocien con Ecopetrol a la hora de sacar petróleo, como sí podía hacerse anteriormente. En resumen, Colombia les entrega gratis a los inversionistas extranjeros nada menos que el mercado interno del país, el principal bien de una nación. Si a mí me preguntan cuál es el principal bien de una nación, les digo que no es el petróleo, ni el carbón, ni la ganadería, ni la agricultura. El principal bien de una nación es la capacidad de compra del pueblo, lo que conocen los técnicos con el nombre de mercado interno. Y esa que es nuestra principal riqueza la regalamos gratis, absolutamente gratis. Me dirá alguien, sí, senador Robledo, pero es que los inversionistas colombianos también podrán ir a invertir a París y a Berlín y a Madrid. ¡Como para Sábados Felices! Por supuesto que sí, pero es que resulta que aquí no hay inversionistas de verdad, fuera de algunos rentistas que compran tres o cuatro acciones en la Bolsa, que puedan aprovecharse de esa circunstancia. Porque si algo tienen detestable los tratados de libre comercio es que les confieren derechos iguales a todos los países, cuando las desigualdades son tremendas. Qué dirían ustedes si a un hijo de doce años lo pusieran a competir en tenis con un profesional de las ligas mayores y en las mismas condiciones. Ese es el tipo de manipulaciones que se dan en estos acuerdos para esquilmarnos y arruinar nuestro ******o productivo.


Y entonces la gente me pregunta, senador Robledo, y si el TLC es tan malo, por qué lo aprueban. Lo que pasa, respondo yo, es que es malo para unos y bueno para otros. La mitad de las trasnacionales que operan en Colombia son europeas, y les ha ido de maravillas. Ya incluso nos dictan a los colombianos cómo tenemos que pensar. Y por supuesto que aplauden todo los criollos que están conectados a ellas, porque si no, los echan del puesto. No se puede ser gerente de una trasnacional y oponerse al libre comercio. Y por supuesto que se enchapan en oro los mismos que van a importar la leche que acabará arruinando a los ganaderos colombianos.


Les voy a dar un dato que puede ser un detalle menor pero es muy ilustrativo. La Andi siempre fue en Colombia, y con ese nombre se creó, la Asociación Nacional de Industriales. El país hizo sacrificios grandes para hacer que la Andi promoviera el desarrollo de la industria. Pues bien, si usted entra a internet y marca Andi, aparece Asociación Nacional de Empresarios. Ya no es de industriales, es de empresarios. Y si ustedes observan con detenimiento el caso de la industria farmacéutica, verán que a la Andi están afiliadas Asinfar, los productores de medicamentos, y Afidro, las trasnacionales importadoras de medicamentos, que antes eran ensamblados en Colombia. Estas son las contradicciones que se viven. Y entonces no sorprende que alguien de la Andi, arrogándose el nombre de la industria nacional, nos diga que el TLC es un acuerdo de maravilla porque les va bien a las trasnacionales que operan en el país.

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