Por: María Elvira Samper
POCO A POCO SE VA CERRANDO EL círculo del escándalo del DAS.
Y parece que está estrechándose puertas adentro de la Casa de Nariño en torno al secretario general de la Presidencia, Bernardo Moreno, un personaje oscuro y de bajo perfil, que conoce al dedillo el tejemaneje clientelista y ha sido el encargado de mantener aceitadas las maquinarias uribistas. Las aguas sucias les están llegando cada vez más arriba. La Fiscalía, que ha ido armando el rompecabezas del más grave escándalo político en que se ha visto envuelto el gobierno de la seguridad democrática, quiere oír las explicaciones de ese guardián de la heredad.
Ya en febrero del año pasado, el procurador Ordóñez lo “tocó”, pero le hizo pasito, apenas le jaló las orejas por extralimitación de funciones, por reunirse con altos funcionarios del DAS, como la entonces directora María del Pilar Hurtado, para obtener información sobre un personaje de dudosa reputación que tendría relaciones con algunos magistrados de la Corte Suprema. Fue el pretexto que dio pie a la operación de seguimiento que el organismo —que depende directamente de la Presidencia— le montó al alto tribunal, operación que luego extendió a los que llamó “blancos políticos”: miembros de la oposición, periodistas y defensores de derechos humanos.
Que la Fiscalía haya llamado a Moreno a interrogatorio implica un señalamiento. Al fin y al cabo varios de los más de 20 ex funcionarios vinculados al escándalo han mencionado su nombre. El secretario ha justificado las reuniones con quienes eran funcionarios del DAS con el argumento de que le preocupaba la posible infiltración del narcotráfico en la Corte. ¿Y el resto de las chuzadas y seguimientos a personas incómodas para la Casa de Nariño? ¿Iniciativa propia de funcionarios acuciosos del DAS? Difícil creerlo. No pocos indicios apuntan a Moreno y hacia otro siniestro personaje que se movía tras bambalinas en Palacio y urdía teorías conspirativas.
La Fiscalía tiene la última palabra, pero algo me dice que la clave o parte de ella la tiene María del Pilar Hurtado, también llamada a interrogatorio por la Fiscalía. No creo que haya sido de su propia cosecha la idea de montar las operaciones ilegales de espionaje, o que subalternos suyos o funcionarios palaciegos hayan ordenado a sus espaldas las “picardías” que la tienen ad portas de la cárcel. Estuvo presente en las reuniones con Moreno, durante su gestión se intensificaron los seguimientos, memorandos y testimonios la comprometen con actuaciones irregulares, entre ellas la infiltración de un detective para grabar clandestinamente sesiones de la Corte Suprema.
¿La doctora Hurtado dormirá tranquila o tiene pesadillas? ¿Seguirá guardando el secreto? ¿Sigue dispuesta a pagar el pato y a cubrirles la espalda a quienes desde Palacio orquestaron las operaciones para desprestigiar y perseguir a “los enemigos” del Gobierno y a la Corte Suprema? En los corrillos de abogados es un secreto a voces que desde la Casa de Nariño la cuidan, que le tienen la rienda corta y que incluso le ayudan con los abogados. Doctora Hurtado, quítese un peso de encima y cuente TODA la verdad. Si es tan religiosa como el presidente Uribe y su círculo beatífico, recuerde esa frase del Evangelio de Juan que dice: “La verdad os hará libres”.