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Antiguo 17-05-2010 , 21:45:17   #2
Μαδt
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Predeterminado Respuesta: El fraude de Alfred Kynsey

4.1. Biografía de Alfred Kinsey




Alfred Charles Kinsey nació el 23 de junio de 1894 en la humilde Hoboken, Nueva Jersey, hijo de Alfred Seguine Kinsey y Sarah Ann Charles Kinsey. Su padre, una convencida encarnación de la ética protestante del trabajo, había conseguido ascender de mecánico a profesor universitario en el Instituto de Tecnología Stevens de Hoboken.
Los Kinsey eran unos rigurosos protestantes evangélicos. Cada semana sin excepción, Alfred padre iba con su esposa y sus tres hijos a la escuela dominical, al servicio matutino y al grupo de oración de la tarde. En la vida religiosa de la familia se hablaba más de los fuegos del Infierno y de la justicia de Dios que de los gozos del Cielo y del amor del Señor, lo cual componía una imagen de Dios que era el reflejo de la severidad imponente del cabeza de familia. El joven Alfred Kinsey era, por tanto, más que consciente de los preceptos morales que el cristianismo conllevaba, y debido a su mala salud – que incluyó episodios graves de raquitismo, fiebres reumáticas y fiebres tifoideas – tuvo más tiempo de la habitual para meditar sobre los rigores de la justicia divina que se ciernen sobre los que se desvían por sendas de perdición.
En general, la infancia de Kinsey fue muy infeliz, continuamente asfixiada por la sombra de un padre que era rápido para condenar y poco habituado a alabar o expresar cariño. Desde su más temprana juventud, Alfred sintió sobre sus hombros el peso incesante de la rectitud moral, pero sin gozar de los beneficios del amor, la gracia, la misericordia y el perdón por parte ni de su protestantismo ni de su padre. Pero por mucho que desease destacar en el seguimiento de los severos códigos morales de sus padres, Kinsey guardaba un oscuro secreto. Estaba obsesionado con la masturbación y con sus propios deseos homosexuales y masoquistas. A escondidas, el joven Kinsey se masturbaba con métodos masoquistas, de entre los cuales su favorito incluía hacerlo con un “objeto introducido en el interior del pene”. De este modo, desde que no era más que un muchacho su sexualidad fue una burda distorsión, tanto de su naturaleza de varón como de su misma naturaleza como persona.
Como veremos, esta diferencia entre el Kinsey público y el Kinsey privado marcaría su vida por completo, convirtiéndole en un experto en mantener una duplicidad cuidadosamente fabricada. Cuando Kinsey construyese posteriormente su reputación como el más importante “sexólogo” del siglo XX, siempre se cuidaría de mantener tanto su vida privada como sus revolucionarios planes, escondidos tras una cuidadosamente elaboraba fachada de austero científico. En contraste con su juventud, cuando llegó a la edad adulta decidió que debía forzar a la sociedad a aceptar como naturales la homosexualidad, el masoquismo y una panoplia de otros comportamientos sexuales desviados, y su reputación fue un medio para poder llevar a efecto esa revolución. A través de ella, Kinsey esperaba poder deshacerse del disfraz que las circunstancias la habían obligado a vestir durante tanto tiempo para ocultar sus propios comportamientos desviados y sacarlos a la luz pública de modo que fueran contemplados y aceptados por todos.
Pero cuando era joven su doble vida no le provocaba más que dolor y angustia. Todavía no se había decidido a cambiar la sociedad para conformarla según su propia sexualidad distorsionada. Por entonces conservaba la suficiente inocencia como para entender que con sus actos violaba reglas morales reales. De este modo, Kinsey se sentí dividido, luchando por observar una estricta moralidad sexual tan fervientemente como la vulneraba una y otra vez. De hecho, hasta el momento de ir a la universidad todos los que le conocían le consideraban el más devoto y estricto cristiano, y uno de los mejores y más prometedores estudiantes de su instituto (como lo demuestra el que lo eligiesen para pronunciar el discurso de despedida de su promoción, en 1912). Sus compañeros de estudios incluso profetizaban que se convertiría en el “segundo Darwin”, dado que Kinsey ya había manifestado una gran pasión por la biología. Además de su éxito académico, era un dotado pianista clásico (que despreciaba el jazz y el ragtime por considerarlos moralmente degradantes), un ávido entendido en pájaros, que pronunciaba conferencias sobre la materia incluso estando en secundaria, y un igualmente ávido aficionado al campo que llegó al rango de Águila en los Boy Scouts. Kinsey era un verdadero apasionado por la excelencia en todo aquello que abordaba, y según todas las apariencias era un joven perfectamente sensato y moralmente intachable, destinado a dejar huella. Y, efectivamente, lo haría.
Bajo las indicaciones directas de su padre, se matriculó en la Universidad en que aquél daba clases, el Instituto Stevens, donde pasó dos años desgraciados y sintiéndose fuera de lugar hasta que, finalmente, se rebeló contra su padre y abandonó los estudios. El joven Alfred ansiaba estudiar Biología, y estaba dispuesto a hacerlo incluso si eso conllevaba enfrentarse a la autoridad de su padre y renunciar a su apoyo económico. Alfred padre proporcionó a su hijo un traje nuevo y nada más, de modo que Alfred hijo se vio obligado a costearse la universidad él mismo. Se matriculó en Biología en el Bowdoin Collage, rompiendo para siempre con la autoridad de su padre y, muy pronto, con la severa moralidad y el rígido cristianismo de su progenitor.
En bowdoin, Kinsey no sólo destacó en Biología, también en los equipos de debate. Asistía regularmente a la iglesia, eligiendo para ello la Primera Iglesia congregacional, una denominación protestante menos estricta que el metodismo de su infancia, y fue muy activo en la YMCA. Sin embargo, dentro de su aparente normalidad, comenzó a sentir deseos homosexuales cada vez más intensos; intentaba esconderlos, pero, como siempre, salían a la luz a través de mórbidos a


Última edición por Μαδt; 17-05-2010 a las 22:22:25
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