unos pasajes interesantes sobre gaviria

Carlos Gaviria Díaz, cuando era un joven abogado de Medellín, el hoy célebre "constitucionalista" militó abiertamente en esa escuela leninista.
Si los periodistas leyeran los archivos de la prensa colombiana antes de escribir sobre los candidatos, descubrirían informaciones que podrían ayudarles a equilibrar sus elogios.Verán, por ejemplo, que Carlos Gaviria Díaz, quien se presenta hoy como un jurista sin pasado político, como un "académico" y un "intelectual" pacifista, fue asesor jurídico de los presos del EPL y aceptó que el escritor Gabriel García Márquez lo designara "representante" de un organismo llamado "tribunal Bertrand Russell", para que asistiera en calidad de "observador" a un consejo verbal de guerra que se adelantaba en Medellín, en octubre de 1975, para juzgar a 22 miembros presuntos del EPL, brazo armado del entonces Partido Comunista marxista-leninista.
En ese proceso (según los abogados), se estaban "violando los derechos humanos" de los inculpados, razón por la cual del TBR consideró que su “representante” debía introducirse a las audiencias. Al carecer de justificación jurídica, tal incursión fue rechazada por los jueces militares, quienes no se negaron a autorizarle al “observador” Gaviria Díaz la realización de varias visitas para "alentar" a los militantes maoistas, quienes, además, fueron puestos en libertad poco tiempo después, según el testimonio ulterior de uno de los detenidos.
Nada más loable que un abogado pretenda defender los derechos de unas personas acusadas de cometer delitos. No es eso lo que se le reprocha al candidato del PDI. Lo que es criticable es que esa militancia política-jurídica pasada, esas actuaciones públicas, sean hoy discretamente eludidas por el candidato del PDA y borradas de su biografía. ¿Qué oculta esa curiosa auto-censura? Esa actitud crea, en todo caso, una cierta confusión, pues los artículos de prensa, mediante los cuales los colombianos creen poder informarse sobre la trayectoria exacta de los candidatos presidenciales, no son fiables, pues sus informaciones son incompletas y parciales. Los periodistas están, sin embargo, obligados a contar toda la verdad y no solo una parte de la verdad. Esta exigencia es aún más imperiosa en tiempo electoral, cuando hay mujeres y hombres que solicitan el voto de los ciudadanos.
La operación desmemoria que flota en torno del candidato del PDA contrasta, en todo caso, con el examen de la hoja de vida del candidato Álvaro Uribe en 2002, el cual fue completo, ejemplar y sin miramientos, como todo el mundo sabe.
Pero el asunto Gaviria va más lejos. ¿Cómo los politilógos pueden dejar pasar en silencio enormidades como aquella de decir que Gaviria Díaz es un “liberal radical”?Todo lo que dice el flamante candidato de la izquierda revolucionaria colombiana contradice con creces esa caracterización. ¡Gaviria Díaz quiere, por ejemplo, revisar la Constitución de 1991 pues ella es, según él, “neoliberal”! El candidato del PDA es, en realidad, un enemigo tenaz del liberalismo. Su actitud ante el Banco de la República haría reír a los auténticos demócratas: el no soporta la autonomía de esa institución y la quiere eliminar, talvez para imitar al Ché Guevara quien hizo lo mismo en Cuba, en medio de una cascada de errores que destruyeron la economía de la isla.
Gaviria Díaz dice ser partidario de una “distribución equitativa de la riqueza”. Sin embargo, los medios propugnados por él para alcanzar esa “distribución” no son liberales sino totalitarios. En una sociedad democrática la distribución de la riqueza se hace de muchas maneras,y una de ellas (y no la menos importante) es el sistema de impuestos (a las empresas y a los particulares). El candidato del PDA no parece saber nada al respecto. El propone tácitamente otra vía, la de otros dos “liberales radicales” ejemplares: Fidel Castro y Roberto Mugabe.
“El Estado debe retomar la dirección de la economía”, advierte Carlos Gaviria. Esa bella frase no es banal: ella resume todo su programa. El problema es que ese concepto no es liberal. Es, por el contrario, una obsesión socialista autoritaria. El principio liberal afirma la preeminencia de la política sobre la economía. El marxismo afirma la primacía de la economía y ve la política como unarama sospechosa de la “superestructura”. Un verdadero liberal sabe que la economía, la producción de riquezas, no debe entrar en el círculo de las atribuciones del poder público. Un verdadero “liberal radical” diría que el Estado debe dejar la mayor latitud y libertad a la iniciativa privada e individual y que el Estado se limita a cumplir ciertas funciones de solidaridad social, de policía y seguridad y de relaciones exteriores. Sismondi, un liberal auténtico, decía que la economía no debe jamás cesar de estar subordinada a la búsqueda de la libertad de la persona humana.
“En la inmensa complicación de las leyes humanas, algunas veces se da el caso de quela extrema libertad corrige los abusos de la libertad, y que la extrema democracia impide los peligros de la democracia”, escribía Alexis de Tocqueville, otro de los fundadores del liberalismo político.
Contra toda lógica, Gaviria Díaz pretende que la economía de mercado “produce más pobreza y desigualdad”. Esa fórmula del arcaico marxismo fue desmentida por la realidad hace años.Por haber copiado el modelo soviético (dirigismo de Estado, colectivización de tierras y de industrias, corrupción de los dirigentes), muchos países del llamado Tercer Mundo fueron arruinados y terminaron bajo la opresión de feroces dictaduras. Gaviria Díaz parece no haberse enterado de eso.
La pobreza en Colombia no es causada, en realidad, como cree Gaviria Díaz, por la economía de mercado sino por los entrabes puestos a ésta, al desarrollo de la iniciativa privada, a la libre empresa, al crecimiento capitalista. Los secuestros, los atentados contra la infraestructura industrial, las huelgas políticas, el terror desatado durante más de 40 años contra los productores del campo y de las ciudades, son las verdaderas causas de la pobreza en Colombia.
La miseria en Cuba y en África, ejemplos también elocuentes, no fue generada por el capitalismo. Es, por el contrario, la herencia de regímenes dirigistas de partido único. En la URSS y en la llamada Europa del Este, el colapso económico contribuyó al derrumbe de esos regímenes. La miseria y las hambrunas en China y en la Rusia soviética, causantes de la muerte de decenas de millones de personas, fueron generadas por la economía dirigida (y por la práctica del asesinato de masa concebido para destruir las clases sociales). La economía de mercado, por el contrario, es lo que hoy está elevando, en esos mismos países, el nivel de vida de la gente, sin que ese nivel se alce hoy, en China, país de partido único, al nivel de la India, país democrático.
Toda sociedad humana es desigual. Pero esas desigualdades pueden ser corregidas o atenuadas mediante la educación, los gravámenes, la acción sindical, la solidaridad. Jamás por la violencia, ni por la subversión. En una sociedad libre las correcciones pueden ser efectivas y rápidas, mientras en una sociedad de redistribución estatal las desigualdades tienden a perpetuarse y a ser maquilladas por la propaganda oficial.
Gaviria Díaz asegura que él rechaza la lucha armada. ¡Cómo quisiéramos creerle! No obstante, lo que el declara nos permite dudar. El estima (sin sonrojarse) que uno de los más feroces grupos terroristas del país, el ELN,está “empeñado en la paz” y que el ELN es, en realidad, una encantadora agrupación que está incluso “avistando (sic) una sociedad más amable”. ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? No se sabe. Ninguna prueba respalda esas afirmaciones alucinantes. Para Gaviria Díaz cuenta muchísimo el hecho de que el ELN está “dialogando” en La Habana con representantes de Colombia (sin que de ese “diálogo” salga nada). Y eso es todo. Gaviria Díaz se apresura, pues, a santificar una banda terrorista sin que ésta haya hecho nada para merecerlo. Si el ELN declaró una tregua (el terrorismo sabe utilizar las treguas como instrumento de lucha) y dice dialogar en el extranjero (cosa que hizo en otras ocasiones, antes de recomenzar sus crímenes) es porque estaba agotado por la acción de la fuerza pública y por los hostigamientos de las Farc. El candidato “liberal” Gaviria Díaz pretende hacer olvidar todo esto y busca infantilizar a su auditorio contándole historietas inverosímiles sobre el ELN.
Gaviria Díaz asegura que el es un hombre “libre”. Sin embargo, acepta el apoyo de una coalición dirigida por un partido que reivindica la política de la “combinación de todas las formas de lucha”, es decir aquella que legitima toda lucha violenta contra un Estado democrático y que saluda los peores excesos de los grupos armados marxistas. Si Gaviria Díaz fuera realmente un hombre “libre” el repudiaría antes que nada el apoyo de esa coalición y rechazaría total y cabalmente (y no mediante una frase suelta de vez en cuando) la llamada política de la “combinación de todas las forma de lucha”.
Uno de los misterios más grandes de esta campaña electoral es éste: ¿por qué el grupo de Gaviria Díaz desea que su candidato avance enmascarado? ¿Por qué disimula su pensamiento, porqué pretende hacerle creer al elector que leninismo es lo mismo que liberalismo?
Si el señor Gaviria Díaz es promocionado como “liberal” es porque los amigos de Gustavo Petro saben que un candidato que defienda un programa marxista no va a tocar positivamente la imaginación ni el corazón de los colombianos. ¡Al chavismo a la colombiana todo el mundo lo repudia! Luego para seducir a la masa liberal, confusa y dispersa a causa del terrorismo intelectual acentuado de estos últimos tiempos (que la vinculación del PL con la Internacional Socialista no hizo sino agravar), hay que pervertir las etiquetas.Hay que hacer creer, sobre todo, que entre liberalismo y socialismo la distancia es mínima y que incluso el socialismo no es más que una fase “avanzada” del liberalismo.Lo cual es una grosera impostura.

Eduardo Mackenzie
Periodista