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Antiguo 03-05-2010 , 13:51:57   #9
***SPAWN***
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Predeterminado Respuesta: Los cuatro aspectos que hacen distinta la campaña de Mockus

Cuando nací, en julio de , el presidente electo era el liberal Alfonso López Michelsen. Poco supe de él. Sólo que se inventó una ventanilla siniestra para que los narcos lavaran la plática en el Banco de la República y que su primo hermano, Jaime Michelsen Uribe, desfalcó al grupo Grancolombiano en miles de millones de pesos dejando en la calle a muchos ahorradores.

Luego, cuando tuve alguito de uso de razón, en 1978, fue electo el también liberal Julio César Turbay Ayala. De él supe un poco más, pero no más alentador. Tenía una política que se conocía como el Estatuto de Seguridad que en el papel era para preservar la democracia y en la práctica era para matar a comunistas armados y desarmados. Además, el M-19 se le tomó una embajada llena de embajadores y se le fueron para Cuba muertos de la risa. Para la posteridad sólo lo recordaría como la inspiración de los mejores chistes idiotas de idiotas que hubiese podido escuchar. Ahora para contárselos a mi hijo le tengo que hacer una clase de historia de este pintoresco personaje.

Después, en 1982, con algo de criterio infantil, el mejor de todos, vi como un ser salido de la poesía recitaba discursos con un tono que fácilmente curaba el insomnio de cualquier esquizofrénico. Había derrotado a un pelado joven de greñas rebeldes, bigote novelero y carisma arrollador y al cuchito López que era viejito desde que yo era un bebé. Ese joven era Luis Carlos Galán Sarmiento, a quien le debo mi amor por los temas políticos y el odio por la política y su uso nacional, no por su ejemplo, sino porque esa política lo asesinó. A Belisario, con ese tono que le salía con su paquidermismo para actuar, el M–19 también, mandado por Pablo Escobar, se le tomó la Corte Suprema de Justicia y masacró el único poder público respetable en el país. Si de verdad el “M” hubiese querido hacerle un favor al país, se hubieran metido al circo del frente cruzando la Plaza de Bolívar. Con Belisario empezó el narcoterrorismo también. Antes de lo del Palacio, los narcos mataron a su Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla y empezó la cacería de jueces, magistrados, periodistas y todo al que se les opusiera. Belisario no era un Presidente, era un poeta jugando a mandar y mandaba con poesía barata y resultados costosos a merced de quien de verdad pudiera mandar.

Un país subyugado al narcotráfico le tocó recibir a Virgilio Barco Vargas en 1986. El tipo no era malo, pero estaba enfermo. Cuando tenía lucidez sabía gobernar, cuando no, su secretario privado negociaba el país con los narcos. Ya no hablaba bien, el altzhaimer lo tenía consumido.

Después Cesar Gaviria, en 1990, asumió la presidencia por casualidad, por error, porque mataron al verdadero Presidente, Luis Carlos Galán Sarmiento. Gaviria no fue un Presidente, fue un negociante. Sabía que debía combatir el narcotráfico pero también que tenía que quedar bien con todo el mundo. Con las encuestas, con los gringos, con el Congreso, con la oposición… vendió el alma a dios y al diablo, jugó en todos los bandos, pasó por encima de la conciencia moral de sus políticas y mandó a Colombia de nuevo a la guerra narcoterrorista por apresar y dejar volar a un megaasesino como Pablo Escobar a quien después tuvo que matar.

Después llegó Samper en 1994. Él quería ser Presidente. No importaba cómo. Y fue presidente apoyado por el narcotráfico. Lo pillaron y no pudo gobernar pero se pudo salvar de la cárcel que merecía porque compró a sus investigadores, corruptos congresistas. Terminó su mandato, pero no gobernó.

En 1998 llegó Pastrana, aún más ingenuo y tonto que Belisario, con la misma “nobleza” bienintencionada que sólo le dio más poder a la guerrilla para que secuestraran al país entero.


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