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#1 |
Denunciante Ultra
 |  Los impuestos, para que sean democráticos, deben recaer principalmente en los que más tienen
Calificación: de
5,00
 | Nueva carta del senador Jorge Enrique Robledo a Fidel Cano, director de El Espectador, sobre la segunda columna de Andrés Hoyos, Bogotá, 29 de abril de 2010 Sobre la segunda columna de Andrés Hoyos en El Espectador en contra mía, me toca decir que es más errada que la anterior, cosa que parecía imposible. Porque da cifras que no son ciertas, pone en mi boca cosas que nunca he dicho y no pide excusas por haber afirmado que los que andan en Mercedes –son sus palabras– consumen más combustibles que quienes viajan en bus.
O no entendió lo que leyó o le explicaron mal, pero las cifras que esgrime son equivocadas. Me ratifico en que, según los datos del Ministerio de Minas que le adjunto, señor Director, el 83 por ciento de los combustibles (gasolina y diesel) lo consume el transporte público de carga y pasajeros, pagado casi todo por los sectores populares. Además, es inaceptable sugerir que cada dueño de un vehículo particular es un magnate –de Mercedes, según la curiosa clasificación de Hoyos– que merece ser castigado con impuestos altísimos, como el de la gasolina, del 36 por ciento, porque casi todos son carros que la clase media ha conseguido y mantiene con grandes sacrificios. Y los impuestos al ACPM, casi inexistente en el transporte particular, también son bien altos: 22 por ciento.
Para supuestamente refutarme, Hoyos dice que “la izquierda colombiana –y este senador, por tanto– es enemiga de los impuestos”. Muy astuto. Pero lo reto a que demuestre cuándo dije esa necedad o a que retire la acusación. Y ya entrado en gastos a la hora de manipular, agrega: “Otra cosa que pone a Robledo rojo de la ira es saber que algún empresario gana dinero”. Si prueba que dije eso, renuncio al Senado, pero si no, ¿renuncia él a su columna? Constituye una astucia de cortísimo vuelo poner en la boca del contradictor lo que nunca ha dicho, para luego posar de sabio refutándolo. Es el colmo que me acuse de faltar a mi “obligación ética” de opinar en extenso sobre los impuestos, porque, dice, él no me ha oído. Lo que faltaba. Su ignorancia es una falla ética mía y no suya, como si yo fuera el responsable de que él no sepa lo que podría saber si quisiera, pues he publicado suficientes opiniones sobre este tema.
Bastante he dicho que los impuestos, para que sean democráticos, deben caer principalmente sobre los que más tienen, es decir, al contrario de los impuestos indirectos, como los gravámenes a los combustibles que defienden Hoyos y Mockus, castigo al pueblo con el que se compensan las enormes exenciones tributarias a monopolios y trasnacionales.
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