Denunciante Constante
 |  "Tres perfiles"
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Por Miguel Yances Peña.
Si algo salta a la vista en la actual campaña electoral, además del ascenso del candidato del partido Verde después de haber escogido a Sergio Fajardo como candidato a la vicepresidencia, son las personalidades de quienes puntean en las encuestas.
Mientras Santos representa al hombre astuto, pragmático, arrojado, acostumbrado a tomar decisiones, Mockus representa al típico profesor universitario (el término no es peyorativo), acostumbrado a presentar sus tesis mediante parábolas y dilemas: es decir enseñando a pensar.
Aunque el método es pedagógicamente correcto, no lo es tanto en la dirección de un país; nos recuerda al presidente poeta. No obstante deja una aureola de sabiduría alrededor de quien lo emplea. Cautiva, pero paraliza: los ejecutivos esperan decisiones que les permitan actuar, no reflexiones.
Los colombianos no acostumbrados a este tipo de discurso, lo premian en las encuestas. Sin embargo no aplican su método a la coyuntura: es decir, no reflexionan a su vez, sobre la utilidad de estas reflexiones, que se podrían ver como indecisiones, a la hora de gobernar.
La acción y las ideas provienen de mentes diferentes. El científico duda, y sobre la duda fundamenta su búsqueda de la verdad; el dirigente está seguro y encausa la voluntad de los dirigidos hacia la acción. El científico aporta el conocimiento, el ejecutivo lo aplica. Pensemos no mas en cuántos de los grandes pesadores de la historia fueron capaces de llevar a cabo sus ideales.
Aunque el destino los haya puesto a competir, las de Mockus y Santos son dos personalidades complementarias; y se parecen en sus propósitos, porque ambos (todos menos Petro, que cambia a diario) se parecen a Uribe. Eso hace más difícil la decisión del voto, pero tranquiliza. Fajardo parece resumirlos a los dos, sin embargo, después de ver al actual, es un misterio qué papel jugará el vicepresidente en un gobierno de Mockus. ¿Lo reemplazará?
Noemí es caso aparte: traicionó a toda una familia amiga, quedó como embustera, y atacó a su más probable aliado. No obstante el partido Conservador sabe que puede decidir, con quien se una, la primera vuelta, y eso le da poder para pedir.
Pero es ingenuo pensar que cambiando al presidente se acaba la corrupción; como también sería perverso pensar que los demás candidatos no lo intentarán. Es más probable que el elegido se corrompa ante la necesidad de gobernar, o provocado por las tentaciones que merodean el poder: eso es lo que usualmente sucede en todas las ramas del poder público. No obstante es valioso poner el tema sobre el tapete, y que todos los candidatos lo prioricen. En especial la corrupción administrativa, porque ofrecer cargos a cambio de hacer aprobar leyes, que es lo que ocupa titulares, me parece una práctica malsana si, pero tolerable —siempre que sean buenas leyes— e inevitable: así se relacionan los poderes.
Como también es ingenuo pensar que alguno de los candidatos presidenciales pueda cambiar el rumbo de la política antidroga estadounidense, y de ella depende la actitud que asuma el elegido con la guerrilla y con los países vecinos. Taca burro Chávez, cuando piensa que Colombia podrá llegar a ser Ecuador, Bolivia o Nicaragua, dependiendo de quien sea el próximo presidente.
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